Que viva México! (9) : Hacia las Mariposas
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, culpando a las autoridades federales de no hacer nada al respecto".
Así que, por la noche, al cerrar los ojos para dormirme, ¿qué creéis que veía?... pues monarcas y más monarcas.
Dejamos las bellas playas acapulqueñas para subir hasta Taxco (a 1.800 m de altitud) en nuestro camino hacia la Reserva Mariposa Monarca. Nuestro plan es seguir subiendo hasta Guadalajara, bajar al Pacífico de nuevo y llegar hasta Los Mochis. Aquí haremos La Barranca del Cobre con el Ferrrocarril Chihuahua Pacífico y luego bajaremos por Zacatecas, Guanajuato y Querétaro, para estar a primeros de mayo en Méjico D.F. ¡Espero llevarlo a cabo sin contratiempos!
Taxco de Alarcón, "la capital mejicana de la plata", es ciertamente una ciudad singular y pintoresca en el altiplano central. "Ofrece el mágico encanto de sus calles empedradas, sus bellos edificios coloniales y sus casas de paredes blancas y tejas rojas, aparte de la incomparable belleza de la Catedral de Santa Prisca". Pues sí, eso que dice la guía y mucho más. Apiñadas sus casas entre las montañas y barrancos que rodean la ciudad y con un tráfico imposible en el que destacan los innumerables "escarabajos" que cumplen perfectamente su papel de taxis ideales para moverse por sus escarpadas cuestas, Taxco es la ciudad idónea para perderse por sus callejuelas estrechas y empinadas, siempre que te dejen los puestecillos de los locales -presentes por todas partes vendiendo sus artículos de plata, artesanías y baratijas- y el tráfico intenso en las pocas calles por las que se puede circular ya que el resto son escaleras interminables.
Dicen que, en cuanto llegaron aquí, los españoles empezaron a encontrar plata a raudales, "plata" que, al escasear ahora, ha sido sustituida por el turismo, especialmente nacional y procedente de Ciudad de Méjico. Muy pocos turistas extranjeros hemos visto también por aquí.
La joya de la ciudad es, indudablemente, el hermosísimo Templo de Santa Prisca, costeado de principio a fin por el devoto José de la Borda. Cuenta la leyenda que Don José llegó, allá por 1716 procedente de Francia, a trabajar aquí en las minas, y que un día se cayó del caballo que montaba (como si de un Pablo de Tarso se tratara) cerca del lugar donde se ubica actualmente el templo. La caída hizo que quedaran al descubierto algunas piedras y que el joven José encontrara así una enorme veta de plata, que lo hizo inmensamente rico. Y cuentan también que Don José dijo entonces: "Dios da a Borda, Borda da a Dios" y se puso a financiar, entre 1751 y 1758, este templo que, después, se convertiría en el icono de la ciudad. Es verdad que el proyecto lo llevó casi a la bancarrota pero claro que mereció la pena. Se cuenta también que Don José tuvo dos hijos. Una chica que se metió monja y un chico que se hizo sacerdote, por lo que ahí acabó su linaje. Y hasta se dice que, una vez finalizado el templo, Don José lo mantuvo cerrado durante 7 meses para que su hijo pudiera oficiar su primera misa en él.
La belleza de la iglesia es incomparable. Juan María Maury le dedicó estos versos:
"Con el hechicero adorno
de tantas bellezas juntas,
no hay corazón que no robe
ni quietud que no destruya"
El exterior tiene una magnífica fachada churrigueresca de piedra rosada y dos esbeltas torres-campanarios, que relucen especialmente a la luz solar del atardecer; y el interior es realmente increíble. Los altares cubiertos totalmente de oro y bellamente esculpidos forman una de las máximas expresiones del barroco mejicano. Hay 8 altares laterales, tres más en una capilla a la izquierda y un magnífico altar mayor de 7 columnas. Los 12 retablos de estos altares están profusamente decorados con estatuas de ángeles, santos, vírgenes, caras y bustos de papas y cuantas figuras imaginarse uno pueda. En el altar mayor se reconocen los 4 evangelistas, los 12 apóstoles, San Miguel Arcángel, el Sagrado Corazón, la Concepción en su vitrina ("la virgen de todas las vírgenes", según el guía) y Dios Padre arriba coronándolo todo. También destacan, a ambos lados, Santa Prisca vírgen y mártir con una rama sobre su mano derecha y San Sebastián mártir.
