sábado, 11 de septiembre de 2021

Enrique Molina, gran poeta y pintor argentino que cultivó el Surrealismo

Enrique Molina, poeta y pintor argentino (1910-1997)


Cubierta de uno de sus libros de Losada, de 1962

Cubierta de una antología de Henri Michaux que publicó en la Lima de 1955, tanto las traducciones como el dibujo de cubierta son de Enrique Molina.


L.M.A.

        11/9/2021.- Madrid.- Enrique Molina (Buenos Aires, 1910- 1997) fue un poeta y pintor argentino. Fue uno de los más destacados cultores del surrealismo en la literatura de la Argentina. Tripulante de barcos mercantes, viajó al Caribe y a Europa y vivió en diversos países de América Latina. En 1952, con el poeta Aldo Pellegrini, fundó en la ciudad de Buenos Aires la revista surrealista "A partir de cero".

Como pintor, manifestación creativa que también ejerció, concibió apariencias en un espacio onírico, pureza y enigma que se relacionan íntimamente con su poesía. En 1992 fue distinguido con el Gran Premio Fondo Nacional de las Artes y en 1994 con el Premio Konex de Platino.

"Es considerado hoy como uno de los poetas más importantes de la lengua española. Estudió abogacía, fue tripulante de barcos mercantes y residió en diversos países de América. Identificado con las ideas y los fines del movimiento surrealista fundó en 1952, con Aldo Pellegrini, la revista "A Partir de Cero".1Su estilo poético cerebral y en ciertos aspectos surrealista le hacen cercano a sus coetáneos y compatriotas Alberto Girri y Olga Orozco. (Wikipedia)

OBRA POÉTICA

Las cosas y el delirio, 1941.

Pasiones terrestres, 1946.

Costumbres errantes o la redondez de la Tierra, 1951

Amantes antípodas, 1961

Fuego libre, 1962

Las bellasfurias, 1966.

Monzón Napalm, 1968

Una sombra donde sueña Camila O'Gorman, 1973

Los últimos soles, 1980

El ala de la gaviota, 1985.



Adiós

 

Un día más, sólo un minuto más, para estar vivo

y despedirme de cuanto amé.

Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría

desde el instante mismo en que nací.

Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su

sabiduría,

y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,

vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa

mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,

y el río con su lenta corriente musculosa

a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto

de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!

 

Un instante más aún en el suelo que pisé,

en el aire de mi respiración

sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,

con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño

planeta, donde perdure año tras año, presintiendo

este límite de espumas, este revuelto torbellino

de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado

por centelleante atracción de la tierra,

por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo

es mi destino.

 

Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,

los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame

una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste

el trágico instante en que uno descubre

el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,

el instante supremo de decir adiós.

a cuanto se adoró en esta vida.

 

***

 

Nada de nostalgia

 

El que pueda llegar que llegue

Esta es la sal de las partidas

Una perla de amor insomne

Entre manos desconocidas

 

Lechos de plumas en el viento

Sólo dormimos en los médanos

Thi la gitana del desierto

En la noche del Aduanero

 

La gitana con una cítara

Un león la huele como a una flor

Es el sueño feroz y tierno

El olfato de la pasión

 

Alas de nunca y de inconstancia

A través del cielo se filtran

implacables cuerpos amantes

con sus terribles maravillas.

 

Todas las llaves abren la muerte

Pero la vida nunca se cierra

¡Todas las llaves abren la puerta

Del puro incendio de la tierra!

 

***

 

Un oscuro mensaje

 

Criatura enigmática,

con el anillo verde del reino vegetal

y su respiración de silenciosa sombra,

sin pasiones,

una divinidad indescifrable.

Con su lenta explosión

el árbol me vigila

enfrente a mi ventana,

espía mis menores movimientos

a veces con un pájaro,

con un gemido solitario,

con un hilo de lluvia,

atento a mi presencia

sin que pueda acallar su interrogante.

 

Algo exige de mí,

algo que debo hacer pero que ignoro,

algo que debo olvidar

o quizás recordar toda la vida,

tal vez un nombre,

la luz de cierta noche

o tal vez el instante en que algo amado

desaparece también con un susurro.

 

Algo que pugna por surgir

como la mano del que se hunde en el mar,

algo impreciso aún,

sin duda vinculado al amor, a los astros,

y que por último

me será revelado en su raíz.

Quizás tan sólo sea

una nube, una brisa,

la misma ardiente música del mundo

oída siempre y siempre y siempre.






2 comentarios:

Emilio Porta dijo...


Grande Enrique Molina. Grande en su Poesía, su pensamiento y escritura. Un poeta que debería ser referencia obligada de todo aquél que pone en la escritura su mente, su corazón y el conocimiento del lenguaje. Magnífica entrada.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Maravilloso poeta, Enrique Molina, mi poeta preferido de todos
los tiempos. Vino a Madrid en 1982, siendo ya casi un anciano,
y Juan y yo pasamos una semana en su compañía. Nos dedicó su antología
"Orden terrestre", libro que ha sido mi catálogo a lo largo de mi vida
poética. Era un hombre sonriente, cariñoso, tan sensual como su
propia obra.
Gracias, por revivirlo y por colocar en tu página sus poemas.
Un saludo. Ángela reyes