lunes, 10 de diciembre de 2012




Pieles naturales, moda y elegancia para abordar el frío en  invierno

modelo de Groenlandia (Jesús Lorenzo)



Julia Sáez-Angulo

         No hay nada más hermoso que vestir pieles naturales en invierno, como ha hecho la humanidad desde sus ancestros más remotos. Es pura antropología natural y no teledirigida ni colonizada por la cultura sajona, como bien denuncia el actor catalán Albert Boadella respecto a la corrida de toros.

         El toro es el tótem de la cultura mediterránea y la lucha con el mismo todo una fiesta y ritual propios, por qué van a venir otros a ponerla en cuestión y menos aún a prohibirla para un simple no parecerse al vecino gigante.

         Algo similar ocurre con el vestirse o abrigarse con pieles naturales mil veces más hermosas y lucidas que las sintéticas, a las que también se suelen arrojar botes de pintura por los talibanes anti-pieles, no precisamente vegetarianos.

         Las minorías se imponen como fundamentalistas a otras opiniones y van haciendo charco a su alrededor. Hasta ciertas reinas y princesas las secundan porque no tienen necesidad de abrigo en sus grandes automóviles o casas y palacios.

        
Piel, moda y elegancia

Sólo la reina Margarita de Dinamarca tiene la regia valentía de lucir espléndidos abrigos de pieles, porque le gustan, le favorecen y ayuda con su imagen al negocio de ventas de pieles tan importante en su país. Los demás peleteros, incluidos los españoles, no tienen ese reconocimiento y apoyo de las primeras damas.

         Para el peletero de la firma Groenlandia José Jesús Lorenzo, que desfila en la pasarela Cibeles, Madrid Week Fashion, es importante ante todo la  libertad de elección de vestimenta y dicho esto, el respeto por aquellos que visten pieles, que procuran el buen origen de las mismas por el respeto hacia los animales y, sobre todo, porque es una ocasión excelente de cubrirse con los creativos diseños en la piel, que cada temporada se presenta con nuevas audacias. La piel es moda y es elegancia al mismo tiempo y, hoy, por hoy, se prolonga su presencia hasta en el buen tiempo.


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