Al final, pasamos a ver la sacristía, llena de enormes cuadros con marcos dorados representando escenas de la vida de la Virgen y del Niño Jesús, y otra sala adyacente con retratos al óleo de todos los prohombres de la época, incluyendo al Papa y al máximo poeta local, Juan Ruíz de Alarcón, al que Lope con su ingenio le dedicó las siguientes coplillas:
En Tasco la Fama
que como el Sol descubre cuanto mira,
a D. Juán de Alarcón halló que aspira
con dulce ingenio la Divina Rama
la Máxima cumplida
de lo que puede la virtud unida.
Otra gran atracción de Taxco son las Grutas de Cacahumilpa. Están un poco lejos de la ciudad (a una hora de viaje), pero son también impresionantes. ¿Os acordáis de las Grutas de San Cristóbal de las Casas? Pues algo similar pero a lo grande. Todo es enorme en este asombroso fenómeno geológico, producto de 85 millones de años. Enormes cuevas de 80 metros de altura y 100 metros de anchura; enormes los 2 km de recorrido de ida y otros tantos de vuelta, de los cuales 1,2 son planos y los 800 metros restantes son escaleras; y enormes las ornamentaciones naturales: esplendorosas estalactitas y estalagmitas de todos los tamaños y proporciones. La visita tiene que hacerse necesariamente con guía y, si no vienes en un tour, tendrás que esperar a las horas en punto para entrar. A nosotros nos tocó el grupo de la 1 de la tarde, de los peores al haber mucha gente ya que seríamos unas 200 personas y porque, claro, mover un grupo así requiere más tiempo. La caminata bajo la tierra se hizo pesada ya que tardamos más de hora y media en hacer todo el recorrido y luego más de media hora de regreso a oscuras y "a toda leche" porque había que volver a Taxco y todavía no habíamos comido.
El guía, a los gritos de: "Avanzamos todo el mundo por este lado", "Jóvenes, formando media luna por favor", "¡Animo jóvenes!, "Alto ahora aquí" y otras exclamaciones similares, intentaba amenizar el recorrido con chistes y gracietas de todo tipo sobre las formaciones naturales que estábamos viendo. Así señalaba con su gran linterna que allí había una pareja de brujos, allá un cocodrilo y acullá un guerrero azteca, la trompa de un elefante, un paladar gigante (¡fue lo único que le quedó al hombre!, ironizó), la cabeza de un león, un toro negro, un jorobado y cosas por el estilo, mientras pasábamos por enormes espacios a modo de salones -con nombres como Las Fuentes, Los Enamorados, la Aurora, los Tronos, la Plaza de Armas, el Puerto del Aire- hasta llegar al último llamado "La Gloria y el Infierno" con enormes figuras de una botella de champán, la cúpula de una iglesia y de, incluso, el árbol de Tule. Hay que decir que el guía iba iluminando zona tras zona de las grutas a medida que avanzábamos, zonas que naturalmente quedaban a oscuras cuando se pasaba a las siguientes.
