Víctor Morales Lezcano
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En
el mediodía de una de estas jornadas frías pero soleadas del noviembre
madrileño ha tenido lugar una velada fuera de lo ordinario. Primero, porque la
Fundación Menéndez Pidal ha cumplido su trigésimo aniversario en su sede
habitual, que fuera domicilio, refugio documental y biblioteca de don Ramón. Y
en segundo lugar, porque se ha hecho oportuno aprovechamiento de la efemérides
para presentar el Archivo Pedagógico María Goyri/ Jimena Menéndez Pidal.
Por
si no fuera suficiente en contenido evocador el acto, la Fundación lanza los
tres primeros volúmenes de la colección Renuevos del Olivar de Chamartín, porque
olivar era la zona en que el ilustre filólogo e historiador hizo edificar su
vivienda en 1925.
Una
exposición evocadora del espíritu que animó la dimensión pedagógica de la
personalidad de María Goyri y de su hija, Jimena, recupera en los altos del
sobrio chalet un enfoque de la escuela y colegio liberales, que, sobrevivió, a
propósito, a partir de 1940 en el Colegio Estudio. Su alma mater,
recuérdese, fue JMP, anagrama que gustaba usar la heredera (junto con su
hermano Gonzalo) del matrimonio Menéndez Pidal-Goyri.
El juego
es arte y placer estético -escribió Jimena-. En él aprendemos destreza en la lid, modestia en la victoria, tranquila
cortesía en la derrota. Dominio sobre nosotros mismos y -apostillaba JMP- buen
humor constante.
En
tiempos de alboroto pedagógico, como los presentes, en la escuela y en más de
alguna institución política, el elogio del fair
play que recoge la amable
consideración reflexiva de la autora nos hace pensar cuánto está haciendo falta
en España volver, en gran medida, a prácticas y usos de corte institucionista.
Entrañable
velada ha sido la que aquí referimos. Presidió el acto Jesús Antonio Cid, catedrático
de Filología Hispánica en la UCM, y lo clausuró la alcaldesa de Madrid.
Enhorabuena a todos los que han conseguido realizarla.
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