Obra de Sánchez Escalona
L.M.A.
07.05.13 .- Miengo. Cantabria.- La pintora y escultora
María Antonia Sánchez Escalona (Madrid, 1941) residente en la localidad
cántabra de Pechón expone su obra en la galería municipal de Miengo Cantabria)
hasta finales del próximo mes de junio.
Fernando
Zamanillo Peral escribe sobre la obra de la artista:
“Dualidad,
además de sus diferentes y específicas acepciones filosóficas y teológicas,
físicas y matemáticas, viene a significar genéricamente la existencia
simultánea de dos cosas de la misma clase, algo dual o doble, la pareja y por
extensión y acción el emparejamiento. Con el título de Dualidades para esta exposición de su obra más reciente, María
Antonia Sánchez Escalona nos muestra, por un lado, una nueva vía dentro de su
recorrido escultórico, esto es, la presencia en una sola pieza de dos cabezas o
rostros, similares y concurrentes, acentuando esa cualidad hídrica que caracterizaba la serie inmediatamente
anterior de las Nereidas, y que ya expuso en los años 2011 y 2012, en
Santander, Oviedo y Valladolid. Pero también, por otro, en esta exposición de
Miengo lo dual se nos muestra en su intención de exponer pintura y escultura,
recuperando así positivamente su precedente faceta artística con cuadros de
pasados años, al haber comprobado el estrecho parentesco espiritual y formal de
unos y de otras. Si la pintura precedió cronológicamente a la escultura,
separadas una y otra actividad casi en dos decenas de años, en esta muestra
podemos comprobar que no ha habido solución de continuidad estética entre ambas
actividades.
El
intenso lirismo que siempre ha emanado de la figuración de Sánchez Escalona,
delicado, pero al tiempo enérgico, como yo afirmara hace un año, se nos
presenta por una parte renovado en las nuevas ninfas que, cual modeladas
náyades ondulantes, emergen del barro con una acentuación dinámica que remueve
el espiritual estatismo neoclásico de la anterior serie. Participan de la misma
y elevada sensibilidad, pero la artista cuestiona ahora aquella sobriedad quasi
monumental que las caracterizaba en su sereno reposo y unicidad. Renovación y
removimiento que indican ambigua desestabilización de lo considerado inmutable
hasta el momento presente.
Hay que vivir tan cerca del mar, tan próximo a las playas y
acantilados del océano, en un lugar tan apartado como proclive a la
contemplación callada de su excelsa inmensidad, como para sentir lo que la
autora nos quiere transmitir, su personal sentimiento de lo sublime. Sin
embargo sus nereidas no son las míticas del calmo Mediterráneo, sino otras
extrapoladas por la voluntad del todopoderoso Poseidón y la póiesis de la artista al bravío
Cantábrico, pero igualmente portadoras de belleza y amabilidad y asimismo
delicadas en sus ondeantes formas, aunque quizá más fortalecidas por el
tortuoso oleaje de un mar mucho más cambiante e intenso.
Pese a la sustancial relación estética, formal y espiritual, entre su
anterior obra pictórica y las actuales esculturas en barro refractario, son
incuestionables también ciertas diferencias que en vez de separar y alejar a
unas de otras, mostrándolas como opuestas, las vemos, en cambio, como
complementarias, siendo así que en las primeras, como es lógico, hay una
atmósfera propiamente pictórica, un color más cálido y una escenografía
paisajística y por el contrario, en las segundas, en las esculturas, no hay
escenografía, ni hay paisaje, por su condición de piezas únicas de bulto
redondo, pero sí, en cambio, están dotadas de una expresividad más extrínseca y
directa, que las pinturas no tienen, así como un color oscuro y frío condicionado
por la cocción. Mas el alma permanece una en ambas y la dualidad se ve
reforzada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario