L.M.A.
Juan-Vicente Rodríguez López nace en Valencia, en 1938, durante un momento conflictivo en el país: la guerra cicil de 1936-39.
Estudia el bachillerato en Madrid, Marketing en U.S.A. Trabaja como P.M. en
Nixdorf Co. y Jefe de Ventas en General Displays. Actualmente reside en Madrid. Le ilusiona escribir. Amenaza
con escribir sobre sus andanzas.
Relato
El BAÚL DE LA ABUELA
Hacía ya algunos años
que no subía aquellos empinados escalones. La abuela Juana había fallecido. Su
cadáver fue incinerado y el albacea solucionó con facilidad su última voluntad.
Mis padres murieron en un accidente, siendo yo muy niño, así que esta casa y
todo lo que contiene es ahora de mi propiedad. Decidí subir a la buhardilla. Tiene
tantos recuerdos de mi infancia. ¡Cuantos juguetes, junto con mis horas de
rebeldía juvenil y soledad adolescente.
Al entrar reparé en el
baúl de la abuela. Nunca nos dejo abrirlo. Mirándolo con cariño me senté a su
lado y apoyé mi mano sobre sus desgastados herrajes. Las imágenes de aquella dulce
y generosa anciana pasaron velozmente por mi mente. ¿Por qué nunca nos permitió abrir aquel baúl ? ¿Que
podía ocultar? Una fuerza interior, algo
dentro de mí me impedía levantar aquella tapa ligeramente curvada. ¿ Era
respeto? En mi ánimo sentía como si fuera a desnudar a la adorable anciana. Una
vez, con su dedo índice levantado y una mirada firme y fija en mí, me dijo: No abras nunca este baúl. Créeme no debes
abrirlo, no será bueno para ti. Si algún día tienes hijos y nietos lo
comprenderás. Aquella firmeza al hablar se veía confirmada cuando me hablaba de los
pecados….No creas lo que dicen de los
siete pecados capitales. Los tiempos han cambiado y hay muchos más nuevos y
estos viejos se pueden perdonar sin escrúpulos. Fíjate en la lujuria, aunque la
iglesia dice que el amor solo se debe hacer para procrear, ya me hubiera
gustado que tu abuelo hubiese sido mas… lujurioso conmigo. La lujuria con la
propia esposa es más una virtud que un pecado. Y ¿que decir de la gula? En
estos tiempos, sentir satisfacción al comer, disfrutar de una jugosa comida tiene que considerarse como algo
bueno, nunca como un pecado. ¿Y la pereza ? Que te parece una buena siesta? Y de este modo fue desgranando los conocidos
siete pecados. La ira, finalizó, que en algún momento en que seamos
atacados podría salvarnos la vida…
Es curioso, pero al recordar
estas conversaciones con mi querida abuela Juana, cierto desasosiego se fue
apoderando de mí. ¿Como era posible que una mujer tan mayor defendiese estos pecados
con argumentos tan certeros que hasta a mi me convencieron? Nunca había
sido muy religiosa pero, después de
hablarme de esto, no puedo olvidar que nombró nuevos e importantes pecados. Habló de la corrupción, sin nombrar a nuestros
políticos, alcaldes y concejales, ¡que horror! y se refirió a la pederastia,
delito deleznable y así me abría con frecuencia su corazón y yo supe que era
justa y ecuánime y que gustaba de formarme como ser humano preocupado por sí
mismo y siempre por sus semejantes.
En el baúl era
posible que se encontrará un diario que hubiera escrito en su juventud o quizás
cartas de amor a alguien ignorado por mí. Algo muy intimo, muy personal y que
ella, en vida, no quiso nunca compartir conmigo. Tome una decisión. De momento
no abriría este baúl. Por respeto y por mi profundo amor por mi querida abuela.
2 comentarios:
Enhorabuena, Juan, un bonito y entrañable cuento.
Un abrazo
Estoy muerta de curiosidad. Esta historia no puede acabar así. Alguien tendrá que abrir el baúl. Lo más interesante está por venir, entretanto hay que imaginar que si dejó algo comprometedor dentro, fue porque no quiso destruirlo porque, en definitiva, quería legar ese testimonio. Y podemos imginar mil cosas que calló por salvar la paz de la familia. Interesante historia que aguarda su final.
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