pioneras rusas
Hasta el 16 de junio de 2019
L.M.A.
25.03. 19 .- MADRID .- A comienzos del siglo XX, se fraguó un renacimiento cultural
sin precedentes en el Imperio Ruso. La vida artística se llenó de exposiciones y exaltados
manifiestos que combinaban influencias de corrientes vanguardistas extranjeras con aspectos genuinos
de la cultura rusa. Este acontecimiento excepcional tuvo además una característica que lo diferenció
del resto de los movimientos artísticos
de la época: la conocida como vanguardia rusa contó con una
participación femenina no solo muy
numerosa, sino también extremadamente activa y relevante.
Algunas de las más destacadas artistas de este movimiento
forman parte del montaje especial
Pioneras. Mujeres artistas de la vanguardia rusa, que reúne
una selección de 12 obras de las
colecciones del museo de Natalia Goncharova, Alexandra
Exter, Olga Rózanova, Nadeshda
Udaltsova, Liubov Popova, Varvara Stepanova y Sonia
Delaunay, además de textos, biografías y
fotografías. Todas ellas crecieron y se formaron en un
régimen que se aferraba a los valores de la
época preindustrial y, sin embargo, se convirtieron en
pioneras de la creación, difusión y defensa de
los nuevos lenguajes artísticos que fascinaron y
escandalizaron a partes iguales a la sociedad rusa y europea de comienzos de siglo.
Jóvenes, inteligentes, libres y rebeldes no formaron un
grupo, aunque muchas de ellas se conocieron
e influyeron mutuamente. Sus nombres están asociados a los
diferentes movimientos que se
sucedieron durante los últimos años de la Rusia de los zares
y sus carreras habían alcanzado la
madurez cuando, en 1917, triunfó la Revolución de Octubre.
Con su ímpetu y determinación no solo
consiguieron integrarse en completa igualdad en la
vanguardia, sino que en muchos sentidos la
lideraron, marcando un importante hito en la historia del
arte.
Natalia Goncharova (Negaievo, 1881-París, 1962)
Desde sus primeras obras de finales de la década de 1900, Goncharova combinó a la perfección un interés
por los movimientos de vanguardia europeos con la
búsqueda de inspiración en el folclore y las raíces
populares rusas. Tras esta primera fase neoprimitivista,
donde se apreciaba la admiración por Gauguin y Matisse,
se interesó por el cubismo y el futurismo, y finalmente
desarrolló, junto a Larionov, el rayonismo. Este
movimiento, basado en las teorías científicas de la luz,
convertía el espacio pictórico en una reflexión sobre la
acción y la refracción de los rayos lumínicos.
Alexandra Exter (Belostok, 1882-Fontenay-aux-Roses, 1949)
Alexandra Exter fue una figura clave en las conexiones
entre la vanguardia rusa y las corrientes artísticas que se
estaban desarrollando en Europa occidental. Su temprano
interés por la escena parisiense la llevó a pasar largas
temporadas en la capital francesa a partir de 1907, donde
conoció entre otros a Pablo Picasso y Georges Braque.
Cautivada por las posibilidades del nuevo lenguaje
cubista, lo adoptó inmediatamente y se convirtió en una
de sus principales embajadoras en Rusia. El contacto con
el matrimonio Delaunay y con los futuristas italianos hizo
que se interesara por la introducción del
movimiento en sus obras y confirmó su apuesta por el color.
Al estallar la Gran Guerra volvió a su
país donde, atraída por la obra de Kazimir Malévich, realizó
sus primeras obras no figurativas.
Durante estos años inició sus colaboraciones teatrales y, a
partir de 1921, diseñó moda.
Natalia Goncharova en su estudio, París,
finales de la década de 1920
Olga Rózanova (Melenki, 1886-Moscú, 1918)
Rózanova está considerada una de las artistas más
originales de la vanguardia rusa que destacó tanto por
su firme apuesta a favor de un arte no figurativo, como
por su continua búsqueda de nuevas formas de
expresión. Sus inicios estuvieron ligados al futurismo
que conoció de la mano del poeta Alexei Kruchenykh,
inventor del lenguaje experimental zaum. La artista no
solo colaboró en el diseño de numerosas publicaciones
futuristas, sino que ella misma comenzó a escribir
poemas transracionales. En paralelo, pintó sus primeras
obras de estilo cubofuturista, donde el color
ya era su preocupación principal. Resultaron tan
innovadoras, que Filippo Marinetti decidió incluirlas
en la Primera Exposición Futurista Internacional de Roma, en
1914.
