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Julia Sáez-Angulo
5/2/20 .- Madrid .- Una de las cosas
buena que está haciendo el feminismo es la de reivindicar la obra de mujeres
del pasado en todos los campos: literatura, artes plásticas, música... La
escultura de Camille Claudel, alumna muy aventajada de Auguste Rodin, por
ejemplo, no hubiera sido reestudiada y contemplada, si sus congéneres, las
mujeres, no la hubieran reivindicado. Y como este caso, muchos otros en las
artes y las ciencias.
¿Qué algunos feminismo se pasan de
rosca y estupidez? Totalmente de acuerdo; yo no los llamaría tales, en
principio, no llamaría feminismo aquellos movimientos que no inviten al hombre
a participar en su apoyo para recatar del silencio la falta de visibilidad y
resonancia en el presente y el pasado de muchas mujeres. Hay que aliarse, no
enfrentarse. Los hombres que no quieran hacerlo, es otra cosa. Y sobre todo,
saber que cada grupo feminista tiene sus aspiraciones y ritmo, sin que tenga
que ser invadido o acusado por otros de distintos matices. El autoritarismo
feminista, también existe y nos hace mucho daño a las mujeres.
No hay que ir con paños calientes en
las reivindicaciones feministas, pero sí respetar y estudiar mejores
estrategias de éxito, de eso es de lo que se trata al fin y al cabo. Que mejore
la mujer quiere decir que mejoran los hijos, las generaciones y por tanto la
sociedad entera.
Amalia Valcárcel ha publicado su
libro Ahora feminismo. Cuestiones
candentes y frentes abiertos, editado or la Universidad de Valencia, a
través de Ediciones Cátedra. El libro estudia el recorrido del Feminismo desde
su origen hasta la Modernidad; desde las reivindicaciones ilustradas hasta el Me Too que ha inaugurado el siglo XXI.
El debate está vivo y hay que aprovecharlo.
En el feminismo siempre encontramos
cuatro grandes bloques: una teoría explicativa, una agenda, una vanguardia y un
conjunto de consecuencias impremeditadas. “El Feminismo deberá ser reconocido
algún día como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, dijo en su día la
desaparecida Carmen Alborch.
En el prólogo del libro se nos
advierte que “en bastantes ocasiones, y en el feminismo, como nos sabemos
vanguardia relativamente frágil y por lo tanto fácil de atacar, silenciamos las
disensiones. Pero a veces hay que arrostra el peligro y decir bien fuerte
que... hasta aquí hemos llegado.
Totalmente cierto y de acuerdo, pero
hay que recelar de los chiringuitos que nutren de dinero público algunos
colectivos feministas bien untados por los partidos políticos. No hay mas que tener los ojos abiertos. ¡Atentas
y al tajo! Quizás por táctica, habría que alejarse de los políticos y políticas, tan sectarios/as que no permiten a otras juntarse en las marchas del 8 de marzo. Increíble pero cierto. ¿cabe más sectarismo? Algunas ministras o vicepresidentas adolecen de ese mal.
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