Darren Almond en el espacio Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid
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Se trata de uno de los más
aclamados creadores de la generación de los ‘Young British Artists’
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Se exhibe un mural realizado
para esta ocasión formado por 135 paneles en un muro de 7 metros de altura
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La pieza central es una
videoinstalación del mayor aljibe escalonado del mundo en Chand Baori (Rajastán,
India)
El Gobierno regional reúne, por
primera vez en Madrid, la obra del
artista británico Darren Almond en una exposición que, bajo el título Atmos, se podrá ver del 6 de junio al 4
de agosto en la Sala Comunidad de Madrid-Alcalá 31. Esta muestra, enmarcada en
la sección oficial de PHotoEspaña 2013, permitirá conocer de manera articulada
el modo en el que Almond ha indagado sobre el problema clásico de la
representación del tiempo, entre la medición y la duración.
A través de la exposición Atmos, Almond ha manipulado diferentes
medios para explorar los efectos del tiempo sobre el individuo. Pero lo que
sustenta todo el trabajo exhibido en ella es el potencial simbólico y emocional
de los objetos, lugares y situaciones, que tienen resonancias universales y
personales. La muestra, comisariada por Lorena Martínez de Corral y Santiago Olmo, ha sido realizada con la
colaboración del British Council.
Almond (Wigan, 1971) se forma en
la Winchester School of Art donde se gradúa en 1993 y empieza a ser conocido
como integrante de los Young British Artists a principios de esa década. Desde
el inicio de su carrera destaca por la innovación que aporta al lenguaje visual
y en 1996 se le concede el premio Art & Innovation del Institute of Contemporary
Arts de Londres.
Los intereses de Almond, un
ávido observador de trenes, se han centrado en la representación del tiempo, el
viaje y la exploración. Ha abordado el viaje y los desplazamientos como puntos
de partida y de llegada de trayectos espaciales y temporales, lo que le ha
abierto a una profunda reflexión sobre las condiciones de la percepción
contemporánea, convirtiendo su obra en una referencia imprescindible del arte
más actual. La extensa obra de Almond
incluye diferentes técnicas desde la fotografía, la videoinstalación, la
pintura y la escultura: todas estas vertientes están presentes en la
exposición.
Esculturas y fotografías
y pinturas
Desde principios de los años 2000, Almond ha
explorado una serie de esculturas basadas en relojes, cada una de las cuales
refleja el paso del tiempo y pone de relieve la obsesión de nuestra cultura por
calcularlo. Así ocurre con Atmos Clock:
un reloj que funciona mediante los cambios de la presión atmosférica y que da
título a esta muestra.
En esta obra, sin embargo, la
clave no está tanto en su presentación como aparato de medir, sino en el modo
de representación mediante la transmisión de su mecanismo a una proyección
sobre pantalla a través de una cámara oculta. De este modo Almond pone de
relieve la importancia que actualmente tiene en nuestro marco perceptivo el
directo, la transmisión en tiempo real, como un simulacro de realidad, en
conexión con la medición del tiempo.
En la muestra se exhibe también
otra de las últimas escultura de este tipo de trabajo, Rauschenberg's Mantle Piece, un aparato que funciona mediante los
cambios en la intensidad de la luz al modo de un radiómetro, y que remite a las
formas de los instrumentos científicos experimentales.
Reloj solar
Por otro lado, la serie de 5 fotografías
titulada Present Form, representan
los monolitos que conforman el gran complejo megalítico sagrado de Stennes en
la Isla de Orkney, al norte de Escocia. Su disposición circular sugiere un
funcionamiento al modo de una especie de reloj solar y estacional. Las
fotografías en la exposición, recrean para el espectador una visualización en
círculo y proponen otro modo de representación del tiempo.
Entre la serie de pinturas, que
remiten a los relojes numéricos, habituales en estaciones, aeropuertos y
espacios públicos, se incluye en la muestra Black
Chance 605470614539409352, un gran mural realizado específicamente para
esta ocasión formado por 135 paneles y que ocupa un muro de 7 metros de altura.
También se incluyen varias
piezas de la serie Trainplates que se
inspiran en la señalización tradicional de los ferrocarriles británicos y que
constituyen el soporte para frases dotadas de cierto aliento poético; una serie
de obras sobre papel, Vertical Plots and
Doppler Dots, realizada en 2013, y la pieza Perfect Time (6X3) formada por 18 relojes digitales manipulados y
sincronizados.
En su extensa serie de
fotografías, Fullmoon, muestra paisajes
de todo el mundo tomados a la luz de la luna mediante tiempos de exposición muy
largos que determinan una luz inquietante, que no pertenece propiamente ni al
día ni a la noche, y el tiempo representado aparece como duración suspendida. De
esta serie se exhibe una selección de 16 piezas realizadas en el Ártico en las
que domina una tonalidad monocromática (Arctic
Plates).
El núcleo de
exposición: All Thing Pass (2012)
El núcleo de la exposición es All Thing Pass (2012): una
videoinstalación articulada en cinco pantallas de proyección y rodada
recientemente en Chand Baori (Rajastán, India), el mayor aljibe escalonado del
mundo. El pozo construido en el siglo VII d. C., está adosado a un templo y fue
diseñado para recoger la lluvia que deja el monzón en una región extremadamente
desértica. Las imágenes combinan instantes de la estación seca y la estación
húmeda, y recogen el momento de la irrupción de las primeras lluvias, que
llegan al fondo del pozo creando cascadas a través de las escaleras y
plataformas que lo conforman como una gigantesca pirámide invertida.
Darren Almond se interesó
inicialmente por el alga fosforescente endémica que crece en la superficie del
agua del pozo, ahora que éste no está en uso para fines domésticos y solo se
permite el acceso un día al año. El sentido de la obra, no obstante, se dirige
hacia una reflexión más general sobre el modo en el que las necesidades humanas
se conectan con fases y ciclos estacionales, en definitiva con lo inaprensible
del universo y las estrellas, que aparecen en la proyección (visualizadas desde
el fondo del pozo) como un leitmotiv.
Con una duración aproximada de
30 minutos, las proyecciones están sincronizadas a una pieza musical
tradicional en la que intervienen cuatro músicos y en la que aparecen motivos
ascendentes y descendentes que reflejan las sensaciones que transmiten las
propias imágenes a través de la arquitectura, la llegada del agua y el inicio
de la lluvia.
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