María José Cabrerizo, magníficas esculturas en piedra en el Museo Tiflológico de Madrid
María José Cabrerizo
Julia Sáez-Angulo
La escultora
María José Cabrerizo de Diego (Madrid, 1969) ha expuesto sus últimos trabajos
en piedra, en el Museo Tiflológico de Madrid, bajo el título de In•material.
La inauguración estuvo presidida por el director del citado museo, Miguel Moreno Torbellino.
La muestra permanecerá abierta hasta el 25 de mayo de 2013.
Una
escultura rica y bien concebida, variada en color y con gran maestría en el
desarrollo de las formas. La variedad cromática y diversidad de textura de los mármoles
y otras piedras ofrecen una visión grata y digna de admiración de este trabajo
por una artista joven que promete una gran andadura.
Entre los
asistentes a la inauguración, numerosos escultores como José Luis Fernández, María
Oriza (espléndida ceramista que acaba de exponer en Astarté, Paz Santos que inaugura
y expone el día 14 de abril en la galería Ra del Rey, Gloria Salas y otros;
también críticos de arte como Elisa Sáez de Slöcker o Carmen Valero.
Paloma Souto
ha escrito en el catálogo de María José Cabrerizo (siempre dignos para el
artista y bien cuidados, por el Museo Tiflológico):
Se dice que hay un canon universal
de armonía, belleza y proporción para las artes, y que este es aplicable a
todas las ciencias que tienen que ver con las relaciones espaciales.
Esta clase de
belleza es la que busca María José Cabrerizo, una belleza que se manifiesta
cuando el objeto lleva algo consigo, porque posee lo -inmaterial-
, un atributo proveniente del mundo
de las sensaciones, que ella hace físicas con sus manos mediante esa extraña y
certera intuición que precede a la creación.
Cuando María José se
detiene delante de una piedra informe -una
nada-, algo que otro ser desecharía como inservible, comienza el proceso
necesario para otorgar y extraer de esta toda su esencia.
Pero veamos cómo
consigue todo esto a partir de una piedra en bruto.
La búsqueda de la
sensación más profunda de esta escultora comienza con la persecución de la
curva escondida en cada piedra, aquella que paulatinamente va insinuándose a medida que ella cincela y
pule, siguiendo siempre el movimiento que la misma le sugiere o le dicta.
La escultora dice
que es la piedra la que la elige a ella y cuando empieza a trabajar la curva,
esta se conecta al carácter cíclico de los procesos vitales, una línea de ida y
vuelta simbolizada en el círculo, la elipse, o la espiral.
Sus esculturas se
mueven en el espacio trazando distintas direcciones, mediante suaves líneas que
siempre vuelven a un centro.
Obra de Cabrerizo
Ir y retornar mediante un claro y sencillo lenguaje.
Esta sencillez nos
lleva siempre al mismo punto final, - la
obra verdadera es siempre un reflejo de
uno mismo-, es un símbolo del ser y de la conformidad de este con su
esencia, su verdad es el origen de su belleza y armonía.
Sus piedras son
como ella, sólidas, delicadamente sinuosas, etéreas, llenas de matices y
transparencias conseguidos a través de un extremado pulimento, por lo que mutan suavemente de color
cuando la mirada varía de posición o con
la diferente luz, gracias a las direcciones contrarias de sus suaves curvas.
En la pieza Vulcano la redondez de su forma acaba en la curva de
crecimiento, base de la simetría dinámica, como si de una nebulosa se tratase,
la piedra entonces asume esta espiral como patrón arquetípico del mismo cosmos.
Culmina en su centro con un bellísimo nautilo una forma natural, una concha
estriada en el núcleo de la piedra, o Mare Nostrum
referencia del mismísimo centro u origen de la vida de animales
y vegetales.
Su perfecta
proporción en el espacio Bestiarium
puede seguirse mediante el recorrido de las manos a través de la
suavidad de su tacto y en el camino
que siguen las curvas cuando dibujan el espacio.
Este
camino se hace elipse, en Órbita, como si de la Vía Láctea o camino
de las estrellas se tratara, muy blanca como la leche derramada del pecho
de Hera, con un foco infinito.
Montadas en el aire
algunas de ellas son giratorias gracias a un encastre que la une a
una base lo que le da carácter móvil y le confiere la cualidad de capturar esa
parte de la esencia femenina que fija lo volátil, después de pasar un largo
proceso entre la magia de sus manos.
A través de la
curva vuelve siempre a lo redondo Evolución
a un recorrido de ida y
de vuelta.
La piedra negra Mujer
de Negro está íntimamente
relacionada con todas las formas derivadas de la Diosa Madre, o relacionadas
con ella, pero lo más importante es su relación con la luz(Guénon, Symboles fondamentaux), o núcleo de la inmortalidad, que queda de todo resto humano
(Diccionario de símbolos, Cirlot).
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