L.M.A.
Madrid, 09.03. 17 .- No sabemos dónde, pero su aguda sensibilidad la habrá conducido a un mejor puerto que aquél relativo al momento en que partió. Seguro será de Arte y refinamiento como el que aquí heredó incrustado en sus genes. Estos la remontaban al Museo del Prado donde descansan los cuadros de su bisabuelo Eduardo Rosales, o a Roma con su abuela Carlota Rosales, ahijada de Vicente Palmaroli con sus dibujos y acuarelas y por supuesto su querido padre Eduardo Santonja con sus magníficos murales esparcidos en monumentos varios, así como sus preciosos cuadros.
Elena Santonja fue un referente
cultural en la época pacata de la posguerra española. En casa de sus padres,
brillaban como anfitrionas las dos hermanas Elena y Carmen entre un grupo
continuo de artistas, pintores, bailarines, músicos y cineastas que acudían a
sus tertulias y festejos donde se actuaba, cantaba y hablaba de arte. Además
Carmen tocaba el piano en el Centro de Danza de la bailarina danesa Karen Taft
instalado en el barrio de Chueca. Elena por su parte estudiaba pintura en la
escuela de Bellas Artes de San Fernando con Antonio López y Lucio Muñoz. Con
todo este bagaje cultural iban alimentando su mente mientras crecían
engrosándolo cada vez más y agregando con su encanto multitud de amigos
conjuntando así un grupo de artistas de diversos ámbitos.
Mientras tanto la pintura
de Elena iba conformándose en un mundo original, desgranado de su talento
poblado de fantasías y quimeras. Así en 1956 obtuvo el primer premio “SÉSAMO”
de pintura con su cuadro APISONADORA. Participa en multitud de concursos y
certámenes nacionales y sólo en tres años de esta década realiza tres
exposiciones individuales. Después sus paisajes fueron comentados por un
crítico de “Paisajes imposibles de lugares donde habita el olvido”. También se
la descubría su admiración por H. P. Lovecraft y William Blake. Hay que hacer
mención especial a sus fantásticos retratos, entre los más célebres 2, el
imponente de cuerpo entero del gran torero y amigo suyo Antonio Bienvenida y el
del igualmente amigo el genial modisto ELIO este de medio torso.
En la década dorada de los
50 cuando estalló el volcán de GASTÓN& DANIELA en la calle de Velazquez,
como una cueva mágica de tejidos insólitos y artilugios diversos sacudieron la
adormecida “siesta” de la burguesía española. El dueño Wili Wakonigg un
vasco-austro húngaro que apareció por sorpresa convocó un concurso de
estampados a mano sobre telas con los bocetos de pintores españoles. Con los
resultados seleccionados y las telas hechas, se organizó una magna exposición
en la misma calle y local vecino a la tienda, siendo elegida como presentadora
de este evento ELENA SANTONJA vestida con un traje confeccionado con una de las
telas premiadas titulada PÁJAROS del pintor Ramiro Tapia.
Luego viene la cinéfilia,
presente ya desde su niñez, pero ahora esta afición es introducida de cuajo por
su matrimonio con el importante director de cine Jaime de Armiñan. Desfile de
nombres relevantes en sus fantásticas cenas ambientadas con otros directores,
actrices y amigos del cine. Como mujer inquieta y ávida de experimentos, Elena
excelente cocinera acude a Televisión. Con sus experiencias culinarias y la
interminable lista de amigos famosos los invita como clientes a su programa que
titula CON LAS MANOS EN LA MASA. Con sus dotes artísticas lo remoza de bellas
imágenes de cuadros temáticos y lo musicaliza con las maravillosas canciones
del grupo formado por su hermana Carmen y su amiga Gloria Van Aerssen titulado
VAINICA DOBLE, Un programa curioso, distinto y lleno de sorpresas y de humor
del bueno.
En definitiva una mujer
polifacética inundada de virtudes, que no ha sido consagrada debidamente en su
valía por su propio país, acostumbrado a ensalzar en la mayoría de las veces a
personas mediocres y a veces bastas y groseras.
Exposición: del 12 de marzo al 7 de
abril de 2017
De martes a viernes de 18:00 a
21:00 horas
De miércoles a sábado de 12:00
a 14:00 horas
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