CarrerasMugica prorroga hasta el próximo 6 de febrero su tercera exposición individual de Pello Irazu. La muestra reúne un conjunto de cuatro esculturas de considerable formato junto a otras más pequeñas así como una selección de dibujos de reciente producción.
Las obras sobre papel toman como nombre una matriz de nociones (Siluetas / Masas / Sombras / Perfiles / Bultos / Espectros / Leyendas / Desechos / Espantos) que da también título a la exposición. Palabras que hacen explícitos los juegos de deslizamientos entre las distintas categorías de signos utilizados.
Tal y como lo describe el artista, “a primer un nivel, muy elemental, las formas que generan estas obras se originan a partir de un procedimiento de concentración de objetos que pierden esa condición al convertirse en siluetas, en masas o en sombras”. Así, una fotografía con una serie de elementos de mobiliario que se funden en una sola imagen silueteada, un conjunto de cajas de cartón de diferentes tamaños que quedan subsumidas en una masa continua o en una pieza que arroja una sombra es traducida en un material e integrada en unidad con la obra.
En un segundo nivel, “las formas así generadas comienzan a definir determinados perfiles, en un sentido tanto gestáltico como idiosincrásico”, unas presencias características, unos bultos cuya estirpe puede ser rastreada a partir de unas identificaciones culturales precisas. “En tales formas quedan también convocados ciertos espectros familiares, los ancestros, con los que se establece una relación necesariamente agónica”, explica Irazu “como el artista manierista del XVI que amaba y odiaba tan intensamente su modelo que solo destruyéndolo conseguía darle su lugar y obtener el suyo propio”. De esta manera, los perfiles, bultos y espectros de la escultura vasca, Oteiza, Chillida, Ibarrola, son convocados en una tenue fantasmagoría de las diferencias.
Por último, un tercer estadio nos coloca en el nivel propio de lo social. “Tradicionalmente los programas iconográficos del arte han sido vehículos de unos contenidos que pretendían moralizar, transmitir determinados valores a la sociedad”, señala el artista, “en especial la forma escultórica, debido su vocación monumental”. En el caso de la escultura vasca de los 60 y 70, “a pesar de su expresión abstracta, todo ello se ha cumplido de una peculiar manera: las formas no se sometieron metafóricamente al dictado del contenido, sino que fueron las propias formas –un determinado catálogo de formas– las que metonímicamente llegaron a configurar un sentido tan ambiguo como reconocible en torno al cual era posible la identificación popular”.
Las esculturas de mayor envergadura en esta exposición son evocaciones de esta tradición cercana y, al tiempo, suponen su propio cuestionamiento. “A diferencia de la nobleza de la materia que soportaba usualmente sus formas y en la que descansaba buena parte de su eficacia comunicativa, en este caso, sus materiales proceden directamente del estercolero, del reciclaje de desechos sacados de la basura”.
Además, esta legibilidad de las formas dentro de un modelo hipercodificado, se relativiza por la inclusión de “leyendas” –elementos destinados a ser leídos– que, en el caso de estas piezas, se originan a partir de una suspensión poética de la opinión publicada en un momento de desintegración social: páginas de periódico manipuladas con áreas de color que cortocircuitan el flujo informativo de los titulares. En definitiva, afirma Irazu, son “grandes masas articuladas (contra-monumentales) que, lejos de ser testimonio de la integración de una colectividad alrededor de ciertos valores y creencias, poéticamente ponen en juego el espanto y la desafección hacia sí misma y sus fundaciones”.
A lo largo de los últimos treinta años, la trayectoria de Pello Irazu se ha caracterizado por su dedicación a los problemas de lo escultórico con un carácter extremadamente abierto. En el plano material, esto no solo se vehicula a través de una multitud de formatos, materiales y dispositivos, sino que lo hace también a través del dibujo o la pintura mural.
|
Pello Irazu (Andoain, 1963) se licenció en Bellas Artes, especialidad de escultura, en 1988 por la Facultad de Bellas Artes de Leioa (Universidad del País Vasco). Desde los inicios de su carrera ha recibido numerosos premios y becas. En 1982 recibe una Beca del Ministerio de Cultura y en 1983 otra del Eusko Jaurlaritza-Gobierno Vasco. En los años 1983 y 1985 recibe el Tercer Premio en el Certamen Gure Artea organizado por el Departamento de Cultura del Eusko Jaurlaritza-Gobierno Vasco, y en 1984 recibe el Primer Premio de escultura en la IV Bienal Plástica de Vitoria-Gasteiz.
Tras una estancia en Londres durante el año 1989, reside en Nueva York entre 1990 y 1998. Actualmente vive y trabaja en Bilbao y está considerado como una de las figuras clave de la renovación producida en la escultura vasca y española.
Su trabajo está representado en destacadas siguientes colecciones y museos como la de ARTIUM. Centro-Museo de Arte Contemporáneo, el Centro Atlántico de Arte Moderno, la colección TESTIMONI de La Caixa, la colección del Banco Central Europeo, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el CA2M-Centro de Arte Dos de Mayo, la colección de la Fundación Coca-Cola, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Yves Klein Foundation de Arizona (EE.UU.), el Museum Moderner Kunst Stiftung Ludwig de Viena (Austria) o el Museum of Contemporary Art de San Diego (EE.UU.).
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario