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Julia
Sáez-Angulo
Fotos Peter Wall
Fotos Peter Wall
25/09/18 .- MADRID .- Habló casi
tres cuartos de hora sobre todo lo que había hecho su Departamento de Justicia
en los primeros cien días del Gobierno; alguna cosa más sobre sus comienzos,
deseo e intenciones más que realidades cuajadas, pero ponía ardor guerrero en
ello: ideología de género a troche y moche, intenciones de querer cambiar la
semántica para cambiar también el pensamiento y las conductas; violencia
machista; mucha cita de derechos humanos y jurisdicción universal como
aspiración suprema… pero lo que más insistió y repitió, casi como un mantra, es
que se había propuesto cambiar el mundo desde su puesto de trabajo, algo que me
sorprendió y alarmó, porque casi hablaba como una profeta de futuro.
En su carrera jurídica como juez y
fiscal había tenido en sus manos casos de drogas, terrorismo, yihadismo… no sé
si esto explicaba lo protegida que estaba por
policías y candados en el Hotel Eurobuilding de Madrid, con una sola
puerta de entrada, porque ya se sabe que con dos o más –como es habitual- sería
malo de guardar. La ministra Dolores Delgado habló en el Club Siglo XXI, dentro
de la Comisión de Debates el título “El cabio a los 100 días”, después de ser
presentada por Paloma Segrelles, hija ,y con la ayuda para coordinar preguntas
del periodista Fernando Orbaneja.
Pero los periodistas, ¡como son!,
¡como somos!, después de habernos vendido con todo detalle su trabajo en el
ministerio con todos sus mensaje salvadores –se toman la política como una
religión de conversión de los ciudadanos, más que como gestión de sus asuntos
públicos-, la ministra fue acosada, asaeteada por la “canallesca” por los casos
del comisario Villarejo; el insulto de “maricón” a Marlasca o la persistencia
de la gota malaya de sus colegas en el gobierno sobre la mejora deseable de libertad provisional preventiva para los
presos catalanes por delitos de sedición o rebelión, con la promesa implícita –
no somos tontos- de indulto, como si aquí nada hubiera pasado, como si la
clemencia se anunciara de antemano a la sentencia por emitir –casi anuncia la
culpabilidad de cosa juzgada para ello-, porque, para eso, los separatistas son
socios necesarios a la hora de votar en el parlamento frágil con sus ralos 84
diputados. Pero vaya yo caliente y ríase
la gente.
La ministra de Justicia, que ya casi parece provisional, adoptó de pronto una
extraña muletilla de “eh…” como si quisiera ganar tiempo para explicar las
cosas sin pillarse los dedos o cogiendo la pregunta con papel de fumar para no
tener que matizar más adelante. Confesó que estaba enfadada con algunas
posturas de periodistas que dedicaban más tiempo a estas cuestiones
tangenciales o colaterales, mientras el Consejo de Ministros del pasado viernes
sacó un proyecto de ley importante sobre
asistencia a la deficiencia y enfermedad mental y no se hablaba de ello… En fin que preguntemos y
escribamos sobre lo que ella quiere, más que de aquello que nos interesa.
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