Julia
Sáez-Angulo
“La pintura es un lenguaje de signos” dijo Picasso al reflexionar sobre
el cubismo, movimiento plástico que él mismo había iniciado junto al francés Georges
Bracque. Un movimiento del que apenas había representación pictórica en España,
es decir en los museos españoles, hasta la llegada de la Transición de la
dictadura a la democracia, en 1978, periodo en el que se crearon más de 25
museos de arte contemporáneo en todas las comunidades autónomas.
El
Museo Reina Sofía ofrece hoy 38 obras cubistas, entre pinturas y esculturas, procedentes
de sus propios fondos y del depósito en comodato de cinco años por parte de la
Fundación Telefónica que, en la historia de su coleccionismo optó por adquirir
obras, principalmente de Juan Gris y Luis Fernández, de la mano de Nieves Fernández.
Un coleccionismo coherente y articulado.
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Hoy
en día no es fácil poder adquirir en el mercado del arte –galerías o subastas
públicas- obras impresionistas o cubistas, por lo que lograr un conjunto
cubista como el que hoy ofrece el Museo Reina Sofía es un logro y un acierto.
Algo de lo que en verdad hay que congratularse, en la esperanza de que el
comodato de Telefónica se prolongue más allá de los cinco años.
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