lunes, 27 de diciembre de 2021

CRÓNICAS ARGENTINAS XIII. De patricios, aristócratas y nobles. Sol Durini y el palacio de Sans Souci. Lo de Mujica Lainez


Fachada palacio de Sans Souci. Buenos Aires
Sol Durini explica a los amigos visitantes


Julia Sáez-Angulo

Fotos: Adriana Zapisek

27/12/21.- Buenos Aires.- Cuentan que, a primeros del siglo XX, dos hermanas madrileñas recibieron en herencia una buena suma de dinero y una lo entregó para la obra pía de rehabilitación de la basílica de San Pedro en Roma y obtuvo por ello de la Santa Sede el título de condesa de uno de los santos de la Corte Celestial, y la otra, se lo gastó en un automóvil Hispano Suiza.

Flaneando por la ciudad de Buenos Aires entré en la iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón en la aristocrática plaza Vicente López y allí está la tumba de Adelia María Harilaos de Olmos (1865-1949), la única argentina con título nobiliario propio, marquesa del Estado Pontificio (1930), según cuenta su singular biografía escrita por Walter D´Aloia Criado con el título de “El infierno y la gloria de Adelia María Harilaos de Olmos” (editorial Armerías, Buenos Aires, 2012). 

La marquesa argentina, nieta del arquitecto catalán Felipe Pujol de Senillosa, fue sumamente generosa con su fortuna para los más necesitados, durante los 43 años que permaneció viuda de Ambrosio Olmos: orfelinatos, escuelas y hospitales para niños y ancianos de todo el país. También colaboró en la atención al congreso eucarístico, que el cardenal Pacelli, futuro papa Pío XII, sostuvo en Buenos Aires en 1934. Conocida como la marquesa del Papa, Adelia María fue la mujer más rica y generosa del momento en toda Argentina.

     La visita que Perón y Evita le hicieron a Adelia María, cuando ya estaba mayor y enferma, fue de lo más chocante, por no decir hilarante. A la muerte de la marquesa, la Fundación Evita Perón le envió una corona de flores. Algunos consideran que esa singular marquesa fue la mujer argentina más importante de la primera mitad del XX. Adelia y Evita fueron mujeres generosas con los descamisados, cada una a su manera y con fondos distintos de diversa procedencia.

    Hay algunos tan paletos, que todavía se rasgan las vestiduras cuando oyen hablar de condes, marqueses o duques, que no son otra cosa que el reconocimiento de reyes y papas, de la misma manera que Estados, Gobiernos u otras instituciones lo hacen con sus medallas, cruces, bandas, diplomas y otras condecoraciones similares. Se escandalizan  aquellos que se han quedado varados en el Antiguo Régimen, pese qque hoy un título nobiliario no conlleva ningún privilegio social ni económico. Lo mismo sucede a reyes y papas que ya no conceden títulos nobiliarios -por inútil pudor- a los que tienen un gesto de servicio. Un pariente mío estaba encantado con el hecho de ser gentilhombre de Cámara de Su Santidad. Sé que a algunos les revientan etas cosas, pero es su problema.

Visita al Palacio de Sans Souci 

    En otro orden de cosas vino la visita al bellísimo palacio de Sans Souci (1914-1918, construido en plena I Guerra Mundial), en la Intendencia de San Fernando, provincia de Buenos Aires. Fue de la mano y las palabras de la escritora y diplomática Sol Durini, (de familia noble milanesa) una de los cinco propietarios del palacio, que en su día perteneció a la familia de Alvear, que estuvo en manos de la Curia argentina y,  más tarde, veinte años abandonado entre 1940 y 1960, hasta que, finalmente, la familia Durini lo adquirió y salvó de la ruina y demolición.

     María Josefina Barra, arquitecta y mamá de Sol Durini, fue la responsable principal del proyecto de restauración del palacio neoclásico inspirado en el Trianon de Versalles. Un edificio con simetría y elegancia perfectas, doble escalera, columnatas al estilo dórico y mansardas con tejado de pizarra...

Los salones se suceden: azul, rojo, imperial, comedor, salón de música y baile…suelo de damero en la entrada, quince tipos de mármoles de distinta procedencia a lo largo del recorrido, maderas de eslavonia, lámparas de cristal de Baccarat, alfombras de todo origen, capilla con querubín en el coro y un pequeño museo de las religiones cristiana -católica y ortodoxa-, islámica, judía y budista… con objetos adquiridos por Sol Durini y su esposo Miguel Nougués, en sus distintos destinos como diplomáticos. 

