17/08/17.-
El préstamo o depósito de obras de arte de un museo a otro es una práctica
habitual que viene de lejos, pero la cosa se ha complicado, cuando el museo
institucional reclama la pieza de nuevo para exponer o para sus propios fondos
y el museo prestatario se demora o se niega, porque se cree poco menos que la
obra de arte ha usucapido y es de su propiedad.
El
llamado Museo del Prado disperso no
es otra cosa que el depósito o préstamo temporal de sus obras de arte a museos
provinciales, embajadas, ministerios, palacios reales u otras instituciones
oficiales. En algunos casos no es el propio museo local el que se enfrenta o se
ha negado a devolver la obra a la primera pinacoteca de España, sino las
asociaciones de amigos del museo local o las comunidades regionales que agitan
el “espolio” ante los medios informativos.
Hay
piezas del Prado disperso en museos de Cataluña, La Rioja, Andalucía (Granada restauró un cuadro sin permiso del Prado)… pues
bien, la gran pinacoteca tuvo resistencia y polémica para recuperar, entre
otros, el cuadro del Greco “La Asunción”.
El
Museo de Lleida Diocesano y Comarcal -donde se albergan todavía las piezas del
monasterio de Sigena, pese a las sentencias eclesiástica y civil- alberga un
interesante cuadro de Antonio de Pereda, sobre el rey godo Agila, de
protagonismo histórico ilerdense. Dada la experiencia, es de suponer que se
resistirá a entregarlo si se le pide. En su reputación llevará la penitencia.
Me
consta que las autoridades culturales de la ciudad de Málaga, se entrevistaron
con la dirección del Museo del Prado, para ver la posibilidad de una extensión
del museo en la capital andaluza. Sería lo lógico y adecuado –sobre todo para
el turismo-, en vez de las deficientes sucursales de los museos Pompidou o de
Arte Ruso en San Petersburgo. No cuajó, no prosperó la idea.
No me
cabe la menor duda de que la experiencia del Prado y esa posible y hasta
probable resistencia a devolver las piezas a su sede original, por parte de los
museos sitos en los nuevos “reinos taifa”,
haya abortado una idea, que en circunstancias normales hubiera sido lo
adecuado. Toda una responsabilidad el arriesgarse, que seguramente sopesó el
patronato.
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