Julia
Sáez-Angulo
Madrid,
10.12.16 .- Jordi Díaz-Alamà ha
llevado a cabo un proyecto ambicioso: una pintura parietal para la iglesia del
Dolors de Vic, capital de la comarca de Osona, provincia de Barcelona. Se trata
de la representación de una escena del pasado sobre la vida de San Juan Pablo
II, sobre un dibujo figurativo preciso magistral y un pigmento que ofrece vivo cromatismo.
La
pintura mide nada menos que 7 x 3 metros. Inaugurada el pasado mes de noviembre acoge un rico friso de personajes que van desde el pontífice Juan Pablo II, los obispos,
canónigos y monaguillos a la derecha, mientras un grupo de jóvenes variopintos sostienen
una cruz, un estandarte de la Virgen con el Niño –la de Chestokova- y una serie
de banderas, banderolas y gallardetes de distintos países en un desfile y
encuentro devocional sacro.
El
pintor contó con modelos y figurantes reales.
Un
mecenas anónimo y la congregación del Dolors, con la aquiescencia del obispado
de Vic, hicieron posible el encargo del proyecto en 2014 y su realización final
en 2016.
La
Cruz del jubileo o Cruz de la JMJ o Cruz Peregrina entregada por Juan Pablo II
a los jóvenes del mundo, para que estos la llevaran a todo el mundo como símbolo
y estandarte de la fe de Cristo, motivó finalmente la iconografía del gran
cuadro parietal.
“El
punto central de la composición es la
cabeza del monaguillo, en la que converge una gran V compuesta por líneas
diagonales que ascienden hacia los márgenes superiores, recogiendo la atención
del ojo en la parte central”.
El
ritmo principal de la obra es una lemniscata, una doble elipse que vincula
todos los elementos de la composición dirigiendo la mirada en un recorrido
cíclico”, se explica en el libro catálogo de la pintura titulado Alamà. La Cruz del Jubileo.
Tomás
Paredes, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte, AICA/Spain subraya
en el libro catálogo, que Jordi
Díaz-Alamà (Granollers. Barcelona, 1986) cuenta con gran energía para dar
clases, crear academias, pintar, gestionar… Estudió Bellas Artes en la
Universidad de Barcelona y ha perfeccionado su formación junto a pintores como
Muñoz Vera y Antonio López, además de una estancia de Florencia.
El
autor de “La Cruz del Jubileo” ha dejado una muestra de su maestría de pintor y
de su sensibilidad para el arte sacro.
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