Julia Sáez-Angulo
18/10/20.- Madrid.- Siempre es gozoso leer y escribir sobre el poeta Juan Ramón Jiménez, JRJ, nuestro premio Nobel de Poesía 1977. Es cabeza de fila de muchos poetas españoles que le reconocen su magisterio directo o indirecto por la lectura de sus obras, que fueron una renovación en el arte de la lírica española. “Piedra y cielo” es un libro del poeta de Moguer, que acaba de publicar la editorial Cátedra, en edición de Jorge Urrutia. El la portada una imagen del cuadro “Orpheo” (1865) del pintor francés Gustave Moreau.
En Piedra y cielo Juan Ramón Jiménez (1881-1958) construye un libro unitario en el que se profundiza, desde el propio poema, en el ser, la escritura y la razón de la poesía. El poeta onubense renovó la poesía simbolista con la tradición española de los grandes como san Juan de la Cruz, Bécquer o Antonio Machado. “Piedra y cielo” es uno de los libros mayores del autor y de ahí el oportuno estudio de Urrutia en el que habla de piedracielismo.:
“Suele afirmarse que hay un misterio, al menos un secreto, en la poesía. Pero la poesía carece de otro misterio que no sea ella misma. Tampoco tiene secreto alguno, porque no es un juego de magia, ni un acertijo, ni una trampa. Como decía un mago al que vi de niño en el circo: “Este número no tiene más trampa nio cartón que los necesarios…”
Eres igual a ti,
y desigual, lo mismo
que los azules del cielo
Curiosamente “Piedra y cielo” no ha tenido excesiva bibliografía en el estudio ola crítica.
“Los ciento diecinueve poemas de Piedra y cielo, constituyen un conjunto integrado muy singular en la poesía española del siglo XX, y no solo en la poesía española”, dice Urrutia en el epílogo del estudio. Nada tiene de extraño que fuera recibido en su momento con comentarios superficiales debido a la incomprensión y el desconcierto que produjo. Tampoco con posterioridad ha sido muy estudiado, sino que suele unirse a los libros del periodo comprendido entre 1917 y 1920.
Así dice JRJ al final del libro
Quisiera que mi libro, fuese
Como el cielo por la noche,
Todo verdad presente, sin historia.
Que, como él, se diera en cada instante
Todo, con todas sus estrellas,
Sin que niñez, juventud, vejez quitaran
Ni pusieran encanto a su hermosura inmensa.
¡Temblor, relumbre, música
presentes y totales!
¡Temblor, relumbre, música en la frente
-cielo del corazón- del libro puro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario