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Julia Sáez-Angulo
25/3/19 .- MADRID .- A puerta cerrada, dos individuos, quizás
tres, sin escapatoria posible alguna y con la espada de Damocles del fin del mundo.
Solo queda la comida liofilizada para subsistir. Un diálogo angustioso de dos sujetos
que no se entienden, que hablan lenguajes diferentes, pese a pequeños
intervalos de aparente concordia. Esta es la atmósfera que se respira en la
obra Obscuridad de Jan Vilanova, dirigida
por Gorka Lasaosa y Aber Vernet e interpretada por Dafnis Balduf y Karlos
Aurrekoetxea, magníficos actores.
Huis
clos, “A puerta cerrada” del filósofo francés Jean Paul Sartre
es la referencia analógica más obvia, que
el Esperando a Godot de Samuel
Beckett, que se cita en el programa de mano
o el Giro al infierno John
Ridley. El infierno son los otros; el conflicto entra con ellos, pero la
soledad es al mismo tiempo una extrañeza que no se soportaría. Estamos
condenados a entendernos o más bien a soportarnos. Y esperar a ver que sucede:
¿el fin del mundo? Podría ser, pero queda una capsula encriptada y la comida
liofilizada para prolongar un poco más la vida. El infierno es el otro, pero
también los de fuera, de los que se recela y se rechaza.
Bien dirigida, la obra tiene ritmo,
los actores son buenos de palabra y sobre todo de gesto. Una hora larga de
tensión y espera por parte del espectador, a la par que la espera de los
protagonistas aparentemente antagónicos y con pactos puntuales. Se hace buen teatro
alternativo en el País Vasco y así lo vemos cuando llega a Madrid, que hoy y
ahora es la cran capital del teatro alternativo.
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