Julia
Sáez-Angulo
22/11/2015.-
El diablo se viste de Prada fue la
película de éxito que narraba la vida de
Miranda Priesley, inspirada en Ana Wintour, editora de Vogue. El Teatro Español en Madrid ha puesto en escena un monólogo
de la actriz Carme Elías, editora, que interpreta al personaje real e histórico
de Diana editora de Harper´s Bazaar y
Vogue.
El texto
es de Mark Hampton y Mary Louise Wilson –que la interpretó en Broadway de Nueva
York en 1995-, traducido por Joan Sellent, bajo la dirección de Gido Torlonia.
La obra
se desarrolla tras el despido a os 70 años de la célebre directora de
publicaciones de moda, que regresa a Nueva York tras una gira de cuatro meses de
vacaciones y descanso por Europa.
El
personaje interpretado por una ágil Carme Elías se dirige al público y comparte
con él sus deseos de emular triunfos y alguna confidencia sobre su nueva
situación, donde no abunda precisamente la liquides dineraria y hay que echar
mano de los criados para pagar propinas.
El mundo
del glamour y las apariencias que se trata de sostener a toda costa, sin darse
cuenta de que el tiempo ha pasado para todos, que los años no perdonan y cada
cual tiene su propio tiempo, incluido el modista Cristóbal Balenciaga, que
cerró sus tiendas para siempre con fuerte impacto para muchos del circuito,
incluida Diana Vreeland.
Retirarse
a tiempo es un arte de inteligencia y humildad que no todos saben hacer.
Correcta
la puesta en escena, donde la elegancia de Carme/Diana lo llena todo. La moda
es un mundo extenuante viene a confesar el personaje que trabajaba horas en s
despacho y no salía ni siquiera para almorzar, conformándose con un sándwich.
Había que ver más de cinco mil fotografías que significaran algo para ella a la
hora de publicar.
Diana,
cazadora de la belleza, recuerda los momentos de encuentro con gente importante
como Coco Chanel o Elena Rubinstein, que si no fueron felices, sí al menos se sintieron
con el cetro del poder en su propio campo.
Carme
Elías está espléndida en su papel. De vez en cuando la traducción chirría con un
léxico afectivo o malsonante, que
desentona un tanto con la estética de los años 30 del siglo pasado; también
algunos momentos en la dicción de palabras como “peonias” (sin acento; quizás fuera puntual) o la pronunciación
francesa de Neuilly (sur Seine), el célebre barrio exterior parisino, donde
reside cierta burguesía.
La obra
se prorroga ante la aceptación del público, hasta el próximo 6 de diciembre.
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