En doscientos años han pasado de tener el acceso prohibido
a ser mayoría y ocupar los principales puestos de responsabilidad
Mujeres de la BNE (2018)
L.M.A.
-7 de marzo de 2018- Si hay algún
lugar donde sean visibles las conquistas de las mujeres en las últimas décadas
es en la Biblioteca Nacional de España. Aunque costó, y durante los primeros 120
años de vida de la institución, tenían el acceso prohibido, hoy en día, la
Directora es una mujer, son la mayoría (62,97%) y ocupan la mayor parte de los
puestos de responsabilidad.
En su plantilla es donde mejor se
reflejan los cambios producidos: al cierre de 2017, las mujeres ocupaban el
62,97% de los puestos, frente a un 37,03% de hombres. Una proporción que se
reproduce en los niveles más altos del organigrama.
En 1990, después de 50 directores
hombres, Alicia Girón se convirtió en la primera Directora de la Biblioteca,
cargo que han ocupado otras cinco mujeres durante un total de 18 años en estas
casi tres décadas (Carmen Lacambra, Rosa Regàs, Milagros del Corral, Glòria
Pérez-Salmerón y la actual cabeza visible, Ana Santos Aramburo). En los últimos
años además se apuesta por un perfil técnico ya que muchas de ellas comenzaron
sus carreras profesionales como bibliotecarias.
Desde 2004, la Dirección ha estado
exclusivamente ocupada por mujeres, ‘‘no [porque] las mujeres [sean] necesariamente
‹mejores personas›’’, sino porque si el poder no se comparte, además de
cometerse una injusticia, ‘‘la sociedad en conjunto se está perdiendo el talento
de la mitad de la población”, como recordó Santos el mes pasado en el Foro
Liderazgo Femenino, citando a Mary Beard.
Ellas están asimismo representadas
en los grandes puestos restantes: Gerencia (Begoña Cerro), Dirección de
División de Procesos y Servicios Digitales (Agnes Ponsati) y Subdirección
Técnica (María Jesús Morillo). Además, los departamentos dirigidos por mujeres
son el doble de los que encabezan hombres, entre ellos algunos tan relevantes
como Coordinación de Proyectos, Actividades Editoriales, Preservación y
Conservación de Fondos, Adquisiciones e Incremento del Patrimonio, Bellas Artes
y Cartografía, Música y Audiovisuales, Recursos Humanos y Materiales, la
Biblioteca Digital o el Museo. Todo ello convierte a la BNE en un ejemplo que
demuestra que los techos de cristal se pueden romper.
Con respecto a los usuarios, las
cifras actuales muestran que la proporción de carnés masculinos y femeninos en
la Biblioteca es prácticamente la misma (50,74% de hombres y 49,26% de mujeres
a finales de febrero). Por ello, desde hace ya unos años se emiten dos tipos de
tarjetas identificativas: de lector y de lectora. A esta clase de gestos se
unen iniciativas recientes como el Día de
las Escritoras, un homenaje que se celebra anualmente para reivindicar la labor
y el legado de las autoras a lo largo de la historia.
Antonia Gutiérrez Bueno, la pionera
Las mujeres no siempre lo han
tenido fácil y es que durante los primeros 120 años de historia, no se les
permitía acceder a las salas ni a los fondos. Sin embargo, la situación se ha
revertido y hoy, la institución recibe a miles de investigadoras al año y
aborda con perspectiva de género muchas de las actividades culturales que
organiza.
MARÍA ANTONIA GUTIÉRREZ BUENO
Mª Antonia Gutiérrez Bueno fue la
pionera que en 1837 solicitó el acceso como lectora a las colecciones con el
objetivo de documentarse para el Diccionario
histórico y biográfico de mujeres célebres que preparaba. El principal
obstáculo se encontraba en las Constituciones
de la Real Bibliotheca de 1761, que establecía que las mujeres únicamente
podían acudir como visitantes, en días festivos y con un permiso especial.
Joaquín María Patiño, el entonces
Director de la ya denominada Biblioteca Nacional, le facilitó una sala en la
planta baja, dando así un pequeño pero importante paso que la reina regente,
María Cristina de Borbón, hizo extensivo a todas las mujeres. Por fin, en 1838
se reformó el artículo de las Constituciones
que limitaba el carácter público de la institución. Este hito preparó el
terreno para que la entrada de mujeres en la BNE con el propósito de estudiar sus
fondos se convirtiese en un hecho habitual.
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