lunes, 23 de mayo de 2022

"Años jóvenes de un viejo Maestro (1ª parte)" y "Ein Ukrainisches Requiem" de Jorge Rando

Museum Jorge Rando. Málaga

Fechas : 23 -5 - 2022  / 26 – 9- 2022

Salas: 7 y 9

- En 1866 Johannes Brahms compuso Ein deutsches Requiem. En 2022 Jorge Rando pinta Ein ukrainisches Requiem.

- La muestra presenta obras de la primera época de Jorge Rando (décadas de los 60 y 70) que se exponen por primera vez.  

- Esta exposición nos permite vislumbrar los albores de la creación del pintor malagueño en torno a los pilares que conforman el Nuevo Expresionismo: la espiritualidad y los valores humanistas. 
Museum Jorge Rand0. Málaga


L.M.A.
        Málaga, 23.05.2022.  El Museum Jorge Rando presenta Años jóvenes de un viejo maestro (1ª parte) y Ein ukrainisches Requiem (Un Réquiem ucraniano). Esta exposición aúna obras de la primera época de Jorge Rando que datan de las décadas de los 60 y 70 y la presentación de su última creación Ein ukrainisches Requiem. A la rueda de prensa ha acudido Jorge Rando y la directora del museo, Vanesa Diez. 

Años jóvenes de un viejo maestro (1ª parte)
        En estos inicios de su actividad artística en la década de los 60 Jorge Rando descubre en Colonia (Alemania) que su lenguaje en la pintura es el Expresionismo. Son intensos años en los que abordará la relación entre la filosofía y la expresión artística conformando un pensamiento que escenificará pictóricamente a través de grandes ciclos temáticos como Afrika, Clochards o Paisajes, entre otros. En estas obras encontramos conceptos protagónicos en la estética randoniana como la dignidad, la identidad, la injustica, el amor o la compasión, poniendo de relieve la construcción de los pilares del Nuevo Expresionismo : la espiritualidad y los valores humanistas. 

La década de los 60 que Jorge Rando vivió en Alemania fue la época del movimiento hippie, de la descolonización, del comienzo del cambio político en América latina y de la lucha por las libertades, como aquel Mayo del 68 al que el pintor acudió junto a un grupo de intelectuales. Durante estos años viaja continuamente alrededor del mundo, principalmente en tren o en barco, y estas travesías le sirven como inspiración para sus obras y escritos. 

…Quiero pintar la vida
Jorge Rando


Afrika
        Resulta complejo escapar al impacto de la crudeza y el sufrimiento que reflejan estas madres y sus hijos. Pertenecientes a la África de las guerras, la descolonización, los éxodos y las hambrunas acontecidas entre los 60 y finales de los 70. Las obras presentan fondos abstractos o monocromáticos que acompañan a estas maternidades que representan los paralelismos y las  convergencias del sufrimiento y el amor. La mujer va a ser protagonista indiscutible de su creación, poniendo de relieve su fortaleza ante la adversidad. El abrazo como símbolo de protección, madres acunando niños cadavéricos cuyo grito podemos escuchar a través de la inusitada sensibilidad en el trabajo de la espátula. El color, uno de los elementos más destacados en la obra randoniana, se convierte en grito. Un grito, ya enronquecido, que Rando no cesa de pintar tras más de sesenta años. 

Otra de las obras clave de este ciclo representa un éxodo. Un hombre al frente de un grupo de personas sufrientes cuyos rostros aparecen deformados por la barbarie y el dolor. Contrasta la serenidad del hombre ante la desesperación,  alegoría de esas figuras necesarias que lideran la lucha por la justicia, que enarbolan la compasión por el prójimo y que no son abatidos por el desánimo. Los éxodos y las migraciones retratados en su producción a lo largo de los decenios escenifican el escarnio del desarraigo. Pero su estética siempre acoge la luz y la esperanza que se hallan en el espíritu de la condición humana. Esas historias de vida serán una constante en su obra como la figura de Jesucristo en Pintura religiosa, las Maternidades o Käthe Kollwitz, entre otros. 

Clochards y Prostitución 
        Aunque el pintor es reacio a ahondar en su experiencia vital estas obras guardan una estrecha relación con sus propias vivencias. En estos primeros años vive en un pequeño estudio de un barrio del casco antiguo de Colonia, en sus calles conviven los vecinos de toda la vida con mujeres que ejercen la prostitución y vagabundos. A finales de los 60 Jorge Rando dispone de un taller y comienzan sus trabajos a espátula pintando sus famosos Clochards (vagabundos urbanos), siendo en la actualidad de los pocos retratos reales realizados por el pintor. Paralelamente va reflejando las historias y vidas de las meretrices a las que acabaría dedicando un ciclo en la década de los 90 bajo el título Prostitución. 

