domingo, 5 de febrero de 2017

Juan Mayorga: Dos obras de teatro en la cartelera madrileña, una en Matadero y otra en el Teatro Fernán Gómez






Julia Sáez-Angulo

            El dramaturgo Juan Mayorga cuenta con dos obras de teatro en la cartelera madrileña: una en las naves de Matadero del Teatro Español y la otra en el Teatro Fernán Gómez. La primera titulada El cartógrafo, la otra Himmelweg –camino del cielo.

            Si nos centramos en Himmelweg –camino del cielo, dirigida por Ramón Molins, veremos una metáfora de la representación de la realidad, que choca con la libertad y felicidad de los hombres. Representar orden, tranquilidad, normalidad y paz en un régimen autoritario es una falacia, siempre se esconden intereses para el totalitario que manda.

            El holocausto judío por los nazis ofrecía la ocasión para hablar de las falsedades socio-políticas, cuando los mandatarios venden Arcadia feliz, por lo que no es más que un infierno larvado que destruye los espíritus.

            Nazismo, fascismo y comunismo fueron ejemplos d lo que habla Mayorga en su obra, una situación que los comunistas prolongaron hasta principios de los 80 con la caída del muro y que puede resurgir a poco que la sociedad baje la guardia y acepte representaciones al sol del poder.

            La representante de la Cruz Roja (Elena Rayos), que va a visitar el campo de reclusión en la ciudad experimento de Himmelbeg, no avanza, no profundiza, se queda en la epidermis y por ello no desenmascara la ciudad fantaseada. Connive con el verdugo. Los habitantes son muñecos manipulados por ambos y de hecho esos muñecos aparecen con todo simbolismo en escena.

            El comandante del campo lleva la batuta de la impostura, imponiéndola con sutileza o amenazas veladas, simplemente con la alternativa de otra cosa que se intuye peor, por lo que el alcalde judío se atiene a sus indicaciones y colaborar, a la espera de un posible futuro mejor para su pueblo, al tiempo que actúa en coordinación con el verdugo. Guillem Gefael y Raimon Molins cumplen en sus papeles.

            En suma Himmelweg –camino del cielo es una fábula político/social interesante, si bien se hace quizás algo narrativa en la primera parte con el discurso de la representante de la Cruz Roja, representado indistintamente por un hombre en representación anterior.



Sinopsis de Juan Mayorga
A primera vista, “Himmelweg” es una obra de teatro histórico. En realidad, es –quiere ser- una obra acerca de la actualidad.
Habla de un hombre que se parece a casi toda la gente que conozco: tiene una sincera voluntad de ayudar a los demás; quiere ser solidario; le espanta el dolor ajeno. Sin embargo, también como casi toda la gente que conozco, ese hombre no es lo bastante fuerte para desconfiar de lo que le dicen y le muestran. No es lo bastante fuerte para ver con sus propios ojos y nombrar con sus propias palabras. Se conforma con las imágenes que otros le dan. Y con las palabras que otros le dan. “Camino-del-cielo”, por ejemplo. No es lo bastante fuerte para descubrir que “Camino del cielo” puede ser el nombre del infierno. No es lo bastante fuerte para ver el infierno que se extiende bajo sus pies.
Un delegado de la Cruz Roja al que se encarga inspeccionar un campo de concentración y ante el que se presenta una mentira aceptable. Ese personaje fue mi punto de partida. Pero siguiendo sus pasos en ese viaje por un infierno que no lo parece, encontré a otros personajes no menos actuales, no menos cercanos.
Para empezar, el conductor de la representación, el comandante del campo. Tiene ante sí la ocasión de realizar el más ambicioso sueño que ningún director de escena concibió jamás: la obra de arte total. Pero la perfección de esa obra exige de él que sólo piense en el arte y en nada más. Que deseche cualquier rasgo de compasión en su mirada. Entonces sí, entonces todas las vidas reunidas en el campo estarán a su completa disposición, como muñecos en manos del titiritero.
Entre esas vidas amenazadas está la del hombrecillo que sirve al comandante de portavoz ante sus actores. Ese hombre ha de soportar una responsabilidad enorme. No sabe si está trabajando por la salvación de su pueblo o si está cooperando con los verdugos. Si está ganando tiempo o si está entregando a su gente a un destino peor que la muerte.
La delegado de la Cruz Roja, el comandante del campo, el jefe de la comunidad judía: sobre ese triángulo se levanta “Himmelweg”.



           


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