UNA PLAZA DE MONTBLANC |
UNA CALLE DE MONTBLANC |
A unos 350 mtrs sobre el nivel del mar, entre Tarragona y Lérida, se alza este bello pueblo cercano al mar Mediterráneo y a las montañas de Prades.
Lo primero que destaca en la lejanía, cuando
nos acercamos a él, son sus magníficas murallas. Erigidas en el siglo XIV y bien restauradas, con sus treinta torres y varias puertas siguen rodeando gran parte de
la actual población.
Hoy día Montblac conserva un atrayente patrimonio medieval. Destacan
las iglesias de S. Miguel (s. XIII) y Santa María la Mayor (s. XIV); el
convento de S. Francisco (s. XII-XIV) y
el hospital de Santa Magdalena (s. XIV-XV).
IGLESIA DE SANTA MARIA |
El actual Montblanc fue fundado en febrero de 1163 por el rey Alfonso
I de Aragón, que lo proclamó “villa real”.
Su estructura urbana se formó entre los siglos XII y XIV.
El rey Juan I de
Aragón concedió a su hermano Martín, el título de duque de Montblanc (después Martín
se convirtió en el rey conocido como Martín el Humano).
Montblanc fue la séptima ciudad en importancia de
Cataluña. Varias veces las Cortes se
reunieron en su recinto.
Los
tres edificios religiosos mencionadas más arriba fueron escenario en alguna
ocasión de sesiones del Parlamento,
convocado por reyes aragoneses: en 1307 el rey Jaime II de Aragón lo reunió en
la iglesia de S. Miguel; en 1333 Alfonso III en la iglesia de Santa María la
Mayor; en 1370 Pedro III en S. Miguel nuevamente y 1414 Fernando I en el convento de S. Francisco.
A mediados del siglo XIV se apoderó de Montblanc
una profunda crisis, durante casi tres siglos sufrió reveses de todo tipo,
entre ellos los provocados por diferentes guerras: la guerra de los
Segadores, la guerra de la Sucesión a la corona de España (desatada a la muerte
del rey Carlos II, último Austria español y que en Cataluña tuvo especial
virulencia) y algún tiempo después la guerra de la Independencia de España
contra las tropas napoleónicas acabó de rematar la región.
Felizmente, a mediados
del XIX, con el auge de las nuevas comunicaciones (carretera a Valls en 11821,
carretera a Reus en 1843 y especialmente con la llegada del ferrocarril
en 1863) se fue recuperando gracias a su producción artesanal
y sobre todo a la producción vinícola.
Desafortunadamente la llegada de la filoxera en 1893 destrozó todas las cepas. Una vez más, sobrevino
el desastre económico a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX,
agravado después por la guerra civil española del 1936.
En 1947 Montblanc, por
la riqueza de su patrimonio, fue declarado Conjunto artístico- monumental. Hoy
día gran parte de sus monumentos
-edificios religiosos, civiles y militares- están restaurados y en buen estado
de conservación, pero lo verdaderamente agradable es, sin duda, perderse por
sus calles.
Entre las joyas que
conserva destaca una magnífica imagen de la Virgen, del siglo XIII, en alabastro policromado, de estilo gótico. Probablemente
procede de Italia, aunque una piadosa leyenda relata lo siguiente:
VIRGEN DE LA SERRA, ALABASTRO POLICROMADO |
En 1296 la princesa
griega Eudoxia Lascaris, camino de Zaragoza, pasaba por aquellos parajes.
Llevaba con ella una imagen de la Virgen.
En una colina cercana a
Montblanc los bueyes que tiraban de su carroza se negaron a avanzar. Tal hecho
se interpretó como deseo de la Virgen de permanecer en el lugar.
La princesa solicitó y logró del
rey Jaime II de Aragón que se construyera allí un convento. Es el
convento de la Virgen de la Serra, que
hasta no hace mucho ha sido habitado por las monjas clarisas de clausura. La imagen fue coronada canónicamente a principios del pasado siglo, en 1906.
El 26 de noviembre de 2008 Montblanch, en un acto
presidido por el arzobispo de Tarragona,
despidió a las últimas cinco hermanas
que quedaban en el santuario. La actual
falta de vocaciones obligó a tomar esa medida. Así acababan 712 años de presencia de las cuidadoras de la Virgen.
En la actualidad se ocupan del santuario y
monasterio miembros del Seminario laico
diocesano, a quienes el arzobispo de
Tarragona, Mons. Jaume Pujol
Balcells, se los entregó.
La semana medieval. Otra tradición
relacionada con Montblanc es la leyenda de la lucha de San Jorge con el dragón,
que el folklorista catalán Joan Amades ubica a las puertas de esta villa, en el
portal de Sant Jordi, que actualmente se conserva. Por eso cada año en la festividad del santo
-además de los tradicionales puestos de rosas y libros- la ciudad inicia su semana medieval: las
calles se cubren de señoriales banderas y los habitantes se visten con ropajes
medievales, que esos días se encuentran a la venta en numerosas tiendas.
UNA CALLE DURANTE LA SEMANA MEDIEVAL |
ESCAPARATE DE UNA TIENDA DE ROPAJES MEDIEVALES |
Numerosos actos,
concentrados en el fin de semana, intentan transportar al visitante a épocas
del pasado. No falta tampoco el desfile de San Jordi con la princesa,
acompañados de sus padres y el séquito correspondiente.
En resumen este precioso pueblo catalán bien
merece que el visitante se desvíe, si es necesario, de su ruta para pasar en
él, al menos, unas horas: Con mucho más motivo si, como me ocurrió a mí este
año, se encuentra en Cataluña el día de la festividad de S. Jordi
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