Julia Sáez-Angulo
Madrid, 22.05.2016 .- Los artistas, pintores, escultores o dibujantes, han llamado siempre con humor “genero nutricio" al retrato y la pintora Rosa Moreno de Castro añade que, en tiempos de crisis, es la salida de ventas para muchos colegas.
Lo
cierto es que el retrato es la naturaleza más viva que un artistas puede tener
delante, un reto con el modelo, ante el que habrá que sintonizar para poder
captar la imagen, algo que no siempre sucede y que se puede reflejar en la
pintura.
Rosa
Moreno de Castro (Jaén, 1958) se dedica a la docencia de dibujo artístico y
técnico en un Instituto de Bachillerato de Madrid, pero también saca tiempo
para pintar y exponer periódicamente. En un futuro próximo lo hará en el Club
567 de Madrid.
“El
retrato es un género que me gusta, que me mantiene en vilo y a prueba”, dice la
pintora con entusiasmo por este género que le exige y mantiene en activo con el pincel, el grafito y el lienzo o el papel. Su buen saber hacer en este campo le
funciona como la mejor publicidad que cabe esperar: el boca a boca.
El
retrato tiene que funcionar como cuadro, es decir, como obra de arte y no sólo
como reflejo “fotográfico” simple del modelo. Hay que estudiar a la persona que
posa, observarla, hablar con ella y captar el punto o gesto que mejor la define
a ojos del artista. El retrato se convierte así en una visión psicológica de
autor, que con frecuencia se ayuda de la fotografía para, entre muchas, apresar
la expresión que mejor define.
Algunos
críticos afirman que al retrato sólo hay que pedirle un sesenta por ciento de
parecido con el modelo, el resto debe ser libre interpretación y fantasía del autor
para que funcione de manera más libre y artística.
La Escuela Española de pintura no se puede entender sin el retrato; el Museo del
Prado, tampoco.
Rosa
Moreno de Castro retrata a muchos niños; su pintura refleja la belleza, inocencia
y espontaneidad de los pequeños, no siempre fáciles a la hora de posar el
mínimo de tiempo que requiere un cuadro.
El
buen pintor no debe robar demasiado tiempo al modelo, máxime cuando muchos de
los retratos institucionales son a personas que no disponen de ese tiempo. Sí
es bueno que permitan al artista tomar los primeros apuntes, sacar las fotos y
posar para los retoques finales. El resto es pintura, trabajo en el taller,
pintar para el cuadro, más que para el modelo, pues la técnica y el estilo han de brillar
tanto como el parecido.
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