Isabel Bernardo (Salamanca, 1963) En la actualidad escritora, poeta y columnista de prensa. De los estudios
de Medicina a los de Retórica y Oratoria, y de ahí a la gestión de empresa, sin
perder nunca de vista todo lo relacionado con la Cultura. De hecho fue concejal
de Cultura del Ayuntamiento de Salamanca y actualmente coordina la comisión de
Cultura del Casino de Salamanca. En el género de cuento infantil tiene
publicados: “El cuento de los duendes” (2001), “El burro Serafín” (2001), “Cuentos
de Mariseca” (2010) y “Nomellamesbobamellamobaba.com” (2011). Su obra poética
publicada: “Sur” (2009), “Tiempo de migraciones” (2014), “Caballos sobre el
viento” (2015), “Flores del fuego” (2015), “Salve, hijos de Eva” (2016) y “Para
que calle el viento”, obra con la que logró el XXXIV Premio Mundial Fernando
Rielo de Poesía Mística.
Columna de prensa, literatura infantil, poesía… ¿en qué
género está la verdad más pura y literaria de Isabel Bernardo?
Si lo pensamos con
detenimiento los seres humanos estamos hechos de un conjunto de partes, muchas
de ellas antagónicas, que sorprendentemente se complementan. Los escritores,
como seres humanos que somos, también. Pero además somos muy mendelianos, genética
pura, y tenemos caracteres dominantes y otros que están más detrás de nosotros
pero que de cuando en cuando necesitan su protagonismo y su tiempo. Mi primera
palabra escrita -y esto creo que viene de herencia paterna- estuvo en un poema,
la segunda en una narración, los sueños los dejé para los cuentos infantiles, y
a la columna de prensa llegué después de mucha reflexión y siempre con un infinito
pudor. Uno tiene que tener bien claro que la opinión siempre es subjetiva y que
somos sujetos llenos de contradicciones. En este conjunto de partes está Isabel
Bernardo, aunque si tuviera que decidir mi yo más íntimo, este dejaría al
descubierto mi corazón de poeta.
¿Cómo es la jornada diaria de un escritor?
Eso ha dependido de
cual era mi actividad principal en ese momento. Cuando era empresaria no tenía
realmente un tiempo concreto destinado a escribir. Apenas unas pocas
reflexiones escritas o pequeños poemas en ratos libres. Cuando se es joven
empresaria como era yo, lo que realmente te preocupa es pagar los créditos.
Actualmente la promoción de actividades culturales y escribir es mi trabajo, y
a ello le dedico todo mi tiempo. Soy muy disciplinada. En este oficio cuando no
se tiene “musa” cabe la posibilidad de leer, de corregir, de documentarse… de
conversar incluso. Presumo de formar parte de magníficas tertulias, muy
plurales, que aparte de ser muy divertidas son una fuente inagotable de
conocimiento. Cuanto más y mejor conozcamos el mundo, más y mejor sabremos
escribirlo.
La naturaleza es
una constante en su poesía. ¿De dónde nacen tantas imágenes, metáforas y
símbolos?
Soy alguien de una curiosidad desmedida por
todo mi alrededor y especialmente muy observadora de la naturaleza. De ella
arranco las imágenes más puras, más hermosas y más llenas de significado. La
naturaleza es una metáfora inabarcable. La tierra posee tanta armonía
intrínseca, tantos registros, tantos símbolos… Creo que nunca hubiera sido
poeta si la vida me hubiera negado la proximidad con ella. Además vivo muy en
contacto con el campo y es natural que eso se haga notar en mi poesía.
El silencio, la soledad, el dolor, la muerte… están
también de forma recurrente en su quehacer poético. ¿Qué significan para usted?
Todos ellos caben en el mismo círculo de
pensamiento porque el hombre constantemente se pregunta. Para mí como poeta, estas
cuestiones muchas veces son un punto de partida. No debemos huir de lo que realmente
nos preocupa por dentro. Enfrentarse a ello puede ser doloroso pero también nos
permite conocernos mejor y “exorcizar” -si se puede decir así- muchos miedos
que sería muy peligroso dejar enquistados en el alma.
En diciembre de 2014 se alzó con el XXXIV Premio Mundial
Fernando Rielo de Poesía Mística. ¿Cómo responde a quienes le preguntan cómo se
puede ser poeta mística en el siglo XXI?
Yo soy una mujer corriente y moliente,
extrovertida, moderadamente feliz, que no quiere renunciar a sus apetitos
terrenales, y que no ha tenido ni aptitudes ni intención de emprender vía
purgativa alguna como la de los grandes místicos. Llegué a la poesía mística escribiendo
y pensando al hombre y al mundo. Cuanto más se escribe, más necesidad hay de escribir. Cuanto más se
piensa, más necesidad hay de pensar. Y si hay algo que le preocupe al hombre
desde que fue capaz de pensarse y tener conciencia de sí mismo, es su
trascendencia. Sean cuales sean los tiempos y su generación. Por desgracia
nuestro tiempo es hostil al trato con lo sagrado. Aun cuando esta sociedad no
hace más que hablar y defender todo tipo de libertades, la libertad de Dios está
estigmatizada y es observada con antipatía, burla o menosprecio. De todos modos
esta cuestión nunca me ha preocupado. Si algo procura el ejercicio poético,
místico o no místico, es un hermoso tiempo de soledad, único e incompartible,
que solo puede ser plenamente comprendido por los poetas.
¿Qué le falta por
leer y escribir?
Es tanto, que lo que me falta es tiempo.
Isabel Bernardo Fernández
Salamanca, noviembre 2016
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