miércoles, 30 de noviembre de 2016

EL INSTITUTO CERVANTES Y ESPASA PRESENTAN “COCODRILOS EN EL DICCIONARIO. HACIA DÓNDE CAMINA EL ESPAÑOL”





L.M.A.

Madrid, 30 de noviembre de 2016 ,- En una lengua, lo que se impone como “correcto” no es siempre lo más coherente con la lógica interna. Si este fuera siempre el criterio, cocodrilo no debería estar en el diccionario, puesto que su etimología es CROCODILUM, con la letra “r” en la primera sílaba. Pero alguien lo cambió en un determinado momento, el cambio hizo fortuna entre los hablantes prestigiosos y acabó por aceptarse en el uso general. Por eso hay cocodrilosen el diccionario, pero no cocretas. Y también hay murciélagos cuando debería haber muciélagos. Los errores del pasado son la norma del presente.

Esta evolución léxica explica el título del libro Cocodrilos en el diccionario. Hacia dónde camina el español, que presentan el Instituto Cervantes y la editorial Espasa.

A lo largo de 431 páginas, la publicación describe, con un estilo ágil y desenfadado y con muchos ejemplos reales, los principales cambios que están sucediendo ahora mismo en nuestra lengua y las variantes que luchan por hacerse un hueco en la norma actual. Y, cuando hay datos para ello, arriesga un pronóstico sobre la forma que se impondrá, siempre teniendo en cuenta que lo “correcto” es un juicio social y, por tanto, cambiante.



Las lenguas cambian, pero lo hacen de forma tan lenta e imperceptible que solo con el paso de muchos años, comparando los textos, nos damos cuenta. Pero hay aspectos superficiales de la lengua, fundamentalmente el vocabulario, el estilo de escritura, los latiguillos conversacionales, que están sujetos a las modas, como lo está cualquier fenómeno que tenga carácter social. Esto hace que cada momento tenga sus marcas propias que le dan personalidad y que se pueden describir.

Algunas de esas marcas se consolidan y siguen empleándose; otras tienen una vida efímera y desaparecen. En la lengua ocurre que no siempre lo que se impone como “correcto” es lo más coherente desde el punto de vista de la lógica interna. Si este fuera siempre el criterio, cocodrilo no debería estar en el diccionario, puesto que su etimología es CROCODILUM, con la r en otra posición. Pero alguien la cambió –probablemente de manera involuntaria- en un determinado momento, el cambio hizo fortuna entre los hablantes prestigiosos y acabó por convertirse en el uso general. Por eso hay cocodrilos en el diccionario, pero no cocretas. Ya también hay murciélagos cuando debería haber muciégalos.

 Los errores del pasado son la norma del presente. En este libro trataremos de espigar, lo mejor que sepamos, algunas de esas marcas que caracterizan el español al comienzo de este nuevo siglo XXI. Muchas de ellas afectan al vocabulario, a la acuñación de nuevas palabras autóctonas o prestadas, a la forma de construir los textos y las conversaciones, a las metáforas con que conceptualizamos aquí y ahora nuestro pensamiento y que, de alguna manera, nos definen. Son las más visibles y las que mejor caracterizan la época. Otras, fundamentalmente las de tipo gramatical y también las de tipo fonético, se perciben peor y discurren soterradas a lo largo de los años compitiendo con otras variantes sin que los hablantes se decidan de manera unánime por una de ellas. Así pues, dos tipos de rasgos: los léxicos y discursivos por un lado y los fonéticos y gramaticales por otro.

En definitiva, lo que en general hacemos en este libro con la pronunciación y con la gramática es lo siguiente: mostramos las variantes en litigio, señalamos cuáles han sido las preferidas hasta ahora por las autoridades normativas, intentamos ver la lógica interna de las menos favorecidas y cuál es, en este momento, su pujanza, reflejada en el número y tipo de hablantes que las usan (cuando tenemos datos), en los juicios que se emiten sobre ellas y, sobre todo, en la evolución de las opiniones que manifiestan las Academias y otros agentes responsables de la norma. Y, cuando es posible, hacemos un pronóstico sobre el previsible desenlace, siempre desde la idea, arriba expuesta, de que lo «correcto» es un juicio social y, por tanto, cambiante.

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