por Julia
Sáez-Angulo
21/08/17
.- SAN LORENZO DE EL ESCORIAL .- El actor Daniel Albadalejo ha interpretado
“Malvados de Oro” en el Teatro Carlos III de San Lorenzo de El Escorial. Todo un trabajo en solitario junto a unas
proyecciones, una banqueta y dos capas, que le permitían hacer un desfile de
grandes monólogos de los más perversos personajes del Siglo de Oro español
fundamentalmente, con ráfagas y comentarios de humor o comentarios críticos con
más o menos acierto, incluidos el facilón de Trump o sobre los refugiados
(chirriaba algo en medio del atentado en Barcelona y Cambrils), que llegaban
hasta hoy.
Hay
buena materia en el actor, capaz de interpretar, hablando y moviéndose con
dominio y desenvoltura, durante una hora en el escenario. Vestido de negro, da
cancha a unos textos y comentarios reflexivos sobre el bien y el mal y sobre todo
lo contrario para desengrasar el discurso filosófico. Si uno necesita al otro –el
bien al mal- o viceversa. Juegos de palabras y provocaciones que pasan con
rapidez ante el espectador en medio de la cascada de palabras.
Albadalejo
interpela de vez en cuando al público y lo invita a subir al escenario o a leer
una nota inane sobre “terminar e ir a beber una cerveza”, que más bien resta la
solemnidad del texto con que el espectador desea envolverse a fondo, sin
deshacerlo en el azucarillo de comentario jocoso.
Los
malvados que se resucitan en el escenario van, desde el comendador Fernán
González y Laurencia, de la obra Fuenteovejuna,
de Lope de Vega, al rey Basilio y
Segismundo de La vida es sueño, de
Calderón de la Barca; el duque de
Ferrara, de El castigo sin venganza de
Lope de Vega, Semiramis de La hija del aire, de Calderón de la
Barca, para terminar con el Anticristo
de Ruiz de Alarcón. Todo ello, Lope y Calderón, confrontados de modo cómico con
el único autor inglés Shakespeare, en una goleada imaginaria. Ruiz de Alarcón
puso punto final al popurrí del Siglo de Oro, que se disfruta en la
interpretación de Albadalejo, aunque a una le hubiera gustado un poco más de
solemnidad como requieren algunos versos.
NOTA BENE.- Algunos insectos distraían cruzando las luminarias del escenario de vez en cuando.
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