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Julia Sáez-Angulo
02/10/18 .- MADRID .- Tiene luz en
los ojos y sonrisa en la mirada. Acendró su profesión en la publicidad de las
multinacionales, pero lo suyo de entrada, de fondo y de salida es el dibujo y la
pintura, porque desde la infancia apuntaba maneras para ello, las ha ejercido
desde muy joven y las ha estudiado, primero en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios, y
después en Bellas Artes en Madrid. Reconoce el magisterio del taller de Dolores
Chacón en Pozuelo y desde 2002 se dedica de lleno a la pintura y a vivir de
ella y su docencia.
Manuela Picó Martín nació en Azuaga
(Badajoz) en 1956, solar de la familia Spínola, donde radica el Museo Casa Spínola de
Arte Contemporáneo, inaugurado en 2007 con la presencia de los cuatro hermanos:
Mayte, José Antonio, Conchita y Carmen Spínola –hijos de Don Máximo y doña
Julia Spínola-, amén del Grupo pro Arte y Cultura, PAC , que sigue a su
fundadora como un solo hombre, cuando ella les propone una donación para crear
una institución museística, siempre en un emplazamiento singular .
Seguramente de ahí viene la buena
amistad de Manuela y Mayte Spínola, porque está última, aunque nació en Madrid,
se siente también de Azuaga, porque se sabe oriunda de esa tierra. Ambas
mujeres tienen fuerte personalidad, pero se han cogido bien el punto para
entenderse, por ello han hecho muchas cosas juntas en el Grupo PAC, junto al
equipo más amplio que realiza el buen trabajo que conlleva cualquier proyecto
que nace en la cabeza y la determinación de Mayte.
Manuela tiene buen humor y cierta
alegría contagiosa, algo que se agradece, aunque se discrepe de ella en algunas
de sus manifestaciones drásticas o radicales, que puedan leerse en las redes
sociales. Salvo algún rifirrafe puntual, inevitable en las vidas apasionadas y
apasionantes de cualquier colectivo, a Manuela se la quiere y se la admira por
su valía innegable y buen hacer en el Grupo PAC. Sus bromas o carcajadas se
contagian. Comparto con ella su asombro y admiración por el eterno masculino, si bien ambas sabemos que nunca hay que correr detrás de un autobús ni detrás de un hombre.
Comisaria y coordinadora nata de
exposiciones, Manuela Picó anda ahora metida en la organización de los Talleres
Abiertos de Pozuelo, porque esta localidad, que junto a Calvià (Mallorca), son
los municipios más ricos de España), cuenta con casi un centenar de artistas
radicados en su empadronamiento. Los visitantes pueden entrar libremente en los
estudios de los artistas en los días señalados, donde algunos personajes del
circuito artístico como Ouka Lele, Rafael Canogar y otros hablan y cambian
impresiones con los espectadores del arte. Una experiencia fértil para acercar
los creadores al gran público. Manuela sabe hacer las cosas.
La docencia es otro prisma del
poliedro Manuela Picó. En su bonita casa/taller imparte clases muy minoritarias
y exigentes, por las que han pasado también algunos artistas consagrados para
aprender técnicas concretas puntuales del variopinto aprendizaje artístico, que la
docente domina y transmite sin reserva alguna, porque ella se entrega y vacía
en su totalidad en la enseñanza. El desaparecido y llorado periodista Vicente
Verdú, quien al jubilarse tomó con empeño la pintura, pasó por el taller de
Manuela y solo tenía elogios para ella.
La pintura de Manuela Picó va
siguiendo series bien marcadas y diferenciadas, cosa que nos gusta a los
críticos de arte, porque facilita la clasificación a la que tendemos. Su serie de
cerámica de Talavera es de gran belleza y aplauso; la cerámica china también
hizo acto de presencia en sus óleos sobre lienzo. El Museo Mayte Spínola de
Marmolejo tiene un buen cuadro de esta serie. Luego vino América, con signos
pictográficos de culturas precolombinas expuesta en el Centro de Sanchinarro, la de troncos de árboles, los
metacrilatos… Imaginación y creatividad no le faltan a la autora. Vende muy
bien, porque sabe hacerlo y responde con una obra artística coherente. Entre los
coleccionistas de Manuela hay intelectuales y cabezas coronadas. ¿Quién da más?
Más
información
Com Liane Katsuki
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