Clochards
El joven malagueño, con apenas 19 años, asistía a las reuniones que esos hombres mantenían en las calles para compartir inquietudes presentes y futuras. Les observaba y les fue retratando con honestidad. Esas personas sin hogar son siempre invisibles al resto de la sociedad, nos resultan incómodos con sus ropas ajadas y su condición de desamparo. Rando nos impide, tal y como hacemos en la calle, voltear la mirada. Estos retratos nos trasmiten serenidad, inteligencia y reflexión. En estos lienzos vislumbramos la extraordinaria capacidad del pintor para captar lo inenarrable, aquello que verdaderamente define la identidad de las personas sin atender a la apariencia exterior. Estos Clochards, hombres y mujeres, seguirán presentes en su obra hasta la actualidad. 

Prostitución
        Las prostitutas ya aparecen con sus icónicos labios rojos. Mujeres a las que Rando otorga en el lienzo el espacio denegado en la realidad. Vidas extremadamente difíciles a las que el pincel describe con sincero respeto, son ellas precisamente las que escenifican uno de los conceptos más transversales y profundos de su filosofía pictórica: la dignidad. Mujeres que ha seguido retratando de manera incansable a lo largo de las décadas. 

Retratos 
        Sobrecogedor. A veces no se encuentran las palabras para describir una obra, en otras ocasiones una sola puede resumirnos su complejidad. Los colores y los trazos abruptos de la espátula nos arrastran a ese psiquiátrico de la Rusia de los 70 que visitó el pintor. Es en contadas ocasiones en las que se puede captar pictóricamente una impresión. 
    En estas obras despunta esa maestría que desarrollará Jorge Rando para extraer las emociones. Nos permite adentrarnos en la profunda tristeza de la soledad de estos hombres y mujeres, en la vergüenza de sus miedos no comprendidos o en la ansiedad y el desasosiego que produce el rechazo y la incomprensión. Uniformes de enfermos, barrotes en las ventanas y condenados sin juicio porque su manera de ver el mundo no es la aceptada, porque lo desconocido da miedo. Rando da la vuelta al concepto, ya no son los otros los que les tienen miedo, son ellos los que nos miran atormentados por nuestra indiferencia ante su sufrimiento. 

Esta muestra también acoge obras de Animales, Paisajes y ciclos a los que el pintor ha ido regresando a lo largo de los años, y otros que nunca han vuelto a reaparecer como Bañistas o Jugadores de Golf y en los que ya encontramos su magnífica disposición en el tratamiento y la conjunción del color o el dominio de la pincelada en la captura del movimiento. 

