L.M.A.
José
Félix Olalla Marañón (Madrid, 1956), poeta y farmacéutico, dirige la tertulia
poética Orillas de Ávila en el Hogar
de Ávila de Madrid, por donde han recitado numerosos poetas. Es crítico
literario y presidente de la Asociación Española de Farmacéuticos de Letras y
Artes, AEFLA. Tiene nueve poemarios editados y el próximo saldrá en breve en la
madrileña editorial Vitrubio. Entre los títulos publicados: Ciudad pasajera (1981), Doble luna de marte (1985), Los pies del
mensajero (1991), En el tiempo interminable (1994), Después de nosotros (1997),
Colección particular (2002) y Cerca de tu memoria (2007). Ha publicado también
en diversas revistas, recientemente en TROQUEL. Figura en la Antología General
de Adonais 424. Madrid, Rialp.
POEMAS
CERRABA SUS
OJOS
Cerraba sus
ojos porque no podía
sostener una
luz que ya le traspasaba
y permanecía
de pie en el patio enlosado
escuchando
las preguntas y los juicios
que llegaban
de la autoridad y sus acólitos.
Se estaba
cumpliendo el plazo previsto
y era
invierno en el corazón de la madre,
las gotas de
oro perlaban ya en sus labios
como
luciérnagas puras, como brasas
que
empavesaran las calles desplazadas
en la áurea
ciudad que expulsa a los profetas.
La saliva en
el rostro, el pecho aletargado,
llaga que
nos consuela de las lenguas cerradas,
trono que
musitaba palabras de dulzura,
voz que
ponía fuego en los oídos atentos,
piadosas
mujeres que desde los arcos mudos
elevaban sus
plegarias por el hijo del hombre.
Por el
recental inocente,
por el varón
de justicia.
Aquel que
mojó con su sangre
la alambrada
de espino de la historia.
DON DIEGO DE
ACEDO, EL PRIMO
“En tus amargas venas,
la manía
de no sentirte en algo
como alguno”
Juan
José Domenchina
Me aflige la
tardanza de tus ojos dorados
en el tiempo
augusto que te fue concedido
y que nadie
recogiera del fango ese tesoro
y olvidara
la miseria que maltrató tu vida.
Me aflige la
pequeña estatura de tu cuerpo
y la
despejada frente de tan noble talante,
allende las
buenas maneras que contigo vienen
en los
gruesos infolios de los sellos reales.
Resignación
o mansedumbre de ilustrado filo
en la fiera
hojarasca que los años consumen
bajo la
tutela de las coronas de Habsburgo
y el búcaro
del temor a perder privilegios.
Pero el otro
Diego, el sevillano,
os fue
llamando a todos en Palacio,
las
doncellas, los locos y los príncipes
y un día te
sentaste ante su paleta
no pudiendo
imaginar que esa imagen
atravesaría
las edades y las cortes del mundo,
te lanzaría
con su honda al vuelo de los siglos.
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