ARCOmadrid 2019 – 27 feb/3 mar
Andrea Galvani, ganador del prestigioso VII Premio Audemars Piguet a la producción de una obra de arte en ARCOmadrid 2019
Presentado por la galería Revolver, el proyecto de Galvani indaga en las fronteras de lo desconocido y parece ilustrar una nueva cosmología.
l.m.a-
Madrid, 30 de noviembre de 2018.- El artista italiano Andrea Galvani ha resultado ganador del VII Premio Audemars Piguet a la producción de una obra de arte en ARCOmadrid 2019. Su proyecto, presentado por la galería peruana Revolver, será expuesto en el espacio de Audemars Piguet en la Feria, durante su celebración del 27 de febrero al 3 de marzo.
El jurado, compuesto por Javier Molins, crítico de arte; Lucía Casani, directora de La Casa Encendida; Pilar Lladó, coleccionista;Eduardo Rivero, coleccionista; Enric Pastor, director de AD; Eloy Martínez de la Pera, asesor de arte en Audemars Piguet Iberia; Winka Angelrath, directora de exposiciones en Audemars Piguet; Brian Lavio, director general de Audemars Piguet, y Carlos Urroz, director de ARCOmadrid, ha destacado lo adecuado de su propuesta al espíritu de la marca basado en “Complejidad y precisión”. La base científica del premio se combina con la potente experiencia visual y conceptual de la obra de Galvani a la cual se une una performance que activará el espacio entero de la instalación en determinados horarios de la feria.
Con este premio, Andrea Galvani contará con un valor de 15.000 euros, para a la producción de su proyecto site-specific.
DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO
Desarrollado en colaboración con físicos y matemáticos de la UNAM, la NASA y el Imperial College of London, el proyecto indaga dentro de las fronteras de lo desconocido, codificándose como un homenaje a la temporalidad de las teorías, y a los intentos de transformar lo incierto en absoluto. El título de la instalación, Instruments for Inquiring into the Wind and the Shaking Earth es la traducción al inglés de 候风地动仪(Houfeng Didong Yi), el término con el que se denominó el primer sismógrafo, inventado por el erudito y visionario matemático Zhang Heng (73-139 dC). De acuerdo con antiguos archivos chinos, en el año 138, este dispositivo detectó un terremoto a 600 kilómetros de distancia. Esta obra alude tanto al poder como a la fracaso del conocimiento humano, es una proclamación del nuestro deseo de comprender, de codificar lo que es abstracto, y de imponer orden y precisión a un mundo impredecible y complejo.
La instalación es un paisaje incandescente, un campo visual unificado concebido como un entorno experimental, o un acto de descubrimiento. Como una nube luminosa, constelaciones de cálculos y fórmulas escritas en neón blanco son suspendidos en lo alto, ocupando la zona de transición del espacio arquitectónico. Se trata de cálculos matemáticos que describen con precisión la simetría de las leyes de la física: desde el movimiento ondulante de las olas, hasta la naturaleza del tiempo; desde la generación de una tormenta eléctrica, hasta la previsión de las mareas del océano; el ritmo al cual el cosmos se expande, y la posibilidad de que exista vida en otros planetas.
Un grupo de performers transforman este entorno en un escenario de teatro cinético. Sus movimientos lentos y voces en vivo se unen en un coro que parece emerger de un instinto primitivo. Los ritmos colectivos y las modulaciones individuales se mueven en el espacio, interactuando con la arquitectura, la obra y el público. Como un reloj que mide con precisión el tiempo, los performers fluyen en una coreografía que avanza y retrocede cíclicamente. La instalación se expande, deviene en un paisaje en movimiento, una orquesta de estímulos audiovisuales.
Esta instalación reúne abstracciones mentales y fenómenos físicos que se originan en aspectos muy diferentes de nuestras vidas. Humaniza nuestro conocimiento de conceptos cósmicos, mapas de caminos tomados y luego abandonados; ofrece introducciones íntimas a los valientes que imaginaron lo que otros aún no podían entender. Instruments for Inquiring into the Wind and the Shaking Earth existe en una dimensión donde el tiempo está ausente, donde la historia y la memoria se unifican en una proyección de progreso científico y esfuerzos minuciosos para comprender el mundo natural. Cada ecuación es un memento mori, así como un objeto de resistencia contra la muerte, revelando una realidad más compleja y matizada. Como el Black Square de Kazimir Malevich, el trabajo de Galvani parece ilustrar una nueva cosmología –la que honra el conocimiento humano mientras, simultáneamente, calibra la posibilidad de los cálculos e instrumentos científicos como vía para esclarecer los misterios que estos mismos buscan descifrar.
ANDREA GALVANI (Verona, Italia 1973)
Vive y trabaja en Nueva York y Ciudad de México.
Andrea Galvani adopta una metodología de carácter científico que a menudo involucra la colaboración de universidades y comunidades de investigación. Incorporando en todo momento numerosas disciplinas, materiales y métodos de trabajo a través de fotografía, video, dibujo, escultura, sonido, instalaciones arquitectónicas y performance, su obra parece articular y extender los límites entre fragilidad y monumentalidad, temporalidad y absoluto. Galvani ha exhibido internacionalmente en museos, instituciones y bienales incluyendo el Whitney Museum; Nueva York; La cuarta Bienal de Moscu; la Mediations Bienal, Poznań, Poland; La novena Bienal de Nicaragua; Art in General, Nueva York; Aperture Foundation, Nueva York; entre muchas otras. Su trabajo es parte de importantes colecciones públicas y privadas, incluyendo la colección permanente del Dallas Museum of Art; Deutsche Bank Collection; Artist Pension Trust; la Contemporary Art Society; y más. En 2016, el Mart Museum presentó la primera retrospectiva de mitad de carrera de Galvani en Europa.
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