miércoles, 30 de marzo de 2022

CRONICAS DE ANDALUCÍA I. Málaga y Sotogrande junto al mar, la montaña y la cultura

Sotogrande (Málaga). Foto Wikipedia

Hotel So, en Sotogrande



Julia Sáez-Angulo

30/3/22.- Málaga.- Empezar por la bella Málaga no es baladí. Además de su puerto mediterráneo, donde siempre emergen yates y cruceros, pese a la guerra de fondo en Ucrania, no está de más recordar que es la patria natal de Picasso el pintor del siglo XX, que revolucionó el arte con su fuerza de la naturaleza. Casi una veintena de museos públicos y privados muestran, que la oficialidad no ha querido dejar la ciudad ni la provincia en un solo de playas para solazarse, sino también para la cultura visual, que condensa en su lenguaje la creatividad plástica.

Mayte Spínola recuerda el buen museo de su amiga Carmen, la baronesa Thyssen, con un despliegue de pintura paisajística y costumbrista del XIX, amén de otras piezas dignas de contemplarse en el palacio renacentista del XVI. También recordamos que en el Museum Rando del Expresionismo se llevó a cabo una exposición de los pintores abstractos del Grupo pro Arte y Cultura. De no perderse, las filiales del Museo Pompidou y del Museo de Arte Ruso, ese último en la antigua Tabacalera malagueña, hoy en cierto cuestionamiento por la guerra de Putin, sin faltarle al respeto por las grandes muestras que allí se han llevado a cabo, entre ellas, una espléndida exposición de iconos. El Museo del Automóvil y de la Moda es otra sorpresa muy grata, incluso para los que, en principio, los coches no nos despiertan pasiones.

Viajamos después a Sotogrande, un lugar paradisíaco en la montaña junto al mar. Un lugar tan tranquilo que, a los que les gusta la bulla, lo llaman “Tostóngrande”. Aquí las casas y jardines son amplios y magníficos, y los hoteles de máximo estrellato. No estamos lejos de La Línea de la Concepción (Cádiz), “la ciudad más fea de España”, según se decía en una película y que los del pueblo se lo toman a chufla. A un tiro de piedra de Gibraltar, el futuro se las promete felices para ambos lados, con un proyecto suizo de WISeKey, que implica a los dos territorios: La Línea y Gibraltar. Mañana les cuento. La serie televisiva sobre La Línea/Gibraltar en Netflix, como lugar de la droga y el contrabando, puede pasar a la historia.

La naturaleza junto al mar es aquí frondosa. Palmeras y araucarias compiten en presencia, belleza y altura. Nuestro hotel se divide en una suerte de bungalós en medio de un jardín feraz. El viento sopla al atardecer y la temperatura baja, respecto a la del sol durante el día, pero la belleza del lugar y del mar no decae. “Del metaverso al Antropoceno”, recuerda la pintora Spínola, a punto de inaugurar su retrospectiva en Pozuelo, para resaltar el necesario cuidado que hay que tener con la Naturaleza, si queremos que sobreviva el género humano.

“Gibraltar es “mu” triste. En el Peñón cae la sombra muy rápido”, sentencia rotunda la profesora Ana Alfageme, que cena con nosotros. “Todos los llanitos quieren vivir al otro lado de la valla, aunque trabajen en Gibratar. Aquí, en La Línea hay luz, sol, buen humor y tapas a un euro”, añade. Ciertamente la Roca es pequeña y cubierta de sombras, pero La Línea y Algeciras le prestan su alegría y su guasa. Joie de vivre, que diría el francés. Llanitos, piojosos y especiales conviven a su modo y manera, pese a los viejos epítetos mal colocados, porque “en el pasado de los abuelos eran los llanitos, los de La Línea, que es una gran llanura”, explica Ana.

“Hay que darle al hierro cuando está caliente”, dicen los moros, pero nosotros decimos que “hay que recoger el agua cuando llueve. Son distintas formas de ver y decir las cosas", asegura Tony Sánchez Ramos, el marido de Ana, arquitecto y constructor, que habla de los buenos tiempos de la construcción en esta crisis de ahora, frente a la de 2008, que acabó con los albañiles jóvenes hoy difíciles de encontrar. A Tony lo llaman “el dios de los delfines”, porque aquellos se le acercan, siguen y son sus amigos, cuando él se solaza con su lancha y otros "con la goma". 

Esta tierra y este mar del sur están preñados de promesas. Hay que disfrutar de las “diosidades” que da la vida, que decía el padre de Ana, que fue alcalde de La Línea.

El pescaito frito es siempre una tentación, o la lubina a la sal, el rodaballo y el rape al horno. Comer es el buen placer aunque nos aumenta de peso y lo disfrutamos en el vistoso restaurante del Club Trocadero, en una buena mesa redonda y con los ánimos dispuestos a la risa. “Cuando solo nos queda la comida” era el título lacónico del libro de Xavier Domingo. No es para tanto, pero sí a tener en cuenta. 

Llegan las pruebas de los dos NFTs (non fungible token) de Mayte Spínola, para que los supervise antes de su exposición. Todos nos asomamos a la pequeña pantalla del móvil para verlos. ¡Preciosos y singulares! No hay que perdérselos en el Espacio Mira de su exposición. Únicos. Los NFTs de Mayte se exhibirán en el Nasdaq de Nueva York en el mes de julio próximo. 

    Pedro Sandoval prepara su gran exhibición de NFTs para un futuro cercano en Málaga; el presidente del Grupo pro Arte y Cultura está en pleno apogeo y se prepara para exhibir su trabajo en el próximo encuentro de Davos en mayo.

Por otra parte, me llega de Roma -eco de nuestra estancia en la Ciudad Eterna- una foto singular del Papa Francisco, confesándose con un padre capuchino, poco antes de la consagración  de Rusia y Ucrania a la Virgen. No me resisto a publicarla.

La tierra se mueve, La Línea, Gibraltar y su gente también. 

Confesión del Papa Francisco, antes de la consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen

Cena en Trocadero (La Línea)


Un buen rodaballo

2 comentarios:

Juana Mari Herce dijo...

Decía Pablo Picasso:"El que guarda un elogio se queda con algo ajeno"
Pues aquí va mi primer elogio del día .
Maite Spinola hace que el arte Luzca,resplandezca y tome altura
Felicidades
Feliz estancia en Andalucia .
Buenos días.

Raúl dijo...

¡Andalucía, tierra de historia y de colores! Siendo Málaga una ciudad fenicia, es natural que en ella se pueda saborear mucho pescado. Un consuelo de tontos: ¡menos mal que no estoy allí! Sería capaz de comerme, yo solo, cinco platos.
Feliz estancia en tan bello lugar.
Raúl