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Julia Sáez-Angulo
03/10/18
.- MADRID .- Su discreción y buen saber hacer impiden que quien la conoce, tarde
años en saber que escribe cuentos infantiles –género literario difícil-, seguramente nacidos
para dar gusto a sus dos nietos a los que adora. Es una lectora nata como su
madre, para la que siempre compra libros, que a su vez ella lee. Unirse a un
escritor le ha llevado sin duda a potenciar su faceta narrativa y recientemente
ha escrito un bello cuento de Navidad, que será publicado en breve por Troquel.
Es una gran rapsoda cuando recita y la voz de soprano es uno de sus activos
-que no prodiga-, y constituye una sorpresa cuando se manifiesta.
Carmen
Palomero Sevilla (Jabalera. Cuenca, 1953), residente en Madrid, es buena
conocedora de la lengua inglesa –residió un tiempo en Manchester- la situaron
como excelente y cotizada secretaria de Dirección, que ante su valía se
convirtió de inmediato en asistente personal, primero del don Luis Gómez-Acebo,
Duque de Badajoz, y fallecido éste, de su viuda, la Infanta Doña Pilar de
Borbón, a quien ha acompañado en sus numerosos viajes de trabajo como
representante de organismos nacionales e internacionales como en el Comité
Olímpico Internacional, COI y en federaciones deportivas.
Es
frecuente verla en las reuniones artísticas del Grupo pro Arte y Cultura, PAC
en casa de Mayte, siempre acompañada del poeta Rogelio Sánchez Molero. Su
sonrisa, amabilidad y servicio entonan y caldean cualquier ambiente. Pertenece
a un coro madrileño y ensaya disciplinadamente todas las semanas junto a la voz
grave del escritor. Ambos han dado recitales poéticos conjuntamente, como
rapsodas junto al músico Manu Romero, en la madrileña Tertulia "A orillas de Ávila" dirigida por José Felix Olalla.
La
cantarina voz de soprano de Carmen es capaz de adaptarse a un dúo medieval con
Rogelio, que interpretó en la Casa de Galicia en Madrid o a una actuación de
soprano en una sala de Manchester, que se puso en pie aplaudiendo cuando
interpretó Granada de Agustín de
Lara.
Lectora
infatigable de Historia y biografías históricas, tiene preferencias por personajes
como El Greco o Vincent van Gohg. Le
apasiona el románico como movimiento artístico por la sencilla espiritualidad
de sus formas y de su fondo. Cuando descubrió, recién restaurado por el World
Monuments Fund, el Pórtico de la Majestad de la Colegiata de Toro (Zamora),
sintió una emoción incontenible, como la de Stendhal en Venecia.
Su
amor a la naturaleza le llega fundamentalmente por Jabalera, su pequeño pueblo natal,
recorrido por un río que le presta el topónimo a la aldea y a las faldas de la
sierra de Altomira, en la Alcarria, muy cerca del embalse de Buendía. Allí
están sus raíces. Disfruta del encanto de las cosas sencillas, de sus gentes y
sus amigos; de los paseos por el campo, de los cielos profundos y claros, donde
no falta de vez en cuando algún rompimiento de gloria entre las nubes y, sobre
todo, de su familia con la que comparte gachas y rosquillas -la cocina se cuida en casa- que prepara su
madre, la “tata Ana”. Beatus ille, que
dirían Horacio y Fray Luis de León.
Con Mayte Spínola y Rogelio Sánchez Molero
En un recital de poemas en la Tertulia "A Orillas de Ávila"
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