Busto de José Hernández ante el Museo que lleva su nombre en Buenos Aires, junto a busto de Walter Owen, escocés que tradujo "Martín Fierro" al inglés.
Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek
22.12.2021.- Buenos Aires.- En el Museo de Arte Popular, MAP, José Hernández de Buenos Aires recibieron al profesor latinista Raúl Lavalle con todo entusiasmo. Se lo merece. Él es un buen profesor de la UCA, Universidad Católica, buen conocedor del “Martín Fierro” (1872) -lo tradujo al latín como una extravagancia intelectual-, libro de José Hernández (1834-1886) y coleccionista de casi un centenar de ejemplares del poema gauchesco “Martín Fierro”, que van desde la edición príncipe a una de quiosco. Entre medias ediciones traducidas a todas las lenguas, por supuesto en guaraní, o singularmente encuadernadas. No hay nada como una colección, que según la definición clásica es “la pasión de una persona que se deshace en una testamentaría”, a menos que el coleccionista tome medidas con antelación.
A la vista de todo esto, le pedí al latinista que me transmitiera unas líneas sobre “Martín Fierro”. Aquí están:
“En 2020 se cumplirán ciento cincuenta años de la aparición de la Primera Parte del Martín Fierro. No soy entendido (solamente un lector) en literatura argentina, pero me permito decir dos o tres pequeñeces. Una, cometo el pecado de ser autorreferencial (como se dice ahora), pues me alegro de haber podido hacer una versión (no traducción) al latín del poema de José Hernández. Una partecita la hice en España, estando unos días allí de viaje. A dicha estancia pertenece esta coplilla latina:
In campis quos peragrabat
Rudericus Vivarensis
Ferreum ego Martinum
temptabam interpretari.
[En los campos que recorría / Rodrigo de Vivar / yo el Martín Fierro / intentaba traducir.]
Y justamente quiero recordar que ser gaucho es una forma de ser español; por eso improvisé esta otra coplilla:
Es ansí, amigo gaucho,
no nació usté de un repollo:
vino desde las Españas
y vivió entre nosotros.
Y lo último, que, así como los navegantes tienen su mar y sus estrellas orientadoras, algo parecido le pasa al gaucho, pues vive en un inmenso piélago, la mar de la pampa. Lo cual trato de expresar en otra copla:
No tengo a la vista el mar
mas no padezco nostalgia,
pues sé que hay otro mar,
que es el mar de la pampa.”
El escritor Jorge Luis Borges tampoco escapó a glosar y parafrasear el “Martín Fierro”, cuando en su tema de cambio del destino, toma a un personaje del libro y lo hace cambiar de bando ante el asombro al ver la valentía del desertor Fierro. De la misma manera que el bárbaro invasor de Rávena se pasó al enemigo para defender la belleza de aquella civilización que tenía delante.
Borge tenía su idea sobre los gauchos: No murieron por esa cosa abstracta, la patria, sino por un patrón casual, una ira o una invitación de un peligro.
Comienzo del Martín Fierro
Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como la ave solitaria 5
con el cantar se consuela.
Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia 10
me refresquen la memoria,
y aclaren mi entendimiento.
Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda 15
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en esta ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas, 20
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar-:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.
Mas ande otro criollo pasa 25
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.
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