Julia
Sáez-Angulo
La
editorial Acantilado ha emprendido la tarea de publicar la obra del profesor y
comunicador Rafael Argullol. Mi Gaudí
especial, es una narración del autor que habla y reflexiona con la sombra
del gran arquitecto, autor del templo de la Sagrada Familia, así como diversas
casas y un parque en la Ciudad Condal.
Rafael
Argullol Murgadas (Barcelona, 1949) es catedrático de Estétia y Teoría de las
Artes en la Universidad Pompeu Fabra. Escritor de diversos géneros como la
narrativa, el ensayo y la poesía, amén de la colaboración periodística, su
pluma ha creado novelas como La razón del
mal o ensayos como Una educación
sensorial.
El autor
dialoga con el arquitecto Antoni Gaudí (1872 - 1976) y le impreca sin responder sobre la situación
social y política del momento en que Gaudí, considerado santo por muchos
barceloneses, construía la belleza para Dios, sabiendo que al mismo tiempo
había turbas ignorantes y enfebrecidas que destruían templos y desenterraba los
cadáveres de las monjas para vejación y mofa.
“Tu
templo, pese a su belleza contrahecha, siempre ha parecido la huella que queda
en el paisaje después de una terrible batalla
“Hoy, 19
de abril de 2011 un pirómano ha prendido fuego a la cripta de la Sagrada
Familia. Una sacristía ha quedado totalmente calcina”, escribe Argullol en su
libro de tan solo 72 páginas. Las hipótesis del narrador son variopintas sobre
la reacción que puedan sentir los barceloneses. Cuando se corone su última
altura se reforzará todavía más ese destino”.
Argullol
llama Dios extraño y demoledor al dios de la religión que habías aprendido”,
seguidamente busca que Gaudí le de la razón y la encuentre en el fósil que
encontró siendo niño enfermo o en la concha que refulgía la luz en su mano.
En suma
un libro sui generis para mostrar la visión de Argullol, más que de Gaudí.
Frente a su tía Andrea, que le hablo a Rafael Argullol niño, de Gaudí como
santo barón, el adulto demoniza prácticamente la obra del arquitecto barcelonés
porque encierra contradicciones, al fin y al cabo como todo en la existencia.
Solo se salva la luz de la concha de la Naturaleza, más que la de la
arquitectura de la Sagrada Familia, un artefacto poco menos que impostado.
Chocante y decepcionante, cuando no demagogo, viniendo de un profesor de Estética. Más parece un desahogo de discrepancia frente a la general aceptación de la obra de Gaudí. Y no sirve para el caso el Nulla esthetica sine ethica.
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