A Cuernavaca voy, que solo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento,
la breve distancia de un suspiro
(Alfonso Reyes)
De Taxco tardamos hora y media en llegar a Cuernavaca, "la ciudad de la eterna primavera", porque, al igual que ocurre con Taxco y a pesar de la altitud, el clima es muy benigno. Lo de "la eterna primavera" se atribuye al científico alemán Von Humboldt, que la acuñó cuando visitó la ciudad en 1803. Y es que la primavera campea siempre sobre la capital del Estado de Morelos. Delicioso clima, templado y sedante, como dijo alguien. O, como dice el poeta Manuel Benitez en estos birriosos versos:
"Ese cálido pulso
con que la doctorada en primavera
Cuernavaca florida
expande bugambillas cardenales"
Aparte de su buen clima, Cuernava tiene poco que ofrecer al turista. Una tópica Plaza de Armas llena de restaurantes, bandas de mariachis y una estatua de Emiliano Zapata que nació en este estado; un Palacio de Gobierno que no se puede visitar; y una catedral empezada a construir por los franciscanos en 1526 dentro de un recinto que más bien parece una fortaleza y con un interior moderno bastante pobre. Hay también, a la entrada del recinto, otras dos iglesias más pequeñas. Y una serie de frescos en las paredes laterales de la catedral mostrando la persecución de los misioneros franciscanos ¡en Japón!. Al parecer, Cuernavaca era el centro de las actividades de los franciscanos en Asia y estos frescos, descubiertos a principios del siglo pasado, fueron pintados por un japonés convertido al catolicismo.
Y, para colmo, tuvimos mala suerte porque los dos monumentos más importantes de la ciudad, el Palacio de Cortés donde él y su familia vivieron, y el Jardín Borda con sus paseos, fuentes y estanques versallescos, estaban cerrados el lunes 11, que fue el último día que pasamos allí.
¡Ah!, y paseando por la ciudad nos topamos con la esquina donde estuvo la famosa cantina "El Farolito" que Malcom Lowry inmortalizó en su novela "Bajo el Volcán" ambientada aquí y que ahora es el Hotel España. También aprovechamos para ver un film "tremendo": El "Amour" de Haneke. ¡Esperemos no tener que vernos así en nuestra vejez!
Para llegar a Angangueo, el punto de partida para ir a la Reserva o Santuario de las Mariposas Monarca, tuvimos que tomar ¡tres autocares!. Con Autotransportes Flecha Roja fuimos hasta Toluca en 2 horas y media, allí tuvimos suerte porque media hora después de llegar salía otro de Autotransportes Herradura de Plata hasta Zitácuaro, en el que tardamos el mismo tiempo. Y, finalmente, por unos módicos 17 pesos (un euro) llegamos en hora y media a Angangueo en una "combi" local. Buscamos, como siempre, un hostal cerca de la plaza y salimos pitando a la Oficina de Turismo donde un señor muy amable, que hablaba de las "maripositas" con tal cariño que talmente parecían sus hijas, nos dijo que, de los dos santuarios que hay para verlas, nos recomendaba vivamente "El Rosario" porque si íbamos al otro, Sierra Chincua, encontraríamos muchas menos y ya había recibido por eso protestas de algunos turistas.
Teníamos ciertos reparos en ir al Rosario porque decía el Lonely Planet que, al ser el santuario más popular, era visitado en febrero y marzo por 8.000 personas diariamente; que para llegar a donde estaban las mariposas había un empinado camino de 2 a 4 km; y que el habitat había sido dañado seriamente por talas clandestinas. Además, proseguía, había que ir primero a Ocampo y de ahí al Rosario (o sea tomar dos "combis").
Bueno, la situación con la que nos encontramos, afortunadamente, fue muy diferente. Salimos a las 8 y media en una combi directa a la Reserva, los únicos extranjeros éramos un francés y nosotros, el "empinado camino" se redujo a media hora de subida con fáciles escaleras de cemento (Nati lo hizo a caballo por si se mareaba), y sí, encontramos árboles talados pero, según el guía, ellos plantan 14.000 árboles cada seis meses (muchos parecen, ¿verdad?)
¿Qué es lo que hace que estas Monarcas sean uno de los espectáculos naturales más impresionantes del mundo?
Pues que estas "maripositas" realizan la migración más larga que se conoce entre todos los insectos.
Cada otoño, desde finales de octubre, más de 150 millones de estas "Viajeras Interminables" vienen aquí, al altiplano mejicano, en busca de lugares más cálidos para pasar el invierno viajando hasta 5.000 km desde el sureste del Canadá y el noroeste de EE UU. Se calcula que de la totalidad de las Monarca que vienen a Méjico, el 70 por ciento se queda en los santuarios de El Rosario y Sierra Chincua, a una altitud de 3.000 m, con clima templado y húmedo, y unas temperaturas promedio de 8 a 22 grados. Y permanecen hasta últimos de marzo, fecha en que regresan otra vez al norte, antes de empezar la temporada de las lluvias porque el agua dañaría sus frágiles alas.
