Julia Sáez-Angulo
Situado frente a Palacio Real, el Museo de la Catedral de la
Almudena es un discurso bien articulado de piezas y obras de arte y vale la
pena una visita. Las celadoras de la Corte de Honor de Nuestra Señora de la
Almudena, institución que celebra el centenario de su fundación por la Infanta
María Teresa de Borbón en 1912, han recorrido el museo siguiendo las
explicaciones del capellán don Jesús Junquera, y de la directora del mismo, Cristina
Tarrego.
La visita comienza por la sala capitular y la sacristía
mayor, ambas revestidas de mosaico por el sacerdote esloveno P. Marco I. Rupnik,
que cuenta con un equipo que trabaja a la manera tradicional del icono: en
silencio y después de haber hecho oración. Actua con el rigor de las
indicaciones clásicas, reservando los colores oro, rojo y el blanco para la divinidad,
el azul para Cristo Hombre; la tres estrellas para indicar la virginidad de
María, etc. Todo un mundo simbólico. La unión con figuras del Antiguo
Testamento es motivo icónico en el frontal, seguido por pasajes evangélicos en
los otros paramentos.
El discurso del museo, que ha cumplido un lustro (la
catedral se abrió en 2003), es el de mostrar la historia de la diócesis de
Madrid, creada por León XIII en 1885 y llevada a cabo por el primer obispo
Narciso Martínez Izquierdo en tiempos de Alfonso XII.
La relación de obras de arte expuestas en el museo es
amplia, pese a que la guerra civil de 1936 – 39 arrasó con más del 80 por
ciento del patrimonio sacro de la diócesis, según explico Jesús Junquera.
Se puede ver una cruz gótica medieval como la pieza más
antigua, seguida de buenas pinturas, dibujos y planos, en su mayoría todo ello donado por fieles madrileños a la
catedral, como el boceto de la Virgen de la Almudena, donado por Clara Álvarez
de Linera, antigua presidenta de la Corte de Honor.
El recorrido muestra las fotos de los diez obispos que han
regido la diócesis, así como los sagrarios, portapaces, cálices, copones o
revestimientos sacros bordados en numerosos ternos y capas pluviales, como los
del patriarca de Indias, título que tuvo el cardenal de Madrid. Hay bellos mantos
de la Virgen de la Almudena hechos con vestidos o mantos reales como el de la
reina María Luisa de Parma.
San Isidro, el otro patrón de Madrid, junto a la Virgen de
la Almudena, también tiene su apartado iconográfico y documental. Allí está,
bien custodiado, el códice de Juan Diácono, la hagiografía más antigua
escrita en Madrid durante el siglo XIII.
Tienen
su apartado las dos congregaciones de la Real Esclavitud (1640) fundada por el
duque de Pastrana a instancias del rey Felipe IV e Isabel de Borbón, y la Corte
de Honor, ambas difunden la fe y devoción a la santa patrona de Madrid. La Infanta
María Teresa cuenta con un bello busto de mármol en el que se aprecia el gran
parecido con su hermano el rey Alfonso XIII.
La
subida a la cúpula y el recorrido circular permiten contemplar el interesante
perfil de Madrid a base de torres y otras cúpulas de la capital de España.
Se
echan de menos las vidrieras del pintor Manolo Ortega, ganador del concurso,
que se retiraron del ábside para colocar las de Kiko Argüello.
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