Julia
Sáez-Angulo
Madrid,
11.02.2017 .- Periodista y mujer, presa deseada por la misoginia global que se
agudiza en las guerras y particularmente
en la terrible que tuvo lugar entre Rusia y Chechenia, donde la crueldad del
ejército ruso y el terrorismo checheno se ensañaron particularmente contra la
población, especialmente contra las mujeres, máxime si ella es una brava periodista
que informa de los hechos como fue el caso de Anna Politovskaya (1958 – 2006).
La
ONU poco o nada hizo, poco o nada podía hacer, porque la humanidad doliente
sigue desprotegida en manos de los poderosos
Solo
quela la escritura, la literatura y sobre todo el teatro (aunque sea narrativo
como en el caso de la obra Mujer no
reeducable, que tiene lugar en la
sala Margarita Xirgu del Teatro Español en Madrid). El dramaturgo italiano
Stéfano Massini escribió un soberbio monólogo sobre el asesinato de esta
periodista, al poco de producirse los hechos de su muerte a tiros en 2006.
Lluis Pascual, con buen criterio la ha puesto en escena en España y nunca es
tarde.
Corresponsal
de guerra es junto a piloto de pruebas, la profesión más peligrosa del planeta,
si a ello sumamos la condición de mujer, sobre la que pesa siempre la misoginia
global que sueña con la sierva que obedece y no con la persona femenina, la
situación se agudiza. Muchas mujeres saben por experiencia que el varón solo es
“caballero” cuando busca y necesita a la hembra, después pasa a enemigo brutal
si ella discrepa o le lleva la contraria.
Recordemos de nuevo el caso de Anna Politovskaya (1958
– 2006) es sangrante y revelador de cómo en la guerra la primera víctima es la verdad,
máxime en un país dirigido por un ex KGB con deseos imperialistas, para quienes
la vida humana no vale nada y hablar de víctimas mujeres y niños es inútil
porque su ejército formado de desecho en Chechenia carece de sensibilidad y
razón –los preparan para ello, obedecer sin más, excederse por falta de
exigencias morales y jurídicas. Por manifiesta impunidad de facto.
El
régimen ruso lo había determinado con claridad: hay gente reeducable y gente
que no. Anna formaba parte de la segunda: contaba las cosas con arreglo a lo
que observaba, como un historiador del presente: “los hechos son sagrados, las
opiniones son libres”. Eso le costó humillaciones y la vida a manos unos
militares crueles e indignos, con la cobertura oficial de su Estado, de su
país. Militares que junto a los chechenos competían por el número de
violaciones por noche a las mujeres de distintos poblados. Los soldados son jóvenes
y ya se sabe, dice uno de los militares de pantalla entrevistados por la
periodista. Esto también hay que considerarlo crimen de lesa humanidad, no solo
los campos nazis o los gulags –que no deben estar considerados como tal.
El mondo cane sigue en pie y Massini lo ha
descrito con precisión inspirándose en las crónicas de Anna para su terrible
monólogo. La crueldad engendra espiral de violencia y corrupción de las almas,
de la que no se salva nadie, ni la santa Rusia de Dostoievski, ni los jóvenes
estudiantes chechenos desesperados y secuestradores de un teatro en Moscú dispuestos
a dinamitar con hombres, mujeres y niños. La guerra tiene sus propias leyes,
dice uno de los personajes en pantalla entrevistados por Anna, interpretada de
modo magistral por la actriz Míriam Iscla, a quien la fisonomía y la manera de
vestir junto a las gafas de aro subrayan bien su papel.
Lo
malo es la falta de solidaridad de otros periodistas ante casos como éste, o
simplemente ante la negativa de dos mujeres periodistas españolas para ponerse
un pañuelo a la cabeza en Arabia Saudi con ocasión de la visita del rey a ese
país. ¡Ni un solo periodista varón se solidarizó con las dos periodistas que se
negaron a entrar en la rueda de prensa saudí con el pañuelo a la cabeza, como exigía
el protocolo! De este caso estamos esperando un buen texto teatral para seguir
en la línea de esta interesante obra de teatro “Mujer no reeducable” en el
Español. Un teatro que nos reconcilia con su función de espejo.
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