Pilar Aroca Lastra
Julia
Sáez-Angulo
La escritora Pilar Aroca (Madrid, 1937) ha pronunciado una
conferencia sobre la pintora “Maruja Mallo y los poetas” en la Casa de
Castilla-La Mancha en Madrid, donde puso de relieve la aportación de esta
artista en las vanguardias de primeros años del siglo XX.
La conferenciante, poeta y crítica de arte, fue presentada
por los escritores Luis Leal, Margarita Arroyo y Francisco de la Torre.
Pilar Aroca Lastra definió a
Maruja Mallo (Lugo, 1902 – Madrid, 1995) como “poeta del color, intelectual y
rebelde, en la que vida y obra se hallan compenetradas”. Fue una figura de la
vanguardia interior de los años 20 y 30, que se insertó en el surrealismo.
En Madrid se relación con los integrantes de la Escuela de
Vallecas en la pintura, sobre todo con Benjamín Palencia y su primera
exposición sobre fiestas y verbenas fue recibida de modo contradictorio entre
la crítica artística. Giménez Caballero denostó su obra.
La pintora era una “provocadora y licenciosa en su proceder
como mujer. Escandalizó porque le gustaba provocar y era incitada a ello en el
ambiente en que se desenvolvía”, señaló Aroca en su exposición. “Los más desinhibidos
la tomaron por abanderada de la rebeldía”.
Maruja Mallo –siguió recordando la conferenciante- colaboró
en las revistas “Cruz y Raya” de José Bergamín y en la “Revistas de Occidente” de
ortega y Gasset. La pintora se reunía en Madrid con Federico García Lorca,
Buero Vallejo, Salvador Dalí, Rafael Alberti o el escultor Alberto.
Maruja Mallo
Exilio
voluntario y regreso
Durante la guerra civil española, Mallo se exilió voluntariamente
en Argentina en 1937, donde fue bien recibida en los círculos intelectuales de
la revista “Sur” y donde siguió con su obra, entre ella murales para algunos
edificios bonaerenses.
En su regreso a Madrid en 1962, Mallo no tuvo el
reconocimiento que ella esperaba. En cualquier caso, Maruja Mallo fue una
artista polifacética valiosa que supo hacer una obra relevante en la pintura,
la cerámica, los murales, las conferencias. Su obra fue grande e imprevisible, concluyó Pilar
Aroca.
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