miércoles, 18 de noviembre de 2015

Pamen Pereira "La mujer de agua sigue cantando", exposición en Trinta de Santiago de Compostela


Del 19 de noviembre al 04 de enero de 2016
"Aquellos que atraviesan el umbral del cielo, no son seres carentes de pasiones o que se han sometido a las pasiones, sino quienes las han cultivado y las han comprendido."

William Blake



Pamen Pereira 

Hace ya 23 años desde mi primera exposición en Trinta y pocas galerías se pueden sentir orgullosas de desplegar tanta confianza, generosidad y respeto a la hora de compartir los sabores y sinsabores en este mundo tan salvaje de la creación. Por eso ha sido para mí importante formar parte de este proyecto y lo es estar ahora aquí abanderando con convicción todo lo que ha pasado hasta ahora y sin duda todo lo que seguirá pasando. Ni que decir tiene que esta complicidad me ha ayudado a seguir siempre adelante y con profundo agradecimiento puedo decir que me ha ayudado a creer cada vez mejor en mí misma.

Inevitablemente pasan fugaces por mi mente años de soledad, dedicación, de aprendizaje y reinvención constante. Viajes a lugares insólitos donde la vida me ha llevado tanto dentro como fuera de mí, con los ojos y el corazón bien abiertos.

He vivido cada instante de todos estos años tan intensamente como he sido capaz. He acumulado y compartido tantas experiencias, exposiciones, gentes, y he desplegado tanta energía en cada proyecto, cuadro u objeto que he materializado, que me parece imposible hacer recuento. 

Me he esforzado por tratar de traducir esta inquietud que reconozco que muchas veces es arrolladora; ella me lleva a salir de mi zona de confort y poner los límites cada vez más lejos con todo lo que esto implica. Así que paso con facilidad de sentirme invulnerable a sentirme ínfima. 

Como si la fuerza de lo sublime, presente en el entorno natural y en la naturaleza de las cosas, me elevara más a allá de mi propia contingencia. El proceso que se desencadena es como un torbellino que absorbe todo, cualquier elemento cotidiano es metamorfoseado en objeto poético y ritual. 

Así pues, cada vez más, me siento como una chamán que proporciona alimento espiritual, una alquimista que juega con arcanos vitales. Me gustaría compartir con mi trabajo un latido vital, potente, como el de mi corazón.

Siempre pienso que cada exposición va a ser la última, así que hay una entrega incondicional en cada gesto y en cada momento. Yo no entiendo la creación como una ocupación profesional, soy un espíritu creador sin otra ocupación, por más que me haya costado asumirlo. Lo más importante para mí no es que la creación sea mi medio de subsistencia, sino que yo subsista por la creación, que se haya convertido en mi fuerza vital y que ésta la pueda contagiar a los demás. 
 
Todo lo anterior me ha hecho posicionarme en un estilo de vida que, aún sin dejar de darme miedo, me lleva a asumir el riesgo. No sé si podría vivir sin aventura y casi todas las obras tienen origen en la experiencia de estar vivo. 

Nunca he entendido mi quehacer como una ocupación meramente formal. Las formas están, pero lo importante es aquello que habla más allá de su apariencia. Aquello que evocan, sugieren, recuerdan, provocan. En definitiva, aquello que las ha formado y conformado, más que su evanescente presencia actual, puesto que esta se metamorfosea en función de su ubicación, iluminación y relación con otras obras.

Por todo esto afirmo "Tampoco el mar duerme". Algo o alguien permanece despierto eternamente. Hablo de una pulsión de vida constante, expansión sin fin... aun en la aparente quietud y en el silencio. La inmensidad del mar, las desatadas fuerzas del averno, metáfora o trasunto de las emociones, contenida en una pecera. Tremenda tempestad traída  a lo doméstico en un pequeño recipiente. O puedo sentir la Ecuanimidad en la imagen de un sombrero, suspendido mágicamente en el aire. Esa verticalidad de la vela encendida en la coronilla, en un estado de alerta permanente, esa balanceo entre el apego y el rechazo que consigue elevarnos. El perfecto equilibrio entre las fuerzas de atracción y repulsión. Y el sorprendente vacío tan pleno del campo magnético!

Haciendo un scherzo musical, como resumen diría que es como si cualquiera de mis exposiciones fuese en esencia una especie de mezcla alquímica entre mi "yo", Pamen, y la materia como madre o germen de mi creación. Materia que es partícipe de todos los elementos y de sus infinitas transmigraciones. Me puedo mover con soltura en los cuatro elementos, ya que me puedo disolver fácilmente en cualquier sustancia. Yo puedo ser cualquiera de éstos y sus frutos. Ser agua, fuego, tierra, aire. Pero también planta, piedra, ave y moverme como pez en el agua.
Levantarse y bailar transformando la materia es engendrar algo nuevo que ya no soy yo ni la materia original, sino objetos poéticos y espacios rituales. Pero para levantarse y bailar primero hay que cantar, cantar quiere decir utilizar la voz del alma. Y al cantar desarrollo mi propio poder para que la materia primera que parecía inerte cobre vida. Un poder mágico que se evoca con un canto mágico, porque todo canto es desde su origen una celebración ritual de la vida o de la muerte, de la siembra o de la cosecha, una invocación a la lluvia que fertilice la tierra. Así, la mujer de agua sigue y seguirá cantando hasta que la mujer de piedra se levante y baile.

Otoño de 2015
 
THE WATER WOMAN KEEPS ON SINGING

“Men are admitted into heaven 
not because they have curbed and governed their passions
or have no passions, 
but because they have cultivated their understandings”
William Blake
It’s been already 23 years since my first exhibition at Trinta Gallery and there are very few galleries that can feel proud of displaying such a confidence, respect and generosity at the time of sharing the sweet and bitter flavors of this wild world of creation. This is why it was important for me to be part of this project and it is also important now the fact of being here with conviction, championing everything that has happened so far and certainly everything that will keep on happening. Needless to say, this complicity has helped me to keep moving forward and, with deep appreciation, I can say that it has helped me to believe even more and better in myself.
Inevitably, when I recall, years of solitude, dedication, learning and constant reinvention pass fleeting through my mind. Travels to unusual places where life has led me inside and outside of myself, with the eyes and the heart wide open.
I’ve lived each and every moment of all these years as intensely as I have been able. I have accumulated and shared so many experiences, exhibitions, people, and I have displayed so much energy into each project, picture or object been materialized that it seems impossible to make count of all. I have endeavored to translate this restlessness that sometimes it is overwhelming, I know; it drives me out of my comfort zone and it pulls the limits ever further, with all its implications. So I move easily from feeling invulnerable to feeling insignificant. It’s as if the strength of the sublime, present in the natural environment as well as in the nature of things, raises me more than my own contingency. The process is triggered like a storm absorbing everything, any everyday life element is metamorphosed into a ritual and poetic object. So, increasingly, I feel like a shaman who provides spiritual food, an alchemist playing with vital arcanes. I would like to share with my work a vital and powerful beat, like my own heartbeat.
I always think that every show will be the last one, so there is an unconditional dedication in every gesture and every moment. I do not believe in creation as a professional occupation, I am a creative spirit without other occupation, even though it was hard for me to assume it. The most important thing for me is not that creation is my livelihood, but that creation is my way of subsisting, which has become my life force and this life force I can infect with it to the others.
All of this enforced to position myself in a lifestyle that is still frightening, but it leads me to come into terms with the risk. I do not know if I could live without the adventure and almost all the works are rooted in the experience of being alive.
I never understood my activity as a purely formal employment. The forms are there but the most important is what speaks beyond its appearance. All that is evoked, suggested, remembered, caused. In short, all that is been formed and shaped, beyond its current evanescent presence, since this presence is metamorphosed according to location, lighting and connection to other works.
Having said that, I state "Neither the sea sleeps." Something or someone is awake forever. I speak about a constant drive life, an endless expansion... even in the seemingly stillness and silence. The immensity of the sea, the unleashed forces of the hell, the metaphor or transcript of the emotions is contained in a fishbowl. The tremendous storm is being brought home by a small bowl. Also I can feel the Temperance in the image of a hat, magically suspended in the air. This verticality of the candle on the crown, in a state of permanent alert, this swinging between attachment and rejection manages to uplift us. The perfect balance between the attraction and repulsion forces. And the surprising void of the magnetic field that is so plenum!
Like a musical scherzo, as a summary, I would say that any of my exhibition was essentially a kind of alchemical blend between "me", Pamen, and the matter as the mother or germ of my creation. The matter is a participant of all elements and their infinite transmigrations. I can move skilfully in the four elements as I can easily dissolve in any substance. I can be any of the elements and its fruit. Be water, fire, earth, air. But also a plant, a stone, a bird and to move like a fish in the water.
To get up and dance transforming the matter is to conceive something new that is not me nor the original material, but poetical objects and ritual spaces. But in order to get up and dance first one has to sing, and to sing means to use the voice of the soul. And when I sing I develop my own power in order to make the raw material that seemed inert come to life. A magical power that gets evoked with a magical song, for every song is, from the very beginning, a ritual celebration of life or death, of planting or harvest, an invocation to the rain that fertilizes the soil. Thus, the water woman keeps and will keep on singing until the stone woman gets up and dances.

Pamen Pereira
Autumn 2015

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