Edith Wharton
"Relatos de fantasmas"
Edith Wharton
Biblioteca de fantasía y terror
Alianza Editorial; Madrid 2010
Julia Sáez-Angulo
La narrativa del terror conjura los miedos, dice con frecuencia la crítica literaria. A los niños se les cuenta historias, a veces truculentas como “Pulgarcito”, “Piel de asno”, “Caperucita roja”... con ellos los niños aprenden que en caso de dificultad han de agudizar el ingenio, detectar el incesto o ser cauto ante las seducciones interesadas.
Edith Wharton (1862 -1937), la escritora norteamericana muy celebrada por sus relatos bien articulados, es objeto de una antología que acoge sus relatos de fantasmas, un género muy celebrado, sobre todo en el mundo de habla inglesa, que ha dado lugar incluso a una singular serie de películas sobre fantasmas como la célebre “El fantasma va al Oeste”.
Once relatos que van desde “La campanilla de la doncella” a “El día de difuntos”, que aportan una atmósfera inquietante al lector que se adentra en ellos. Dado que la realidad o lo que llamamos realidad no es más que apariencia y que detrás de ella, en lo invisible late lo invisible o espectral.
Con los fantasmas sucede lo mismo que con las brujas que “no creemos en ellas, pero haberlas, hailas”, al igual que los espectros de los muertos se avistan desde distintos puntos de vista, desde la guija a las piedras de los castillos solitarios.
“No creo en los fantasmas, pero me dan miedo” es otra afirmación al uso. “Creer en ese sentido es un acto consciente del intelecto, y en la calidad oscuridad del fluido prenatal, muy por debajo de nuestra razón consciente, en donde se aloja la facultad con la que sentimos a los espectros que tal vez no estamos capacitados para ver”, se dice en el prefacio del libro.
Escocia, por sus brumas, es una tierra muy dada al cultivo de fantasmas. Las ciudades están llenas de relatos de fantasmales. Madrid por ejemplo cuentan con los dramáticos fantasmas del palacio de Linares y la Dama Blanca en la Casa de las Siete Chimeneas, hoy Ministerio de Cultura, una mujer que se aparece de vez en cuando, casi siempre a los hombres y en una ocasión a un fontanero del inmueble que subió blanco y despavorido después de haberse topado con ella.
La historias y relatos de fantasmas como los bien construidos de Edith Wharton, hacen siempre referencia a vidas anteriores donde una muerte, un drama o una vida inconclusa en algún sentido, requieren un “ajuste de cuentas” con los vivos, el lugar donde se desarrollaron los hechos clave de sus vidas o la reubicación definitiva de un objeto decisivo para que el fantasma descanse de una vez en paz.
Poco importa el argumento si la historia no está bien escrita, pero Edith Wharton escribe con un estilo plástico y elegante, con una agudeza sutil para resolver en una frase o pincelada las claves de la situación.
Alicia Mariño, profesora de la Universidad a Distancia de España y especialista en literatura fantástica, ha escrito mucho sobre las historias de fantasmas.
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