La antigua Paternina
romana debe su nombre al cónsul Paterno que la reconstruyó tras la destrucción
sufrida por el pueblo en el año 180 antes de Cristo. Arrasada casi en su
totalidad, el gobernador romano ordeno de nuevo su repoblación que a partir de
ese momento recibirá su nueva denominación casi similar a la actual de
Pastrana.
El avance
reconquistador de los reyes de Castilla se va a producir en la comarca en el
siglo XII y, quedando el territorio en zona de frontera, Alfonso VIII lo da a
los caballeros de la Orden de Calatrava que ya habían demostrado su inmenso
heroísmo al estar situados desde su fundación en los lugares más peligrosos del
reino como eran los campos de la Mancha.
El privilegio de 1174 incluye a
Pastrana, Zorita de los Canes y todo su alfoz en la donación regia. A los
calatravos le debe Pastrana su fisonomía y su importancia en el mundo medieval
y siempre con la suprema protección real llegando a convertirse en Villa por
decisión de Enrique II, el de las mercedes.
Industriosa gracias a
la presencia de numerosos moriscos que no abandonaron sus casas con la
presencia cristiana, guarda hasta el curioso nombre de “barrio del Albaicín” en
recuerdo de su pasado islámico. Por su riqueza fue apetecida por nobles y
magnates aunque, desde la integración de los maestrazgos en la corona bajo el
mandato de Isabel La Católica, había pasado a ser villa de realengo. Por ello,
sus habitantes tomaron muy a mal la compra que hizo la acaudalada Ana de la
Cerda, de la poderosa familia de los Duques de Medinaceli, a la corona en el
reinado de Carlos V, cuando la necesidad de dinero imperial para sostenerse
hizo posible su venta. Pleitos y revueltas fueron la consecuencia aunque cuando
esas se apaciguaron la Villa inicio un fabuloso despegue bajo el mandato de la
casa Mendoza y de la Cerda.
La nieta de la
compradora fue la célebre Princesa de Éboli que ostentará junto con su marido
Ruy Gómez de Silva por primera vez el título de Duque s de Pastrana de mayor
categoría que el principado italiano de Éboli concedido al que fue secretario
leal de Felipe II.
A ellos les debe el
pueblo la mayor parte de su tesoro artístico ( Colegiata, Palacio Ducal,
conventos de San José, San Pedro y un largo etc.) que hacen hoy casi obligada
una visita a esta localidad en la que se juntan las tres culturas. Desde la
Sinagoga hasta el Albaicín pasando por la increíble Colegiata , joya del arte
alcarreño y nacional.
Pero este año Pastrana
es algo más. Aquí, protegida por los Duques, fundo Santa Teresa uno de sus "palomarcicos"
que luego abandonaría al enfrentarse a Ana de Mendoza y aquí Juan de la Cruz,
el fraile menudo y místico dejara también su reforma de descalzos en el
convento de San Pedro. Es año teresiano y por ello nuestra peregrinación tiene
un sabor especialísimo.
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