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Julia Sáez-Angulo
Vaya por delante que soy católica,
apostólica, romana y sentimental como el marqués de Bradomín, no como Oriol
Junqueras, porque no estoy implicada en un supuesto de grave delito de sedición,
organizado en banda, que iba desde una hoja de ruta, con agi-propagandistas
subvencionados por los conjurados, hasta el espectáculo final implicado de
Roures con los programas y actuaciones pregrabadas con pos-verdad en sus
cadenas televisivas.
Los obispos catalanes en su
comunicado no han contemplado esto, ni la xenofobia antiespañola de los
nacionalistas, ni el acoso moral en las escuelas a quienes no lo eran, ni el
incumplimiento sistemático de sentencias judiciales y constitucionales, pasadas
por su arco del triunfo, ni las subvenciones repartidas entre ellos con una
endogamia supremacista repugnante.
Tampoco han visto la fullera
agitación de banderas sectarias separatistas en iglesias y monasterios como
Montserrat, donde no pueden ir mas que los que están adoctrinados en la
hegemonía mental del separatismo. Los obispos catalanes solo han hablado, con
contención que se lee entre líneas, en favor de los presos presuntos
delincuentes de su sedición organizada, como si los demás residentes en
Cataluña no merecieran la atención de sus prelados. El nacionalismo excluyente
ha sido bien condenado por los últimos papas.
Tiempo y espacio son las coordenadas
del hombre. Los obispos catalanes reaccionan en espacio parcial y en tiempo
inadecuado. Tienen anteojeras. Solo me cabe pensar con la vox populi que calladitos estarían mejor. Qué den al Cesar lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios. La doctrina de Cristo en la que creo
es para enseñarla con amor ecuménico y con menos sectarismo. La Conferencia
Episcopal debe tomar nota de estas manifestaciones extemporáneas.
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