Ein Ukrainisches Requiem
        En 1866 Johannes Brahms compuso Ein deutsches Requiem. En 2022 Jorge Rando pinta Ein ukrainisches Requiem, es la última creación del pintor malagueño.
    Nos recibe un banco tan cercano a la obra que seguramente rompa con toda normativa museística. Pero el pintor nos obliga a dedicarle un tiempo, a sentarnos para que podamos contemplar y pensar. Una sala negra, angosta y de fondo el Requiem de Brahms, al mismo volumen con el que Rando pintó el lienzo y que nos obliga a observarlo enmudecidos. 
    Sobrecoge la luz que emana de este cuadro, en su parte superior la conjugación del color hace de la obra un estallido de amarillos, naranjas o azules que se superponen, se mezclan, que surgen y se esconden. Una gama cromática inédita en su creación y que nos la ofrece ahora, a punto de cumplir  81 años. En la parte inferior verdes, rojos y gruesos trazos negros. «Dios creó el color porque lo necesitaba para crear la belleza,  yo aquí lo utilizo en mi intento por crear la tragedia más terrible» dice el pintor.
    La horizontalidad es un elemento clave en la concepción de sus últimas obras, como Pinturas Sucias (perteneciente a su tetralogía de Mariposas) y de las que el pintor ha escogido cuatro para que custodien el Réquiem. 
    Dos partes: tierra y cielo; dos elementos: barbarie y esperanza. La parte inferior es la tragedia, el sufrimiento, adivinamos el fulgor de la muerte, las alambradas, la sangrante herida que comparte la humanidad. 
En la parte superior hallamos la luz e, incluso, podemos percibir las huellas de los dedos del pintor, en su entrega por la obra, en la que en ocasiones ha necesitado prescindir del pincel para ser en sí mismo el único instrumento. 
    Este Réquiem del siglo XXI es una pica en tiempos complejos para lo inefable. Una obra que emana espiritualidad y ante la que el pintor se pregunta: «¿se está suicidando la humanidad? »
    Y en el centro de ese escenario de guerra, volando, encontramos dos mariposas. Una cuyo cuerpo decae, la otra lo mantiene en alza. 
    …  Esas Mariposas tuvieron que atravesar guerras terribles donde tenían que compartir trinchera con humanos para defenderse de otros humanos… 
¿se está suicidando la humanidad?
Jorge Rando
    Las mariposas se encuentran en un dolor compartido, reflejo de un sentir contemporáneo. Y descubrimos que regresa, como lo lleva haciendo desde los inicios de su pintura, la compasión. La etimología de la palabra compasión es Cum-pati: sufrir juntos. La compasión como virtud de la humanidad, como resistencia capaz de cambiar el rumbo de las historias. 
  Ein ukrainisches Requiem (Réquiem por Ucrania) es la llamada a que el dolor no nos puede ser ajeno, a que no podemos vivir de espaldas a nuestro espíritu, es el recuerdo perenne de la necesidad de una condición humana sin fronteras. Dice el pintor que él solo quiere pintar la vida, quizá en esta obra en la que sus Mariposas siguen sin abandonarle encontremos que el fin último sea el amor.
    La presente exposición es el principal evento dentro de la celebración del VIII aniversario del Museum y podrá visitarse hasta el próximo 26 de septiembre. 
    Como en cada una de las exposiciones de Rando encontramos la pintura como una ventana a nuestro interior en una época exacerbadamente exteriorizada. Una obra que no da mensajes porque nos concede la libertad y autonomía intelectual en su demanda de que iniciemos, de que mantengamos o que no decaigamos en el encuentro de nuestro espíritu, lo que unido a una capacidad creativa única e inconmensurable lo convierte en uno de los referentes del arte contemporáneo. 
    Carmen Pallarés, periodista, crítica de arte, poeta y gran conocedora de la obra joven del maestro no ha podido acudir a esta rueda de prensa por motivos superiores a su voluntad, pero ha querido estar presente a través de unas palabras: 
    "Esta exposición, Años jóvenes de un viejo maestro, podía titularse sin problema Años maduros de un joven maestro. Porque entre los años que abarca la muestra Jorge Rando es ya un pintor hecho, aunque, eso sí, y como el mismo dice, ante un lienzo el pintor es siempre un aprendiz de algo más grande que él, que es La Pintura. 
    Sin olvidarnos de ello, vuelvo a mi idea de que Rando, de joven, ya pintaba con la pericia y la experiencia de una madurez que le llevaba, por ejemplo, a elegir la herramienta de la espátula, un instrumento casi endiablado del que muchos no quieren saber nada, porque su impronta es siempre poderosa y parece tener voluntad propia. Solo la madurez logra domarla. Y así lo hizo él, y confirió a los cuadros de esos años ejecutados en su mayoría con la espátula, un seso sazonado, de madurez, por tanto, y no otra cosa. Y ya dejando al lado, pero cerca, lo que acabo de decir, me atrevo ahora a justificar la segunda parte de lo que he afirmado al principio, lo de joven maestro. 
    Pues, Jorge Rando muestra y demuestra en cada una de sus colecciones de vejez, un vigor juvenil, un erguimiento de la voluntad y un anhelo cumplido de entusiasmo plástico, artístico y personal que le impide, le impide, justamente, envejecer. En todas las etapas de su vida pictórica este pintor ha disfrutado y sigue disfrutando de una maestría sin edad. Entrar en el museo es comprobarlo y visitar cada una de sus propuestas es percibir conocimiento técnico, ideas arriesgadas trasladadas al lienzo y al papel con la rotundidad del que sabe mantener vivo, joven, el amor por el arte que tiene entre las manos, por el crecimiento de la sensibilidad y la transformación de la conciencia. Nada interviene aquí, pues, así lo creo, ese externo aparato del tiempo, de lo temporal, y su pintura, la de Jorge Rando, es la de un artista sin edad".  

Carmen Pallarés

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