Carmen Valero
André Rieu
(Maastrich 1949), es un violinista neerlandés que comenzó a aprender el manejo del instrumento
con cinco años. Se forma hasta el año 1973 en el conservatorio de su ciudad
natal, y posteriormente del año 1974 a 1977 en Bruselas. En 1987 forma su
propia orquesta con el nombre de “ Johann Strauss Orkest”, y a partir de
entonces difunde la música clásica y la pone al servicio de un público joven en
plazas públicas, estadios deportivos y otros centros de ocio o culturales, para
hacerla accesible y quitar la etiqueta elitista de que goza. El violín que toca
es un Stradivarius construido en 1667, por este famoso laudero.
Esta mañana me ha
alegrado la vida escuchar un mail que he recibido interpretando el góspel “I
will follow him”, con una orquesta multicultural en las voces y un público en
una plaza pública que lo coreaban y cantaban al unisono, dirigidos por André
Rieu. Sus obras son como un bálsamo espiritual, incluso al alcance de todos por
“you tube”. Sus obras: December lights, o Home for the holidays, trasladan el
espíritu a la esperanza.
Después de una
Navidad en que parece que se han suprimido los villancicos y música celestial,
acompañando la festividad litúrgica, y olvidándonos de nuestras raíces
cristianas. La religión cristiana debe de ser un sentimiento, y traducirse en
una costumbre civil. El Papa Francisco ha hablado en el Consejo de Europa sobre
las reivindicaciones de los hombres, acosados y agobiados por los dirigentes y
políticos, que agotan los presupuestos con sus
sueldazos y ejercicio de la corrupción en los ámbitos de poder, y no
queda presupuesto para las minorías que no tienen acceso a nada, y que ya
empiezan a repercutir en las clases medias de profesionales, donde cada vez hay
mas mileuristas en España. Y en otros países la pobreza cada vez se extiende
mas. La política debe de generar esperanza, para evitar que se degrade
exclusivamente en ejercicio de poder.
Mientras el Ártico
se derrite, deberíamos preocuparnos por sus continuas quejas, desprendimientos
y cambios de clima, y hacer que el Polo Norte se convierta en un santuario de
la globalización, y la humanidad entera cuidarlo y rendirle homenaje, y
escuchar a la naturaleza cuando se queja como nosotros cuando nos duele algo. “No
hay océano mas profundo, ni montaña que pueda alejarme de Ti”, dice el
espiritual (góspel), que me ha levantado el ánimo. Me ha unido a amigos que nos
han dejado este año, como Pilar Torres, una luchadora por la causa de los mas
pobres y sidosos en Puerto Rico. Manuel Ortega,
que dio un ejemplo de vida a través de su obra artística.
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