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Julia
Sáez-Angulo
29/11/18
.- MADRID .- Los griegos decían que Cuando
los dioses quieren inmortalizar a alguien, le arrebatan la vida en su juventud.
Una mujer de 18 años, Diana Quer, que hoy tendría 20, es el símbolo inmortal
de una vida truncada en ese feminicidio de goteo, que padece hoy España. Una
hermosa escultura en bronce y piedra del artista Julio Mendoza, la inmortaliza
sonriente, como casi una ninfa, en un parque de Pozuelo de Alarcón, hoy frecuentado
por los jóvenes, en una plaza que lleva el nombre de la muchacha muerta. En una
localidad donde creció y fue feliz Diana.
El
padre de Diana, Juan Carlos Quer, todo un Padre
Coraje, que ha luchado y esperado, no solo por encontrar el cuerpo
desaparecido de su hija durante más de un año, sino reivindicador de la prisión
permanente revisable, para que los culpables –verdugos- no puedan reincidir con
otras muertes de seres débiles- era el alma del homenaje a su hija Diana Quer López-Pinel
(Madrid, 1998 – La Coruña, 2016).
Junto
al padre, la madre y la hermana Valeria de Diana, además de la alcaldesa y otras
autoridades de Pozuelo, entre ellas miembros de la Guardia Civil, que
descubrieron en Galicia el cadáver de Diana y detuvieron al culpable. También
tuvo palabras emotivas y consoladoras don Jesús, párroco del pueblo de Pozuelo, que abrió
el acto.
Un
evento hermoso y emotivo para inmortalizar un nombre, Diana Quer, un recuerdo y
un símbolo, el de la mujer joven y desprotegida, ante el acecho de un depredador
sanguinario, que estuvo a punto de reincidir y que podría hacerlo si no se
cuida el hecho de la pena permanente revisable, que como decía Juan Carlos
Quer, no es “una cuestión política, sino de sentido común”, si no fuera por la
dinámica absurda del discrepar mecánico entre adversarios de nuestros partidos
políticos.
El
ordenamiento jurídico ha de contemplar también a las víctimas que quedan con
vida tras un hecho execrable como la muerte violenta de una hija, y que no
podrían resistir ver en libertad al asesino de en pocos años, con el riesgo de más muertes.
La
alcaldesa de Pozuelo vestía de morado, todo un color simbólico de las mujeres
que reivindican justicia para sus congéneres, quien recordaba igualmente la
necesidad de esa prisión permanente revisable para aquellos que destruyen la
vida de los más débiles.
El
homenaje transcurrió reivindicativo pero sereno, con la música del Canto de los pájaros de Pau Casals como
fondo final. La efigie de Diana Quer sonreía en la esperanza. El escultor Julio
Mendoza leyó, para terminar el acto, un bello poema que compuso para joven:
Abanicada por el viento
(Poema dedicado a Diana Quer)
Abanicada por el viento, acariciada por las hojas,
perenne como la roca,
por siempre joven, alegre y sonriente nos verás envejecer
y partir.
Muchos te llamarán por tu nombre, Diana, y ni sabrán
los nuestros.
Los árboles y matorrales a tu alrededor cambiaran de
hoja,
se cubrirán de nieve en invierno y reverdecerán en
primavera,
y tu seguirás siempre viva, joven y sonriente, Diana.
ESCULTURA EN LA PLAZA DIANA QUER
Palabras de Julio Mendoza
“Toda
persona de bien se sensibiliza ante la pérdida de una hija o hijo, nieta o
nieto, especialmente por causa de un crimen. Un artista además tiene la
necesidad de materializar este sentimiento. El arte siempre ha comunicado
emociones humanas, el amor en todas sus manifestaciones.
La obra
de arte de la que tratamos transmite estos mensajes positivos en forma de
escultura, principalmente el amor por nuestros menores, nuestros descendientes,
que por lo dicho lo son de todos. También es un canto a la vida, porque ellos
recogen nuestro testigo y la perpetúan. Es un reconocimiento a todas las madres
y padres, abuelas y abuelos porque ellos dan la vida, cuidan, aman y se
reencarnan en sus hijas e hijos, nietas y nietos.
Una
conocida frase de la película ‘La lista de Schindler’ dirigida por Steven
Spielberg dice:
‘Quien salva una vida salva al mundo entero’
Ampliémosla diciendo: quien salva el recuerdo de las
víctimas, y previene para salvar nuevas vidas, salva al mundo entero.
Si una
persona representa a todas las personas, una hija representa a todas las hijas
e hijos. Por eso como artista y padre pero sobre todo como persona y ser humano
quiero dar forma a algo más que a una obra de arte o un símbolo, quiero
materializar un homenaje a todas las madres y padres, abuelas y abuelos, hijas
e hijos, nietas y nietos que siempre hemos sido y seguiremos siendo mientras el
Ser Humano exista, a través de la efigie de Diana Quer, una hija de
todos en el corazón, una vecina de todos en quien vemos y volcamos el amor a
nuestros hijos y nietos, que es inmenso, inaprensible, porque es el misterio
mismo de la vida y de la humanidad.
Diana Quer además
representa a otras niñas y niños, jóvenes indefensos e inocentes víctimas del
sinsentido, de la crueldad, de la maldad misma. Ellos nos hacen creer por el
contrario en la bondad, ellos nos ayudan a creer que el bien siempre puede
vencer al mal, porque nuestro recuerdo a ellos será permanente y su pureza,
inocencia y vitalidad también serán constantes en nuestra memoria y en nuestras
almas. Nos mueven a creer en lo que son: verdaderos ángeles cuyo sólo recuerdo
nos hace ser mejores personas.
Esta
escultura es un homenaje a Diana Quer, nuestra hija afectiva, nuestra
vecina, y a todos los niños y jóvenes absurda y cruelmente arrebatados a sus
seres queridos, familia, amigos y vecinos.
Nunca nos arrebatarán nuestro amor y recuerdo por ellos,
el arte es una de la más sublimes formas de rememorarles y homenajearles, todos
ellos seguirán cumpliendo años, sus sueños e ilusiones vivirán mientras les
amemos y recordemos, y mientras podamos seguir viéndoles e imaginándoles en
esta y en otras obras en las que serán jóvenes por siempre”.
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