jueves, 15 de julio de 2021

RETRATO. Marta Torres: Ibiza en la pintura y en la piel


Marta Torres, pintora


Por Julia Sáez-Angulo

En 1990 se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, en una Facultad donde la abstracción brillaba y dominaba, a veces con cierta presión, en la docencia. No era de extrañar, pues la Capital Condal había sido sede de grandes escuelas y artistas como Dau al set, Miró, Tàpies, Rafols Casamada… y otros grandes del arte.

Marta Torres regresó a su amada Ibiza y allí se deslumbró de nuevo ante el paisaje rural y marítimo de la isla. Su mirada se veía una y otra vez atrapada por el azul del Mare Nostrum o de las pequeñas casas enjalbegadas, de singulares puertas y ventanas enrejadas, medio cubiertas de buganvillas, hibiscos y otras flores tentadoras del color. 

No lo pudo resistir y se lanzó con su arte a apresar aquellas visiones y lo suyo fue plasmar en la figuración la morfología y el espíritu de Ibiza. Cada uno de sus cuadros en un trozo de la isla y eso lo perciben y valoran los numerosos coleccionistas españoles o foráneos, que atesoran su obra, entre la pintura y el relieve.

A Marta le gusta la arquitectura sobre todo popular e isleña. Se casó con un arquitecto.

La pintora confiesa que en los 90 se quedó deslumbrada ante una obra de Antoni Tàpies, que incorporaba una puerta en su pintura matérica. Fue como una revelación, una epifanía. “Una visión que cambió mi vida”, dice ella textualmente. 

Como artista visual, buena “hija particular” de Tàpies, Marta optó por la pintura matérica, la generosidad de entrega a la hora de la aplicación del pigmento, que manipula a placer con los dedos de la mano e introduce en él fragmentos de arquitectura del pasado, objetos encontrados de derribo, materiales que, a su vez, trata, modela o talla hasta conseguir el efecto deseado. Trabaja la pintura como quien amasa un buen pan. Siempre que pinta, lo hace embutida en un mono blanco que le permite enfrentarse sin miedo al encuentro de los materiales. 

En sus cuadros hay visiones figurativas, a la vez que abstracciones; no olvidemos que el ojo del artista extrae la realidad con la pupila y, en un ejercicio de abstracción maravillosa, la acomoda a la escala prevista en su obra. Así vemos y disfrutamos de sus piezas artísticas, en las que hay figura humana, marinas, paisaje rural, árboles, bodegones… y sobre todo color. Es una pintura para ver, mirar, disfrutar e introducirse en ella como la propia autora. Una pintura para habitarla.

De todo ello da cuenta en su libro “Materias”, publicado por la editorial Funambulista, que le ha prologado la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza. En el texto intervienen también el presidente del Consell Insular de Ibiza, Vicent Marí Torres; el poeta Antonio Colinas; el crítico de arte Gèrard Xuriguera; la periodista e historiadora María José Arnáiz, los arquitectos Carlos Clemente y Francisco Cuevas… además de la autora que ha dejado sus propias reflexiones sobre la pintura.

Marta Torres celebra con el libro sus 30 años de matrimonio bien avenido con la pintura. Una vocación profunda e irrenunciable. Un amor que no se desgasta. Una manifestación artística que ha dado frutos evidentes de su aceptación y reconocimiento a juzgar por los numerosos espectadores que han tenido sus exposiciones, por los coleccionistas que han adquirido su obra y por los museos que la exhiben y conservan porque la valoran como pintura, color y testimonio paisajístico y artístico de la isla de Ibiza.


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