Julia Sáez-Angulo
“José Ángel Valente, Memoria Sonora” es el título del homenaje que Orense, su localidad natal ha dedicado a uno de los poetas españoles más reconocidos internacionalmente. “Un reconocimiento que no le alcanzó en vida”, según el alcalde de la ciudad gallega, Francisco Rodríguez. “Un homenaje que nunca se le tributó” a uno de los ciudadanos más ilustres que hoy cuenta con una cátedra con su nombre en la Universidad de Santiago de Compostela, a la que el poeta donó su biblioteca y legado documental.
Al homenaje se añadió un concierto del compositor Mauricio Sotelo, con el que escribió una ópera sobre Giordano Bruno y cuenta con el apoyo de la viuda de Valente, la pintora Coral Valente, que ha diseñado el cartel para la ocasión. Raquel Rivera coordinó el homenaje que tuvo lugar en el Teatro Principal de Orense.
Las Obra Completa de José Ángel Valente (1929 – 2000) se ha publicado en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores y entre sus títulos más relevantes figuran: “El fulgor: antología poética (1953-200)”; “Fragmentos de un libro futuro”; Cuaderno de versiones”; “Elogio del calígrafo”; Las ínsulas extrañas: antología de poesía en lengua española (1950-2000)” o “La experiencia abisal”.
“Valente es el poeta del silencio y la escucha”, resaltó el profesor Claudio Rodríguez Fer, poeta y director de la cátedra Valente en la presentacion del homenaje. Era un hombre que vivía en la poesía, políglota y traductor de cinco lenguas, que vivió como funcionario internacional en Ginebra y París, al tiempo que viajó mucho por los cinco continentes. Escribió sus versos en castellano y gallego; alguno en francés como el que dedicó a su esposa.
La lengua gallega, que descubrió al cabo de varias décadas, entre los emigrantes de su tierra en Ginebra, le despertó los fantasmas de infancia en un tiempo en que practicaba la poética del origen. Fue el primer poeta de la posguerra española que utilizó el gallego como lengua en su escritura. Fue un poeta que se dejaba contaminar por las variedades del español en sus viajes a Cuba o a Argentina. Fue el poeta de la esencia, especialmente en sus últimos años. Le gustaba el silencio de las cosas, la materia sonora como vibración del universo. Le interesaban las palabras por su musicalidad, no por su semántica. “Sentía aversión por los mundos cotidianos”, señala Mauricio Sotelo.
El homenaje sonoro o musical se le rindió es en virtud de la afición de Valente a la música, sobre la que escribió interesantes ensayos. Le gustaba la música clásica, dodecafónica y popular. Escribió sobre el tango cuando viajó a Buenos Aires, sobre la rumba, cuando lo hizo a Cuba, sobre el jazz… “Se oye sólo una infinita escucha” dice uno de los versos del poeta.
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