Julia
Sáez-Angulo
El
escritor José Corredor Matheos, poeta, crítico de arte, ensayista y traductor, ha
presentado sus memorias de 500 páginas, tituladas Corredor de fondo en la Residencia de Estudiantes de Madrid, publicadas
por la editorial Tusquets. El autor ha sostenido un diálogo con el poeta y
traductor Jordi Docet, después de la presentación de las palabras de
introducción de Alicia Gómez-Navarro, directora de la Residencia.
El
título del libro es un juego de palabras con el apellido del autor y el hecho
de que hubiera practicado el atletismo en el pasado.
José
Corredor Matheos (Alcázar de San Juan. Ciudad Real , 1929), residente en Barcelona,
dijo que el libro era de memorias y no una autobiografía, por lo que contaba
los encuentros y las relaciones que ha tenido con los otros, más que su propia
vida o intimidad; “la existencia individual en función de la existencia
colectiva”. Hablo de relaciones”, insistió el autor. “Hablo de mí y explico por
qué estaba allí”. Uno tiene ego, pero hay que parecer que no lo tiene”, dijo
también con humor. De las cosas emotivas de la infancia y la familia da los
datos, pero no las emociones, reservadas para la poesía.
“Mi
poesía es otra cuestión”, aclaró Corredor Matheos. Poesía que hizo al margen de
modas y corrientes, sobre todo de la poesía social del momento. El autor se
interesó más por la poesía de China, Japón y Corea, una poesía del
despojamiento, sin dependencia, trascendencia ni códigos, donde no hay nada,
pero es una nada muy fértil. Corredor Mateos recibió el Premio Nacional de
Literatura en 2005.
“La
crítica de arte es un fracaso, porque lo mejor que tiene un artista no se puede
explicar con alabras”, dijo Corredor Mateos en otro momento. “El poeta no puede
expresar con palabras lo que es inefable”, “el límite del lenguaje es el límite
del conocimiento”.
“En mi
vida ha ocurrido necesaria o fatalmente lo que tenía que ocurrir”, dijo
Corredor Mateos con humor. “Es como si uno tuviera una guía interior que te
lleva y uno acierta o se equivoca en virtud de atender a esas voces que lleva
dentro”.
El
escritor se siente manchego y barcelonés, más que catalán; “completamente
manchego y de Alcázar de San Juan”. De acuerdo con la citas literarias que
abren el libro, para Corredor Matheos “todo es presente”, ya que el tiempo y el
espacio no existen.
El autor
señala que no ha tenido más que dos enemigos: el pintor Antoni Tapies, “que ha
hecho mucho daño al arte y a artistas catalanes” y la viuda de Rafael Alberti,
que despojó de su contenido a la Fundación que lleva el nombre del poeta en
Cádiz, al hacerle firmar donaciones a su nombre. Estas cosa había que decirlas.
Corredor
Matheos habló de Alberti como esclavo de su imagen pública y persona entrañable
en privado; de Miró como un hombre de apariencia ingenua, pero de gran
fortaleza para defender su arte. Un artista capaz de decir: “Abajo el
Mediterráneo”, referido al noucentismo en el arte, y finalmente, habló de Dalí
como un hombre ambivalente que no se dejaba conocer, porque la máscara se comía
al personaje. El autor de las memorias
discrepa de Breton y no considera a Dalí un “Avidadolars”, ni siquiera a su
esposa Gala, porque así lo demostraron en su vida.
También
habló de Ortega Muñoz, como el “Morandi del paisaje” y de Benjamín Palencia,
autor de excelentes dibujos en una brillante etapa de su trayectoria.
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