“Las Furias. De Tiziano a Ribera” profundiza en la interpretación de la Antigüedad en el Renacimiento y el Barroco y analiza la circulación e intercambio de artistas, obras e ideas estéticas entre distintas partes de Europa durante los siglos XVI y XVII e invita a reflexionar sobre por qué ciertas formas adquieren un significado que se transmite de generación en generación.
Pese a su origen clásico, las Furias aparecen como conjunto en la historia del arte en 1548, cuando María de Hungría encargó a Tiziano para su palacio de Binche, a las afueras de Bruselas, cuatro lienzos con los personajes de Ticio, Tántalo, Sísifo e Ixión identificados como los príncipes alemanes que se habían alzado contra su hermano, el emperador Carlos V, y a quienes había derrotado un año antes en Mülhberg.
En España se conoció como Furias a cuatro moradores del Hades greco-latino, al que habían sido condenados por haber desafiado a los dioses: Ticio, cuyo hígado devoraba un buitre por intentar violar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a su hijo de festín a los dioses; Sísifo, condenado a portar una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por querer seducir a Hera. El título Furias es en realidad fruto de una confusión. En puridad, las Furias eran unos personajes femeninos, personificación del castigo y la venganza, encargados de velar porque los condenados en el Hades cumplieran sus castigos, pero en España, desde el siglo XVI, se conoció con este nombre a los lienzos que Tiziano dedicó a Ticio, Ixión, Tántalo y Sísifo, utilizándose desde entonces el termino Furias para designar esta temática.
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