    Una singularidad: el gran copón utilizado por el cardenal Pacelli en el Congreso Eucarístico de 1934 en Buenos Aires, prestado por la firma Barra de imágenes y santos , proveedores de la Santa Sede. La firma Barra, perteneciente a los abuelos y padres de Sol Durini, salvó buena parte del mobiliario de iglesias argentinas, cuando estas fueron incendiadas en 1955, durante esos arrebatos de come-curas que brotan de vez en cuando en los zoos de simios mal ilustrados.

    Todo el palacio Sans Souci, se cuida hoy con esmero para alquiler de eventos que van, desde bodas a presentaciones de productos, reuniones de empresa, conciertos y/o recitales líricos. Se pueden alquilar habitaciones y, de hecho, los fines de semana, siempre hay huéspedes que se benefician de la belleza, tranquilidad y silencio del lugar. 

        Los jardines del arquitecto paisajista más célebre de Buenos Aires, Carlos Thays, muestran las fuentes de ninfas, tritones, faunos y cupidos entre una naturaleza de cinco añejas araucarias, grandes magnolios y un sinfín de arbustos y árboles, entre ellos un taxodio, la única conífera de hoja caduca, árbol que queda desnudo en sus ramas, cuando llega el invierno. Un jardín que se extiende por distintas barrancas, una rareza, por cuanto todo Buenos Aires es una llanura pampera. Los habitantes de la Intendencia de San Fernando están orgullosos de este palacio que, en parte lo consideran como propio, al exhibirse en su término municipal.  

    Hay tres palacios con el nombre de Sans Souci en el mundo: Argentina, Alemania y Haití

Una historia singular la de Sans Souci, narrada durante el recorrido del palacio: el escritor argentino Manuel Mujica Laínez, autor de la novela Bomarzo, casado con Ana de Alvear, siendo ya viudo, llegó un día al palacio de Sans Souci y se apropió de un jarrón de la dinastía Ming. Carlos de Alvear, el último descendiente de la saga familiar, que andaba medio loco viviendo en dos habitaciones de palacio, cuidado por dos criados, al contemplar aquella apropiación indebida, disparó su arma contra el escritor intruso y las balas quedaron incrustadas en la pared, como las del coronel Tejero en el Congreso de los Diputados en España. Esta historia si non è vero è ben trovatto.

    "Mujica Lainez es uno de mis autores preferidos", añadió, muy fina y diplomática, Sol Durini.

    Ana Anesi, abuela de Sol Durini, fue condecorada con la más alta distinción, por el papa Pablo VI. Él suprimió los títulos nobiliarios, pero no las Condecoraciones y Órdenes Pro Ecclesia e Pontifice, creada por Leon XIII

¿Y qué más da llamarlos de una manera o de otra, a menos que se tengan viejos prejuicios? Pero este también es mi problema, en el que no entra la venerada Santa Sede de San Pedro.

Sol Durini

Adriana, Mario, Sol y Julia en Sans Souci
Copón del Congreso Eucarístico. 1934, que utilizó el cardenal Pacelli.

Foto de familia en Sans Souci
Té en familia en Sans Souci
Sol Durini cuando se casó. Foto en palacio


2 comentarios:

Juana Mari Herce dijo...

Que suerte ser una rica heredera,y persona de reconocido prestigio.
Eso tiene que saber de bueno...que te digan toma un palacio para ti y una pasta gansa para que te haga la vida más llevadera,todo un privilegio ,si señor.
Y las que nunca heredaremos nada, que hacemos? Pues por ejemplo yo me digo mi misma "Que Dios me de salud,que el dinero ya me lo ganaré yo" y ahí voy...tan satisfecha.
Felicidades a las ricas herederas y demás privilegiadas me alegro mucho por ellas.
Gracias Yuli ,por tus bellas crónicas ,son muy instructivas y de gran esplendor.
Besos para todos .

Blanca dijo...

Que bonito relato y tan vivido, me alegro mucho de que nos encontremos personas estupendas y compartan con sus amigos¡¡ gracias Julia por compaftir con nosotros tu vida pir esas tierras¡!