El increíble espectáculo es ver a millones de mariposas -es decir el cielo prácticamente lleno de ellas- a tu alrededor, en sus colonias y llenando a rebosar las ramas de los oyameles (abetos) de estas zonas boscosas. Y además es muy fácil verlas apareándose en los caminos, en las ramas y hasta en el agua porque, en marzo y con el calor de la primavera, alcanzan su madurez sexual. Cada hembra atrae a múltiples machos para asegurar la reproducción. Abdomen con abdomen, el macho arriba batiendo las alas y la hembra debajo con las alas cerradas y moviendo sus patas. Al final, el macho se va volando llevándose a la hembra pegada a él, hasta que cae exhausto y muere. Las hembras embarazadas, a finales de marzo, se dirigen al norte -por estas fechas cada día se van ya miles de ellas-, dejan multitud de huevecillos en el camino y mueren al final. Siete días después de los huevos saldrán larvas, que se convertirán en capullos y, 2 semanas más tarde, en nuevas mariposas. En todo ello tardan de 5 a 7 semanas. Estas jóvenes monarcas llegan a los Grandes Lagos del Norte y procrean a su vez con lo que, para mediados de agosto, otra generación de mariposas empiezan a viajar hacia el sur. Se estima que son necesarias de 3 a 5 generaciones para completar el viaje de ida y vuelta de Canadá a Méjico.
¿Cómo regresan las mariposas al mismo sitio si nunca estuvieron allí? ¿Y cómo se les ocurre venir y pasar el invierno en estos bosques mejicanos? ¿O a pasar el verano allá en la región de los Grandes Lagos? Son preguntas sin respuesta porque nadie lo sabe.
La subida a "El Rosario", o a cualquier otro santuario de mariposas, hay que hacerla necesariamente con guía. El precio no está especificado, por lo que se apalabra con él. Nosotros, al ser tres con el chico francés, pudimos regatearle un poco. También es conveniente llegar temprano (de 9 a 10 de la mañana puede ser una buena hora) ya que las mariposas vuelan sólo cuando hay sol y en el bosque suele nublarse después del mediodía. Ya al subir por las escaleras vimos bastantes ejemplares muertos y a muchos volando, pero al llegar a la colonia donde más había, eso fue ya ¡el acabóse! Miles, que digo miles, millones de acá para allá y de allá para acá, volando de árbol en árbol y llenando por completo sus ramas. No se podía ir más allá de una cuerda puesta allí por los guardas para no molestarlas. ¡Prohibido uso flash! ¡Ojo, cuidado no pisarlas! ¡Favor de guardar silencio! ¡No tocar mariposas, vivas o muertas! eran algunas de las advertencias allí escritas. "C´est incroyable" decía el francés cediéndonos sus prismáticos para que viéramos mejor los enormes enjambres de mariposas colgando de las ramas. ¡Yes, millions of butterflies! le replicaba yo de cachondeo. "Se ve todo tapizado de mariposas" o "Se arraciman tanto para darse calor", añadía el guía. ¡Qué bonitas son, la verdad! musitaba Nati. En fin, fotitos por aquí y fotitos por allá para captar este "milagro de la naturaleza" que se ve amenazado por la depredadora calandria, un pájaro que se las come volando. ¡Los derribamos con rifle de lente", nos dijo el guía. O por otras causas: al día siguiente leía en "Provincia" -un diario de por aquí- este titular: "En riesgo, bosque de la Monarca" y añadía que "el edil de Ocampo aseguraba que al año se pierden 50.000 árboles oyameles afectados por las plagas y los incendios forestales, culpando a las autoridades federales de no hacer nada al respecto".
Así que, por la noche, al cerrar los ojos para dormirme, ¿qué creéis que veía?... pues monarcas y más monarcas.
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