Julia
Sáez-Angulo
Arcabás es
uno de los pintores más cotizados en Francia den el campo del arte sacro. Las
catedrales, iglesias, cartujas y monasterios cuenta con Arcabas para llevar a
cabo sus mejores proyectos. Sus retablos, pinturas murales o cuadros son de
gran modernidad al tiempo que de fe y espiritualidad.
Para Arcabas no hay arte profano, puesto todo arte
es sagrado en cuanto expresa la conciencia del hombre de cara al mismo Dios. El
color es una forma de diálogo con la misma divinidad, al expresar un
pensamiento. Lo sagrado surge cuando se invoca al Espíritu Santo.
En Lyon
se pueden encontrar obras de gran intensidad como Los discípulos de Emaús, un cuadro en la Casa de Pauline Jaricot,
una venerable ilustre, que defendió a los obreros de los abusos en las sederías
de la ciudad, o El
cenáculo, otro cuadro a la entrada de la congregación de religiosas del
mismo nombre, que se encuentra en la cima sagrada de Fourvière, cerca de la
basílica de Nuestra Señora que preside Lyon en lo alto. Ambos cuadros fueron
donados a las instituciones correspondientes.
Notre Dame, de Arcabas
Arcabas (Trémery.
Moselle –Francia-, 1926), su verdadero nombre es el de Jean-Marie Pirot), pero
ha aceptado con gusto el que le impusieron sus aluha expuesto en el Museo de
Arte de Fourvierè (Lyon) para mostrar en una retrospectiva la trayectoria de su
trabajo, prolongado e intenso. No hay que olvidar que Arcabas es también pintor
de escenografías de ópera y teatro, si bien se le conoce más por su arte sacro,
en el que utiliza el oro para sugerir, con su simbolismo de icono bizantino,
una presencia en lo sagrado.
Entre
las obras más relevantes de Arcabas destaca el políptico monumental Pasión/Resurrección; el mobiliario
litúrgico en colaboración don el escultor Etienne; la infancia de Cristo, en el
palacio episcopal de Malines (Bélgica); una gran Cruz del Cristo de la Buena
Esperanza en Ecuador, y sobre todo du gran trabajo en la Cartuja de San Hugo de
1986.
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