L.M.A.
El afán por comprender las reglas que subyacen tras la apariencia siempre cambiante del mundo es y ha sido una aspiración no solo científica, sino también compartida por muchos artistas. Quizá por ello numerosos pintores, al menos desde el Renacimiento, han encontrado en las aportaciones científicas de su época un estímulo para el desarrollo de su propia sensibilidad, buscando en ellas las claves para conocer su entorno o, simplemente, para alcanzar una mayor destreza en el trazado de la perspectiva o en la aplicación del color.
El Museo Thyssen-Bornemisza dedica la undécima entrega de la serie a la relación entre el arte y la ciencia a lo largo de los últimos siglos, con obras de autores como Frederic Edwin Church, Henri Edmond Cross, Sonia Delaunay-Terk o Frantisek Kupka, entre otros.
Las diez pinturas reunidas, todas procedentes de las colecciones del Museo, permiten ilustrar los puntos en común entre ambas disciplinas, tales como la creación de dimensiones espaciales acordes con las modernas teorías geométricas, el impacto en el arte de los estudios científicos sobre el color o el interés de los paisajistas del siglo XIX por las ciencias naturales. El montaje puede visitarse hasta el 27 de septiembre, en el balcón-mirador de la primera planta, con acceso gratuito y directo desde el hall central. Además, los días 24 y 26 junio, en el contexto del congreso anual de la Organización internacional de físicos expertos en neutrinos, materia y energía oscura, que tiene lugar este año en Madrid, el Museo acoge los Encuentros Arte y Ciencia.
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