Nadeshda Udaltsova (Orel, 1886-Moscú, 1961)
Nadeshda Udaltsova estuvo vinculada al cubismo desde que, en
noviembre de 1912, viajó junto a su amiga Liubov Popova a
París. Con
ella asistió a las clases de Jean Metzinger y Henri Le
Fauconnier en la
Académie de La Palette y, a partir de entonces, este
lenguaje se
convirtió en la base fundamental sobre la que construyó unas
obras
que se consideran la mejor manifestación de este movimiento
en
Rusia. Tras la Revolución de 1917, participó activamente en
diversas
iniciativas culturales e impartió clases. También fue
miembro del
Instituto Estatal de Cultura Artística (Injuk), aunque lo
abandonó en
1921 por discrepancias con los artistas de la corriente
constructivista,
que defendían el abandono de la pintura como práctica
artística.
Liubov Popova (Ivanovskoie, 1889-Moscú, 1924)
Desde muy temprano, Popova combinó su fascinación por el
arte antiguo
ruso con numerosos viajes familiares por toda Europa. El
arte clásico
italiano, en especial los fundamentos compositivos del
estilo
renacentista, dejaron una imborrable huella en ella.
Interesada también
por las corrientes artísticas contemporáneas, viajó a París
en 1912 con su
amiga Udaltsova, donde entró en contacto con el cubismo. Una
nueva estancia en Italia le permitió conocer de primera mano el
futurismo, combinando ambos lenguajes
en sus obras. Posteriormente, su interés osciló entre el
suprematismo y el constructivismo, aunque
manteniendo siempre una clara independencia artística. En
1921, junto a otros artistas del Instituto
Estatal de Cultura Artística (Injuk), renunció a la pintura
de caballete e inició una importante carrera
como diseñadora gráfica, textil y escenógrafa.
Varvara Stepanova ( Kaunas 1894 - Moscú 1958)
La más joven de las pioneras admiró, durante los primeros
años de su
carrera, a los poetas futuristas y, en 1917, comenzó a
escribir poemas
transnacionales que se convirtieron en la base de una serie
de libros
manuscritos en los que, siguiendo a Rozanova, combinaba
texto y
formas abstractas. Su entusiasmo por el triunfo de la
Revolución de
Octubre, la llevó a poblar sus obras con personajes que
representaban
el ideal (robótico, eficiente y dinámico) de la era
socialista. En
septiembre de 1921, se unió al grupo de artistas que
decidieron
abandonar la pintura de caballete. Stepanova, única artista
de su
época con formación en artes aplicadas, expandió sus ideas
al terreno
del diseño de vestimenta y textil, a la decoración de
espacios públicos
y teatrales y se convirtió en una de las principales
representantes del constructivismo.
Sonia Delaunay (Odesa, 1885-París, 1979)
A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en París,
todo en la
vida y la obra de Sonia Delaunay parece conectar con sus
orígenes
rusos. Su defensa a ultranza del color, la apuesta por la
abstracción y el
interés por expandir sus ideas artísticas a todos los
objetos de la vida
cotidiana, se asemejan enormemente a los principios
estéticos que
defendían muchos de sus compatriotas de la vanguardia en
Rusia, con
los que mantuvo contactos. En la capital francesa, Sonia
pronto se
convirtió en una figura clave para la vanguardia gracias a
la aventura
simultaneísta que emprendió junto a Robert Delaunay, su
marido
desde 1910. Juntos investigaron los contrastes de color y la
disolución de
la forma a través de la luz, lo que los encaminó a la
abstracción.
El montaje se completa con un vídeo sobre la restauración de
las obras Pesca (Pescadores) (1909), de Natalia Goncharova, y Jugadores de billar (1920), de Varvara
Stepanova. La pintura rusa de comienzos del siglo XX, así como la de otras vanguardias
históricas, plantea problemas de
conservación y por eso es supervisada regularmente. La
restauración de estos dos lienzos permiteanalizar algunas de las problemáticas comunes a las obras de
este periodo y contribuir a su mejor conservación.
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